Prólogo: Dos llamadas
Fecha: 2 de septiembre del 2014.
Estaba tan emocionada cuando llegue a ese corredor aquel martes por la mañana. Era un día soleado, mucho más brillante de lo normal, al menos para mí parecía ser mucho más brillante desde que había recibido aquella maravillosa llamada. No recuerdo ni siquiera en que pensé, solo recuerdo que salí rápido de la oficina y luego llegué aquí. Muchas cosas pasaron en ese momento, olvide las llaves de mi auto y mi bolso, y lo más importante era que había olvidado llamar a Andrew, mi prometido, para darle la maravillosa noticia; de hecho, aún no le había avisado.
De todas las personas del mundo, Andrew Phelps era el mejor hombre de entre los hombres, o al menos para mí; eso podría considerarse algo muy subjetivo, pero por algo era mi prometido, y si todo salía bien, pronto seríamos los padres de un sano o sana bebé precioso o preciosa.
– Andrew ¿Dónde estás? – le escribí por mensaje.
No recibí ninguna respuesta, lo que me alarmó en ese momento, porque necesitaba hablar con él, es más, me urgía hablar con él.
–Contesta por favor, ¡Es importante! –escribí de nuevo.
Nada. Por lo general, si Andrew no contestaba inmediatamente era o que estaba muy ocupado o que estaba tenso, en cualquiera de esas dos opciones no se atrevía a mirar a su celular, aunque fuera mi nombre o mi imagen la que saliera en la pantalla.
Regularmente, cuando estas cosas sucedían, yo me limitaba a dejarle recados, y si era algo que no podía esperar, salía de la oficina y me iba a su trabajo, a decirle en persona lo que acontecía; pero en esta situación en particular no podía darme ese lujo, y tampoco podía dejarlo sin saber de esto.
–Tengo noticias, nos han llamado ¿No es maravilloso?
Nada de nada.
–¿Dónde estás?... Necesito que estés aquí lo más rápido posible antes de que....
–Señora Jane Crawl –escuché gritar a una voz en el fondo del pasillo.
Había una secretaria con una falda plisada bastante anticuada de color beige, un suéter blanco floreado, con sus lentes verdes y su moño perfectamente elaborado, impidiendo por completo que su cabello rubio se moviera un ápice de su correcta posición; llamando desde la puerta de vidrio del fondo del enorme pasillo de luces blancas y paredes verdes, el cual, tras varias visitas aquí, Andrew y yo habíamos nombrado como nuestro propio camino a la felicidad, y esa puerta de vidrio era la entrada, nuestra entrada personal a nuestro propio cielo, el cielo que Andrew y yo habíamos estado esperando desde hacía años, ahora por fin nos habían considerado dignos para tener acceso a ese cielo y él se lo estaba perdiendo.
–Te escribo después, voy a entrar al cielo sola, ya que, por lo visto mi prometido tiene cosas mejores que hacer –escribí con rabia.
–Soy yo –grité a la mujer en frente de la puerta, está me hizo señas para que me acercara, así que me incorpore y fui en camino.
Había soñado con este momento muchas veces, y de todas las veces que lo había soñado, en ninguna de ellas me había visto sola, sin Andrew, eso solo acrecentaba mis miedos e inquietudes.
Andrew era El encargado de ser optimista y de ver todo desde el mejor enfoque, pero yo siempre arruinaba esos buenos momentos con mis malos pensamientos e ideas deprimentes.
Sé más como Andrew se más como Andrew se más como Andrew...
–Bienvenida señora Crawl –dijo la secretaria de moño perfecto.
–Por favor, solo Jane –dije cortésmente– Aún no estoy casada, pero pronto contraeré nupcias y seré la señora Phelps.
–Enhorabuena señora Crawl, mis más sinceras felicitaciones –dijo, obviando el hecho de que le pedí que me llamara por mi nombre.
Está bien, hoy es un día maravilloso.
