— Fueron algunos huesos rotos. Dos costillas fracturadas. Algunos dedos de la mano derecha deslocados. Cortes profundos na ceja e nos lábios. Lo que más me preocupaba eran los moratones de su vientre. Lo siento, Soraya, pero no podrá quedarse embarazada. - Lo firmo con la cabeza.
— Está bien. - Trato de disimular la lágrima que gotea sin querer. Nunca tuve sueños de quedar embarazada, mucho menos tener más hijos. Es extraño lo que estoy sintiendo, todo está borroso. Aún no sé cómo esa información me afecta. — Sem tiene importancia.
— Ya tienes hijos, ¿verdad?
— Sí. Gemelos. Suel e Selene. Tienen tres años.
— Imaginé que era madre. Otras mujeres entrarían llorando en ese momento. Tienes mucha suerte de estar viva, lo que pasó aquí fue muy grave. Una policía vendrá para el interrogatorio, y le ruego que digas la verdad. Más tarde volveré para verificar su estado. y... Soraya...
Le doy mi atención.
— Aprovecha a tus hijos al máximo, crecen rápido.
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— Linda Parker. Comisaría especializada de Nueva York. Mucho placer. - Con la buena mano, la saludo. — Soy detective, ejerzo la función hace algunos años y su caso me llamó mucho la atención. Sé que fue Leandro Agar quien le causó esos traumas. ¿Puedes contarme todo lo que pasó ese día?
— No tengo nada que declarar.
— ¿Cómo?
— Es lo que oyó. - Dejo un suspiro cansado salir. — Leandro Agar no me hizo nada. Estoy casada con él y puedo afirmar que es una buena persona, nunca me ha tocado un dedo.
Pasa las manos por el cuello claramente exhausta. No puedo comenzar una guerra con Leandro, es muy poderoso y pronto mi cuerpo sería encontrado sin vida al borde de una esquina cualquiera. Sé de lo que es capaz, probé su veneno y casi muero.
— No puedes dejar que hombres como él anden sueltos. Llevo un tiempo investigándolo. Financia drogas e obtiene casas ilegais de prostituição, com mais niñas menores de edad a seu domínio. Vi que tiene hijos. ¿Quiere que su hija sea vendida a merced de esos hombres sin escrúpulos?
Frunzo los labios. La posibilidad me alcanza de lleno. De repente siento una voluntad de proteger a Selene. Tengo miedo de que le pase algo así, especialmente después de que mi marido descubriera mis traiciones. Puede que quiera vengarse a través de mis hijos. Junto a mis cejas. Necesito protegerlos, no quiero que nada malo suceda. Me sorprendo con mi propio pensamiento.
— Si le denuncio, y adentrar con una medida de protección, estoy muerta. Como sabe, no estoy sola en el mundo, tengo hijos, ¿Y si él quiere vengarse de ellos?? Yo los abandoné cuando nacieron, sé que erré, pero no me perdonaría si fuera la causante de algún mal en su vida. - Me pongo un mechón detrás de la oreja. — ¿Ahora me estás juzgando por haberlos dejado?
— Yo sé todo sobre su vida y concluí que quienes tienen que juzgarle son sus hijos, los principales afectados. Estoy aquí solamente para cumplir la ley. Leandro não se preocupa muito com a espalda, a economia vai fomentar algunos mais de prisão no mar condenado. Por favor, te pido que abras está denunciando. Prometo estar cerca para protegerte.
Pienso por unos instantes...
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+ Tres años después:
— ¿Quieres decir que te graduaste en Derecho? Nuestra Ingrid, yo no te daría nada. Calló la boca de todos, incluso la mía, llegué a pensar que me estaba engañando. - Intento equilibrar el celular contra el hombro mientras giro la llave a la puerta. — ¿Cuándo será tu graduación?
— La semana que viene. Te debo ese mérito también. Envió dinero para ayudarme con los gastos. Además de mis padres, fue la única que me incentivó. Mientras pensabas que yo desviaba el dinero, estabas estudiando mucho, viste, no te decepcioné. Sonrío de lado.
— También le debía eso. Se quedó a mi lado cuando dejé todo, cuando nadie más se interesó. Demostró ser una buena amiga.
— Ojalá estuvieras aquí...
