Adeline Nada más abrir la puerta de mi departamento me saltó encima Hamlet. -Gato bobo, te extrañé mucho- se paseaba serpenteando por mis piernas y moviendo su cola como una pluma al viento. -¡Cariño!- oí la voz de mi tía y automáticamente mi corazón de apretó. -¡Mabel!- arrojé mi pequeño bolso al suelo y puse la caja plateada con cuidado sobre él . -Ady ¿no estás durmiendo bien?- como una vidente examinaba mi rostro de arriba a abajo, deteniéndose peligrosamente en mis pequeñas ojeras. -Algo así tía, pero ya me recuperaré- le respondí para dejarla tranquila. Claro que lo haría, por fin estaba de vuelta en mi apartamento y en mi cama. Suspiré aliviada. Nos sentamos ambas en el sofá y Hamlet saltó de inmediato a mi regazo, le acaricié el lomo inconscientemente mientras miraba fijo a