–Gracias –agradecí– a mi prometido se le ha hecho tarde –le excusé, aunque honestamente no sabía qué hacía Andrew, pero sé que lo hablaríamos en casa.
–Suele suceder, pase por aquí Señora Crawl –dijo abriéndome la puerta.
¡Estoy entrando al cielo!
–Gracias, con su permiso –dije y entre en la habitación que me dijo.
Era un pequeño vestíbulo con un sillón acolchado y aterciopelado en lugar de sillas de metal o madera. Frente al sillón había un escritorio muy fino de madera, está madera era del color del ébano, completamente negra, tal vez estaba pintada o tapizada.
La chica se sentó en su respectiva silla detrás de su escritorio y me señaló la puerta de la persona con la que tenía que hablar, no sin antes hacerme llenar unas formas, las cuales llene de información con gusto, nuevamente le agradecí su cooperación conmigo y me dirigí a la puerta de mi futuro.
Esto es emocionante ¿Dónde está Andrew?
Esta oficina gritaba elegancia y sofisticación, el escritorio era de cerámica, las sillas eran de un elegante color crema, había una planta en la esquina, había leído sobre ella en internet antes, se supone que llamaba a la abundancia o algo así, pero el nombre no se me venía a la mente, nuevamente, aquí era donde necesitaba a Andrew.
–Bienvenida señorita Crawl –dijo la muchacha detrás del escritorio el cual le pertenecía a ella– mi nombre es Cynthia Marks, es un verdadero placer conocerle –dijo mientras me daba su mano, la cual apreté con gusto.
–Es un enorme placer para mí también. –Dije– Para mí y para Andrew –corregí– el cual no está aquí ahora, pero no debe tardar.
–Oh, no se preocupe –dijo serena– estas cosas suelen suceder con mucha frecuencia –añadió– En fin ¿Y si vamos a lo que la trajo aquí en primer lugar?
–Oh, por supuesto –dije entusiasmada.
–Excelente –dijo invitándome a sentarme, lo cual hice en cuanto me lo insinuó.
El momento era bastante tenso sin Andrew aquí, yo solo veía como ella leía formas y más papeles, que sabía que eran nuestros pero no tenía idea de que fueran tantos.
–Tengo entendido que llevan varios años tratando de concebir –dijo la mujer– ¿Es correcto?
–Así es –afirmé– casi tres años.
–Y no han logrado quedar embarazados.
–No, lamentablemente no –afirmé– pero tenemos grandes expectativas.
–Por eso acuden a este lugar ¿No? –Pregunto– ¿Para poder tener un hijo?
–Sí, –respondí– deseamos de corazón ser padres, y queremos darle todo a ese niño o niña.
–¿Y si llegasen a tener un hijo propio? –pregunto.
–Pues, serían hermanos –conteste– lo cual sería maravilloso, deseamos tener muchos hijos, tener una familia muy grande.
–¿Creen que descuidarían a su hijo adoptivo de tener uno propio?
–No, jamás ¿Cómo podríamos? –Exclame– para nosotros, cualquiera de nuestros hijos, todos nuestros hijos serán iguales, sean adoptados o no, son nuestros y los cuidaremos y amaremos a todos por igual.
–Eso dicen a menudo los padres señorita Crawl, pero cuando conciben a un hijo propio siempre se nota la diferencia de trato –añadió ella meticulosa.
–Despreocúpese por ese lado con nosotros señorita Marks, Andrew y yo deseamos demasiado ser padres como para pensar en el origen de nuestros hijos.
–¿Ah sí?
–Sí, una vez que tenga nuestro apellido, será nuestro o nuestra bebé y lo cuidaremos de todo peligro.
Ella anoto algo en un papel esbozando una sonrisa, parecía triunfante, cómo si hubiese sacado lo que ella quería de mí.
¿Eso es algo bueno?
–Me parece excelente señorita Crawl –dijo ella– igual que todo lo que he leído hasta ahora.
–¿De verdad? –exclamé sorprendida.
