Clarissa está muy frustrada porque no consigue empleo en ninguna parte. En ese momento se acuerda del hombre que ella vio en la cafetería el cual p**o su helado y le regalo una galleta, y dice: —¡ayy recuerdo al hombre en la heladería, él me dijo que si no conseguía empleo, lo llamara que suerte la mía, bueno lo voy a llamar, ya que al parecer como que mi currículo los asusta, y siendo sincera no voy a ocultar mis habilidades solo porque empresas mediocres no quieran contratar a un buen personal, así que bueno espero que la empresa de este señor sea buena en el nombre de Dios! — Ella va para un restaurante que está allí cerca, pide un agua con hielo, y se sienta cómodamente para buscar la tarjeta que le dio aquel hombre aquel día. buscándola frenéticamente, por fin la consigue y procede