−¿Cómo pude ser tan ciego para creer que tú podrías ser la joven cuyo nombre andaba de boca en boca entre la sociedad frívola de Londres? −Perdóname− suplicó ella. Selwyn le sonrió. −¿Cómo podría no hacerlo? Al fin y al cabo, si no hubieras estado aquí anoche, yo no seguiría vivo. Alicia exclamó aterrorizada: −¿Y si el Duque lo intenta otra vez? −Dudo mucho que lo haga− repuso Selwyn. −¿Por qué lo dudas? −Porque a menos que yo no conozca a los hombres, Saint Briére sabrá que falló y no volverá a intentarlo por temor a ser arrestado. Simplemente desaparecerá. Y mucho me extrañaría tener noticias suyas hasta que su Castillo no esté desocupado y él pueda regresar. −¿Estás seguro de que no corres peligro? −¿En verdad te importo tanto?− le preguntó él. −¡Por supuesto que me importas!