–Vaya que si –dijo alegremente –hace muchos años que no recibía un expediente tan perfecto como el de ustedes cómo pareja.
–Pues muchas gracias –dije.
–Seis años de noviazgo es muchísimo tiempo.
–No para dos personas que quieren pasar su vida juntos –aclaré
–En efecto –dijo– yo llevo casada unos nueve años.
–¿Y cómo es su matrimonio?
–Me arrepiento cada día –dijo.
–Ohhhh.... –dije sin mucho ánimo.
–Solo es una broma señorita Crawl –añadió riendo.
A mí no me pareció gracioso.
–Ya veo, –dije esbozando una sonrisa– pues, me alegro por su matrimonio, ojalá sean muchos años más.
–Dios no –exclamo riendo.
Insisto, no es gracioso.
Cuando me case con Andrew, en definitiva tendré que hablar con el sobre estos temas de decir a la gente sobre que odias tu matrimonio, no me gusta nada.
–Bueno, y ¿Cuál cree usted que sería nuestro mayor inconvenientes?
–Pues, ahora mismo van a casarse, así que por ese lado.... –pensó– No va nada mal –me observo– ¿Cuándo es la boda?
–En diciembre –añadí con gran alegría.
Andrew y yo nos habíamos comprometido desde hacía casi dos años, habíamos querido casarnos antes, pero circunstancias surgieron que nos impedían hacer la boda, así que cambiamos la fecha a una que fuese festiva y alegre para los dos, y que mejor que el mes de diciembre para fiestas, y bastante significativo para nosotros.
–¡Felicitaciones!
–Muchas gracias.
–Dígale al novio que a esa si tiene que llegar puntual –añadió bromeando
–Estará allí antes que yo –dije siguiéndole el rollo, aunque no me gustaba mucho lo que había dicho.
–Entonces a usted es a la que hay que cuidar para que no escape –dijo mirándome con gesto travieso.
–Culpable –dije esbozando una sonrisa, lo cual la hizo reír.
Creo que va bien.
–Bueno, hasta ahora, con sus expedientes a la mano puedo decir que tiene unas altas posibilidades de ser escogidos para el llamado –plantó con seguridad.
–¿En serio lo cree? –añadí tratando de que no se notara mi emoción.
–Por supuesto, –dijo con seguridad– diciembre está a la vuelta de la esquina. Mientras podemos concertar algunas entrevistas.
–Eso suena...
–Tengo entendido que desean adoptar un bebé, independiente de su sexo ¿No? –dijo interrumpiéndome.
–Sí, –afirmé– no nos importa el sexo, pero deseamos que sea un bebé.
–¿Por qué?
–Pues, nos gustan los bebés, queremos tener la experiencia completa.
–No estarían dispuestos a cuidar de un niño más grande –dijo cómo afirmación.
–No, no es eso –negué– claro que si, cuidaríamos de cualquier niño o niña, –dije con seguridad– solo es una preferencia –añadí.
–Comprendo –respondió escribiendo aún en su cuaderno de notas.
Aproveche que la señorita Marks estaba distraída para revisar mi teléfono. Verificando que había recibido tres mensajes de Andrew.
Cariño, tengo asombrosas noticias. .
¿En serio? ¿Nos llamaron?
¡Grandioso! Estaré allá en lo que pueda.
¿Asombrosas noticias?, ¿Mejores que las que yo le había dado? No lo creo.
–¿Que sucedió? –le escribir a mi prometido curiosa.
Espere unos instantes antes de recibir una respuesta, la cual no se hizo tardar. Estuve a punto de observarla pero escuche a la señorita Marks hablar fuerte y claro.
–Bien, –dijo observándome, yo le devolví la mirada– hablemos de lo más importante aquí ¿Está preparada?
–Así es –dije con confianza. Andrew tendría que esperar.
