Un año después del ataque…
—¿Qué tal se me ve este vestido? —Rouse da la vuelta frente a su hermana con una sonrisa ancha en su rostro— Creo que este color es divino, además a mamá le gusta mucho el blanco y este definitivamente lo aprobará.
Rouse mira a Selene por medio del espejo y niega. Su hermana está absorta en su celular, ignorando completamente lo dicho por ella.
—¡¿Selene?! —Llama con las manos en la cadera y mirándola con el ceño fruncido. Rouse es una joven muy tierna y encantadora, pero odia que su hermana haga eso.
—¡¿Qué?! —La pregunta de Selene no hace más que confirmar a Rouse que ella no le ha prestado atención en nada. Claro, podría hasta decirse que solamente vino por obligación, ya que Katrina se lo había ordenado.
—Deberías elegir el tuyo. Esta es la última tienda que visitamos, hermana, y no has probado ni comprado nada. Nuestra madre se va a enojar si no estás vestida adecuadamente, recuerda que mu…
—Muchas manadas de todo el planeta estarán presentes. Hay que dar una buena impresión frente a los invitados —Selene termina la oración de su hermana de forma sarcástica mientras pone en blanco los ojos. Es lo que su madre se pasa repitiendo desde hace tres meses todos los días. Tampoco es sorda o tonta, como todos pretenden tratarla.
—No pensamos que eres una tonta, únicamente haces cosas que no gustan ni a mamá ni a papá —Rouse interrumpe sus pensamientos. Selene había olvidado completamente que ella es capaz de leerle la mente cuando se lo propone, por lo que bufa al oír su ya desgastado discurso de hija buena—. Nuestros papás solo buscan lo mejor para nosotros y para ambas manadas. ¿Tanto te cuesta obedecerlos en esto?
—Sabes bien que no me gusta asistir a estas fiestas de emparejamiento que mamá suele hacer, ni usar todas esas telas. —Selene señala los vestidos en el perchero con una mueca de asco— Mi presencia no es indispensable allí, no estoy buscando una pareja, porque ya tengo una.
—Selene… Dexter… —Rouse no es capaz de seguir hablando sabiendo que su hermana aún está sufriendo mucho por lo que pasó esa noche.
—Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes —interviene molesta Selene—. Por lo mismo, no necesito estar ahí.
—No puedes hacerle esto a mamá. Ella se ha esmerado mucho esta vez, incluso vendrán manadas que nunca antes habían venido y se pondrá muy triste si no estás allí. Al menos participa unas horas, luego te vas. ¿De qué tienes tanto miedo, hermana?
Selene desvía su vista hacia la ventana intentando ocultar su desazón. Rouse camina hasta ella y se sienta a su lado en el sofá.
—¿Tienes miedo de descubrir que la diosa Luna te dio otra pareja? —pregunta la joven mirando fijamente el rostro atormentado de su hermana. Las pupilas de Selene se ensanchan por unos segundos y es exactamente la señal que Rouse buscaba— ¿Qué sucede, hermana? ¿Hay algo que no me hayas contado? ¿Pasó algo estos días?
—No quiero ir a esa estúpida fiesta, eso es todo —Selene se levanta y se aleja hacia el sanitario. Rouse la sigue.
—¿Por qué?
—¡No lo sé! Sólo sé que no quiero estar allí. Saya ha estado muy nerviosa estos días, muy inquieta y eso me preocupa. Ella no suele comportarse de ese modo.
—Lo sabía —Rouse levanta sus manos al cielo—. Ella está percibiendo la llegada de su mate, está ansiosa por eso. Quiere y necesita un nuevo compañero.
—No lo sabes. Ni siquiera sabes lo que se siente, no has encontrado a tu mate. Además, ¿por qué la diosa me daría un compañero destinado exactamente un año después de haberme quitado a Dexter?
—Porque es tu destino, lo que ella trazó para ti.
—¡No!
—¿No qué? —Rouse empieza a impacientarse por la renuencia de su hermana.