Ingrid apenas lo sabe, pero pronto me iré a casa. Volveré a San Juan de Agar. Han pasado seis años y he aprendido mucho, sobre todo sobre la familia. Mientras estamos en la mejor, pudiendo ofrecer algo, todos se quedan a su lado. En la peor, nadie me tendió la mano. No pude contar ni con la ayuda de mis padres. Nunca más contestaron mis llamadas. Fueron los años más difíciles de mi vida, viviendo como un ratón en cautiverio, cada instante huyendo. En mi mente solo pasaba mi vida de antes. Aunque no tenía lujo, tenía todo lo que necesitaba. Un buen marido, que me amaba. Personas solidarias. Mis padres siempre estaban allí para socorrerme. Hijos míos... mis ojos se llenan de agua cada vez que pienso en ellos. Me arrepiento cada noche por mis actos. Mi mente no deja de molestar condenándome por el mal causado. Es una pesadilla sin fin. Es un martillo que golpea y no para.
— Dijiste que aún vives por la granja. ¿Puedes hacerme un favor?
— Sí.
— Nunca más hablé con mis padres, ellos no contestan una llamada mía. Puedes avisar que quiero realizar una llamada de video. Los extraño mucho, quiero ver sus rostros arrugados. - Ella se queda por un tiempo muda, suficiente tiempo para acelerar mi corazón.
— ¿Ha pasado algo?
Respira fuerte.
— Oh, mi amiga. - Trago a seco. Mi estómago duele. Me falta aire. Elevo las manos a los ojos, los cuales ya están mareos. — Calma, calma.
— ¿Qué pasó con... ellos?
— No hay manera correcta de hablar, así que allá va. Tu padre murió luego que huyó de Agar. Tu madre se puso muy enferma y pidió no decírtelo. No quería arruinar tu felicidad.
Dejo el celular de lado. Mi corazón para por un instante. Mi padre... Meto mi cabeza entre las piernas y lloro como nunca antes. Si hubiera vuelto, si me hubiera interesado saber cómo estaban... Si al menos me hubiera despedido cuando me fui. Soplo el aire algunas veces intentando calmarme. Él era una de las únicas personas que me amaban. Dios mío, ¿por qué eso? No sé cuánto tiempo ha pasado, segundos... minutos... Ingrid me interrumpe, cuando llama la atención a otra línea.
— Sé que no es fácil, pero tienes que calmarte. Lo siento Soraya. No quería tardar tanto en decírtela, solo estaba respetando la voluntad de tu madre.
— ¿Y, cómo ella está?
— No voy a mentir, está en las últimas. Creo que lo que la sostuvo hasta ahora fueron los gemelos. Le encanta cuando corren locos por la casa. Son la alegría de todo el mundo. Mañana es la fiesta de cumpleaños de ellos. Seis años. Están muy felices, hay que ver.
— Y yo veré. Mañana mismo estaré de vuelta.
No me importé con los gritos de la señorita Parker, solo tomé mis últimos ahorros y fleté un vuelo a México. Finalmente, podré convivir con mis hijos. Espero que puedan perdonarme, que entiendan mi lado. Cuando desembarqué traté de comprar regalos para ellos. Selene ganará una muñeca de paño lujosa, con una medalla de cristal. Suel una bola de todos los países ganadores de la copa del mundo, estoy segura de que les encantará. Unos kilómetros antes, percibo el ruido de música alta y niños gritando. Aparentemente, la fiesta está muy animada, sonrío de lado, me alegra que estén bien.
Pago al taxista, y con los regalos en la mano salgo del coche. Veo que muchas cosas han cambiado, han invertido mucho en la granja, el comprador ha hecho una buena reforma. El camino está templado, doy gracias de no hundir mis tacones en el barro. Por ser una fiesta infantil, traté de arreglarme de una manera elegante sin ser tan sensual. Con un vestido de escote recto, estilo moderno, de tela de mezclilla, y tacones finos de color oscuro.
Hay mucha gente, pero de lejos puedo identificar al padre de mis hijos. Lleva su típico sombrero, camiseta blanca, jeans y botas de color beige. Dos niños corren hacia él. Sonrío. Son exactamente como los imaginé. Cuando iba a caminar, una mujer de mechones rubios se para frente a ellos, sonríe gentil y animada, deposita un beso en los labios de Sebastián.
Parpadeo, sorprendida. Estoy tan entretenida que apenas percibo cuando los dedos de los niños apuntan en mi dirección.
— Papá, ¿quién es esa mujer?
— ¿Quién?Sebastián mira de inmediato.
Nuestras miradas se cruzan. Dejo de respirar.
— Soraya.