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La entrevista fue bastante estresante, la señorita Marks hizo muchísimas preguntas, tanto que sentí que me mareaba, y Andrew no logro llegar, sin embargo al final pareció bastante complacida de mis respuestas y me dijo que las posibilidades eran muy buenas y las expectativas estaban a tope.
Saliendo de la oficina de los servicios de adopción decidí llamar a Andrew para contarle lo ocurrido. Espere a dos timbrados y ya para el tercero tenía a mi prometido en línea.
–Hola querida –dijo alegremente mi prometido.
–¿Dónde estabas? –Me queje– Te necesitaba justo hace un momento.
–Lo intente –aseguró– lo juro.
–Lo intentaste ¿Eh? –Dije– Espero que tengas una excelente excusa para...
–No es excusa –aclaró– pero hay una razón.
–Te escucho –exclamé.
–Primero dime ¿Cómo nos fue?– pregunto.
–Pues creo que bien, –dije sin mucha seguridad– al parecer vamos por buen camino.
–Eso suena alentador –añadió entusiasta como siempre.
–Pero cuéntame tu, –insistí–¿Que paso que no lograste llegar?
Escuchaba la respiración agitada de mi prometido en la otra línea, parecía eufórico, emocionado y al borde del colapso, un bueno colapso.
–No me lo vas a creer.
–Pruébame –le reté.
–Recibí una llamada que.... –dijo añadiendo suspenso, a veces hacia eso, lo cual era cómico– fue de fábula.
Eso no me sorprende.
–Eso puedo creerlo Andy –dije cómo si fuese obvio.
–Sí, pero no creerás quien me llamo –dijo, se notaba de lejos que esbozaba una sonrisa de superioridad.
–¿Brad Pitt? –bromeé.
–¿Qué? –Exclamó sorprendido– ¿Eso sería una llamada de fábula para mí?
–Bueno, para mí si –afirmé
–¿Y qué le dirías a Brad Pitt? –preguntó.
–Pues que le amo, –dije– pero que estoy comprometida.
–Ajá... –dijo no muy convencido.
–Hablo en serio –afirmé.
–Sí, claro, –dijo aún no muy convencido– lo dices porque es Brad Pitt de quién hablamos, pero ¿Qué me dices de DiCaprio?
–Oye, –me quejé– conoce tus límites.
–A él le dirías que te llevará ahora mismo –añadió con seguridad y a modo de reproche.
–¡Es Leonardo DiCaprio! –Exclamé– ¡Cualquiera haría eso! ¡Incluso tú!
–Tal vez te deje a ti por él –bromeó.
–Quiero ver qué lo intentes, –le rete nuevamente– así no me sentiré culpable cuando esté con Rachel McAdams –bromeé.
–¡No te metas con Rachel!
–Tú deja a DiCaprio.
–No va de lo mismo, lo tuyo es crueldad.
–Tal vez te pase un vídeo por compasión.
–¡Esa es mi chica! –Dijo entre risas– Cómo sea.... Eso no venía al tema.
–Cierto, ¿Quién te llamo? –pregunte por fin– Ya que obviamente no ha sido Brad Pitt.
–Él.
–¿Él?
–Él Jane, él, –trato de explicar– Tedd.
–¿Tedd? –El nombre no me sonaba, hasta que de repente fue bastante obvio– ¡Tedd! ¿Tu padre?
¡Oh Dios mío!
–Así es, –confirmó– me ha llamado.
–Oh por Dios –dije eufórica– ¿Que te dijo?
–Quiero que nos reunamos en una hora.
–Esto es muy grande Andrew, –dije muy asombrada, si pudiese ver mis gestos probablemente me habría regalado una sonrisa al ver mi emoción por él– muy muy grande.
–¡Lo sé! –Reconoció– ¿Ahora ves el por qué tuve...?
–¡Claro que lo veo! –Le interrumpí– ¡Vaya! Estoy tan contenta por ti.
–Me vas a acompañar ¿no?
–Pues por supuesto que sí. –Solté– Dime la dirección.