—No quiero otro mate, Rouse. ¿Eso es tan difícil de entender? No quiero reemplazar a Dexter. Él siempre será mi único y verdadero compañero. No me importa lo que la diosa crea, que es bueno para mí o lo que ustedes crean. No me importan estas fiestas que mi madre organiza para emparejar a los miembros de la manada. No me importa conocer a nuevas personas ni interactuar con ellas. ¡¿Tanto les cuesta entender que quiero estar sola?!
Rouse se estremece al ver a su hermana tan fuera de sí. Saya gruñe en la mente de Selene, pero ella la ignora. Su loba ha estado muy molesta toda la semana desde que ella le dijo que no iría a esa fiesta.
Selene sale a toda prisa de la tienda, ignorando los gritos de su hermana, pidiendo que la espere. Nadie la entiende ni a sus motivos detrás de sus decisiones y está harta de que todos ellos busquen la forma de emparejarla a como dé lugar cuando ella ya les ha dicho que no quiere a nadie más en su vida. ¿Es acaso tan necesario que tenga un macho a su lado para ser feliz? ¿Creen que ella no pueda estar bien sola?
Completamente irritada, ajusta su pequeña mochila a su costado y corre hacia la acera sin percatarse que un Maserati n***o viene a mucha velocidad con dirección a ella.
A Beltrán, el chofer del alfa de la manada Redwood Wolves, no le da tiempo suficiente para frenar y golpea a Selene tirando su esbelto cuerpo a unos metros.
—¡¿Qué rayos fue eso?! —El gruñido de Connor hace eco dentro del lujoso automóvil.
—Esto debe ser un récord —dice Jackson levantando la vista hacia adelante—. Media hora en la Amazonía y ya matamos a alguien. Te superaste Beltrán.
La risa burlesca de su primo no hace más que irritar al cascarrabias grandullón del alfa Connor. La situación podría ser lo suficientemente grave, pero Jackson no pierde una oportunidad de tomarlo como una broma de la cual reírse.
—Creo que golpee a una joven, alfa, voy a bajar para asistirla —Beltrán desabrocha su cinturón y baja inmediatamente. Jackson lo sigue.
Beltrán llega hasta Selene en una gran zancada.
—¿Se encuentra bien, señorita? —El chofer intenta coger el brazo de Selene para levantarla, pero ella le da un manotazo en señal de protesta que hace retroceder al hombre.
—Me acaba de arrollar, ¿cómo se le ocurre preguntar si estoy bien? ¡¿Dónde mierda consiguió su licencia?! ¡¿La robó?! —Selene se levanta a duras penas de la acera y observa su codo derecho, que tiene una cortada bastante grande, por dónde empieza a borbotear sangre.
Jackson observa a la joven desde la punta de sus pies hasta la cabeza. Una sonrisa de lado se dibuja en su rostro y esa mirada de pícaro que Connor conoce muy bien. Selene es muy hermosa, esbelta y de baja estatura, pero de una belleza que hipnotiza a cualquiera. Las tonalidades de sus ojos, uno verde y otro azul, la hacen destacar donde quiera que va, además de que su aspecto, entre inocencia y desaliño, la hacen incluso más cautivadora de lo que ella desea ser. Las hembras de su manada no son nada parecidas a ella.
—¡Fue un accidente, no necesitas ser grosera! —La voz ronca y firme de Connor hace levantar la vista a Selene, pero no lo suficientemente alto como para que sus vistas se encuentren.
El alfa Connor es demasiado alto y corpulento, tanto que a ella le duele el cuello con solo intentar verlo a la cara. ¿Cuánto mide? ¿Dos metros? ¿Dos metros treinta? Sí, lo más seguro es que mida todo eso o más. ¿No le duelen los pies por cargar semejante monumento todo el tiempo?
—Ustedes y su…
—Te llevaré a un hospital —Connor interrumpe bruscamente a Selene. Toma su codo y tras mirar detenidamente le hace una señal a Beltrán para que acerque el auto.
—¡¿Qué?! ¡Noooo! —La protesta de Selene es totalmente ignorada por Connor, quien la toma del brazo sano y la empuja hacia la parte trasera del auto antes de sentarse a su lado y salir de allí a toda velocidad.