Andrew sabía que era pésima con las direcciones, así que busco el lugar más céntrico para encontrarse con su padre, era un evento importante y él me había hecho formar parte de él, así era Andrew, nunca me dejaba por fuera de nada.
Hacía casi un año que habíamos estado buscando a su padre sin mucho éxito, incluso ya nos habíamos resignado un poco, Andrew era paciente y persistente, pero hasta él tenía límites, y cada vez que encontrábamos algo, era como un camino hacia más preguntas, una ruta sin salida. Pero hoy, por fin, después de tantos meses de nada, por fin le había encontrado, y ahora se reunirían, y podría ser feliz sabiendo que había encontrado a su padre.
Prácticamente maneje estilo rápido y furioso, a toda velocidad, tratando de llegar a tiempo al lugar donde se llevaría a cabo el encuentro. Sería en un café muy popular de la ciudad, era un lugar importante para Andrew y para mí, allí habíamos vivido momentos maravilloso, incluyendo nuestro primer encuentro.
Cómo pude arregle mi chaqueta que el daba algo de formalidad a mi atuendo de camisa de cuello en V blanca con pantalón n***o y zapatos de tacón. Al salir de casa iba en deportivos, pero la ventaja de tener un auto era que podías guardar zapatos extra que te sirvieran para disimular que tenías un atuendo más elaborado. Los zapatos altos siempre daban un toque de elegancia y formalidad; así fui al trabajo, así fui a la reunión y así iría al encuentro con mi suegro, el padre de mi prometido, el abuelo de mis futuros hijos.
Al entrar vi en la mesa a mi chico especial, el muchacho alto de ojos color avellana, sonrisa entusiasta, tez bronceada y cabello del color de la madera fina. Estaba tan elegante con su camisa de botones azul y su pantalón caqui, pensar que lo había visto así justo unas horas antes, pensando que sería un día normal, antes de aquellas dos llamadas. Esas dos llamadas que iba a cambiar nuestras vidas para siempre. Pronto seríamos una familia completa, justo lo que él quería, lo que ambos queríamos
En cuanto me vio a lo lejos sonrió, haciéndome señas de que me acercara a él a hacerles compañía, a él y a su invitado que por lo visto era bastante puntual.
Eso habla bien de usted seguro.
Le sonreí a modo de respuesta y me fui acercando. Mientras iba cada vez más cerca, sentía a mi corazón latir con fuerza, esto era muy grande, estaba feliz por Andrew, había logrado lo que quería, le había conseguido, a su padre. Si yo estaba tan emocionada, no imagino como habría estado el ante la noticia.
Si tuviese que poner en una competencia a las dos llamadas de hoy, no sabría bien cuál sería la ganadora, estaban bastante parejas. Por un lado, íbamos a tener un padre, el padre de Andrew se convertiría en el mío en cuanto me convirtiese en su esposa. Por el otro lado, nos habían dicho que nuestro sueño de ser papás había pasado de sueño a posibilidad, y de posibilidad iba a convertirse en realidad en cuanto me pusiera el anillo.
Me acerque a mi prometido, que olía a canela, me encantaba ese olor. El esbozó una sonrisa al verme, sabía que le daba gusto verme, y a mí me gustaba verle tan feliz, le amaba, le amaba muchísimo.
–Ella es mi prometida –dijo Andrew presentándome– su nombre es Jane Crawl, pero pronto se convertirá en una Phelps.
–Eso espero –dije bromeando, a lo cual mi prometido sonrió– Es un placer conocer...
Me interrumpí al ver a la persona que tenía en frente, ese rostro, ese cuerpo encorvado, esa sonrisa maliciosa, a esa persona yo la conocía, y la conocía bastante bien.
–¿Qué haces aquí? –dije sin alzar la voz, estábamos en un lugar público, pero no tenía tiempo para sus juegos.
–Un placer para mí también conocerla señorita Crawl –dijo el señor.
–Te he hecho una pregunta ¿Qué demonios haces aquí? –exigí saber.
–Jane... –dijo Andrew sujetándome, el señor en frente solo sonreía.
–Ahora no Andrew –le frene– ¡Tu! –Señale al señor de enfrente– ¿Estás sordo o qué? Te he hecho una pregunta.
–Vine para un encuentro –dijo– con él –señaló a mi prometido.
–Ya veo –le dije al sujeto de enfrente– Andrew, te está mintiendo, todo lo que te haya dicho hasta ahora es falso, te lo juro, no sabe nada de tu...
–¿Lo conoces? –dijo interrumpiéndome.
–Claro que sí, –afirmé– por eso te lo digo con propiedad
–¿De dónde le conoces? –pregunto consternado.
–¿Eso importa? –dije exasperada.
–Si, a mí me importa –contestó mi prometido.
–¿Por qué?
–Porque él es mi padre –explicó.
Busque alguna sombra de duda en su rostro, pero no había nada.
¿Qué? No, no, no...
–¿Cómo dices? –dije a mi prometido, luego voltee mi mirada al hombre de la cafetería, el mismo que se había reunido con mi prometido– ¿Tu eres realmente Tedd Jones?
–En efecto –afirmó este.
–No comprendo nada, dime ¿Lo estás disfrutando acaso? ¿No has tenido suficiente? ¿Qué es lo que quieres?
–Yo vine a encontrarme con mi hijo.
–No te creo nada.
–Jane, cariño –dijo Andrew con paciencia, con su tono de voz que él sabía era capaz de aplacarme– escúchame, este es mi padre Tedd Jones.
–No... No, no puede....
–Mi identificación querida –dijo el supuesto Tedd, mostrándome su identificación, que en efecto daba sus datos, con su nombre bien escrito en mayúsculas JONES TEDD.
Esto no podía ser.
Mis pies me llevaron lejos antes si quiera de que mi mente lo procesará, no era conveniente hacer un drama en este momento, pero esto no podía ser, de todas las personas de todos los lugares de todo el mundo ¿Tenía que ser justo él? ¿Cómo podía ser él? ¡Esto no tenía ningún sentido!
Parece mal karma.
No sabía cuánto había caminado, solo sentí a mi cuerpo quedarse quieto cuando sentí el jalón repentino tras el contacto de alguien que me era muy familiar, mi prometido.
–¿Qué te pasa? ¿Por qué te has ido? –exclamó consternado.
–Andrew yo... –no encontraba las palabras ¿Cómo iba a explicárselo?– Yo no podía estar allí, ese hombre... Ese hombre te miente Andrew, te miente.
–Te ha mostrado su identificación –dijo señalando lo obvio.
–Podría ser falsa, –indiqué– sabes bien que no es tan difícil sacar una falsa ID.
–¿Cómo lo sabes?
–Tu sabes cómo lo...
–No, eso no –aclaró– ¿Cómo sabes que me miente?
–Porque lo sé, créeme yo... –no tenía palabras para explicarlo.
–Me has dicho que lo conoces –comentó.
–Así es –dije confirmando su comentario.
–¿De dónde? –preguntó.
–Andrew...
–¿De dónde le conoces Jane? –Soltó– ¿Cuál es tu relación con él? –exigió saber.
–Si Jane –grito el tal Tedd desde el fondo de la plaza. Así que estábamos en la plaza, camine bastante por lo visto– ¿Por qué no le dices? ¿Cuál es tu relación conmigo? –añadió esbozando una sonrisa maliciosa.
Observé a ambos, a uno y al otro, muchísimas veces, más de las que creía haber contado. No sabía cómo responder a esa pregunta si de alguna forma afectar todo nuestro futuro, conocía a Andrew y conocía a ese Tedd, y sabía que esto no depararía en bueno. Este día parecía ir tan bien, y tuvo que arruinarlo con su presencia.
¿Por qué a mí?... Justo cuando empezaba a olvidar.