Juego en Contra

1621 Words
— Katerina, apreciaría que en la medida de lo posible, que te alejes de mí y te mantengas a raya como lo hacen mis demás concubinas. — Advirtió el rey a la mujer que lo estaba saludando delante de su segundo oficial. — Es que usted tiene mucho que no va a visitarme a mi lecho, y me urgía verlo y consolarlo, mi rey. Ashton se descolgó a la mujer que se asió a su cuello, luego de un carraspeo de Artemio, el cual recibió una mala mirada de Katerina. — Controla tus impulsos, mujer… No tienes por qué darle una mirada como esa a mi segundo oficial, además no eres la reina para venir a mí con tanta confianza y altivez, date tu lugar. Dicho esto, y siendo conducida de la presencia del rey, echada por el mismo, Katerina fue retirada de donde estaba Ashton, haciendo un zapateo disimulado para que nadie notara su descontento. Katerina tenía intenciones serias de volverse la reina de Vidralia, pero sabía que había perdido su toque ante el rey cuando este reconoció las palabras que salían del corazón de la mujer que pretendía amar, con todo, ella no quería ceder en su capricho de desposar al hombre más influyente de su país, y estaba pensando en hacer aún lo imposible para lograrlo. Por otro lado, y ya en las cuevas donde ahora también habitaba Zascha, ella era cuestionada en cuanto a todo lo que había escuchado por parte de aquellos dos hombres con los que ella se había topetado en la tarde noche antes de volver a casa. — ¿No pudiste cerciorarte de cuál era el motivo que tenía la loca de Jelenia por encontrarnos a nosotras, o por dar contigo? ¿Y qué tiene que ver el tal Conrad con ella? ¿Será que desea comérselo, o ella querrá ultimarlo por qué el reinado al que ella pertenece así lo quiere? — Cuestionaba Eishla como si estuviera desquiciada, mirando a todos lado como si estuviera conversando con ella misma. — O puede ser que lo quiere transformar en vampiro para quedarse con él. — Salió Niurka de la nada recibiendo una reprensión visual de su amiga, que hubiera sido mejor un zarpazo. — Ay, niñas… — Intervino Zascha después de hacer unos soniditos de desaprobación, — Dejen sus celos y sus elucubraciones, que por más que quieran saber, sus motivos sólo los sabe la loca de la princesita. Y tú no te preocupes por tu hombre, él no tiene ojos nada más que para ti, aunque considerando la posición de ambas partes, lo mejor sería que se olvidaran el uno de la otra… Mi humilde opinión. Las chicas miraron con asombro a la hechicera. — ¿Y quién está celosa aquí, según tú, hechicera de quinta? — Rezongó Eishla. — No hay que ser adivina para saber que estás enamoradísima de ese al que llamas “el tal Conrad”. — Evidenció Zascha encerrando comillas, — Además tu cara era todo un poema cuando mencionaba su nombre y el interés de Jelenia por él en la misma frase, y viendo tu insistencia, era más que obvio que ese hombre te cautiva. Por otro lado, Luci me había informado de tus idilios con él en las orillas del río próximo a la fortaleza de la ciudad fortificada de los humanos aquí en Setonia, así que, estoy bastante informada de lo que está pasando con ese hombre y tú. El rostro de Eishla se tornó carmesí cuando escuchó todo lo que había dicho Zascha, la que se encendió en risas cuando volvió su vista hacia ella, porque según su percepción, así se ponía la chica cuando remilgaba acerca del rey humano y la vampira princesa. — No te sigas burlando de mí, estúpida. No sabes ni de lo que estás hablando para encima burlarte de lo que sea que estés viendo. — Es que, es… ¡Ja, ja, ja, ja! Es que tú pones una cara de rabia que más bien pareces un oso gruñón cuando menciones a Jelenia imaginándotela con aquel humano, que ya no tuve más necesidad de negarme a esa realidad de que estabas enamorada de ese tipo. ¡Ja, ja, ja! — Pausó Zascha mientras que Niurka trataba de consolar a su amiga dándole palmaditas en la espalda, que resoplaba como vaca brava. — En eso le doy toda la razón, Esih… — Comentó Niurka con cautela. — Ahora bien, niña más flaca, te recomiendo que andes con cautela con ese dichoso humano. Mira que de los nuestros ni de los suyos verían esos amoríos de ustedes con buenos ojos, sobre todo por nuestra relación, digamos, alimenticia. Y estoy casi segura, que Jelenia Oslen sería capaz de enamorar a ese humano por el simple capricho de competir contigo, y luego que lo tenga en sus manos, o transformarlo en un vampiro, o asesinarlo, por puro gusto y para llevarte a la locura, si es que descubre que a ti ese hombre te interesa. Si ella aún no lo ha descubierto, te sugiero que dejes de frecuentar a ese hombre, por el bien de él, del tuyo, y hasta por el bien de ambas especies. — Advirtió la hechicera. Sin más que decir, Zascha se dio la vuelta y se fue hasta la cima de la montaña para revisar todo lo que se movía por los aires, ya que tenía un pequeño presentimiento, pero quería cerciorarse de que tan en lo cierto estaba para luego hacer sus movimientos, por ahora sólo se limitaba a observar en silencio. En cuanto a Eishla, ella no estaba tan dispuesta a escuchar lo que se le advertía de una manera u otra; debía abandonar la idea de pensar en el humano aquel que le perturbaba los pensamientos, ya que tarde o temprano habría una colisión gracias a una relación maldita como la de ella y un humano, y lo peor era que se hombre era el rey, quien podría usarla y luego que se cansara de ella, podría desecharla y deshacerse sin más. Tanto Ashton como Eishla estaban comiéndose la cabeza al no saber cómo lidiar con los sentimientos que ambos compartían. Él sabía que estaba poniendo en juego toda una especie indefensa que en su mayoría no sabía cómo librar una batalla en contra de los vampiros. La otra sabía que su especie era peligrosa, y aunque ella no representaba un peligro en sí pues no era tan asidua a alimentarse de humanos, sabía que no sería bien vista por ellos, por lo que a veces pensaba que lo mejor era abandonar la idea de pensar más en ese amor imposible. Aquella noche también había una persona increíblemente inquieta, más que nada porque no sabía cómo tomaría su familiar la decisión de perdonarle la vida a alguien que era parte de los enemigos naturales de su especie, y cuya sentencia de muerte ya estaba sentenciada desde que se cruzó por el camino de esa persona. — No puedo decirle algo así a mi hermano, Mitch. Él mismo sería el que me agarrase por el cuello y me tendería de la primera ventana que encuentre para exponerme al sol, aunque se queme el brazo en el intento. Sabes mejor que nadie de lo que es capaz ese psicópata. — Pero eres mucho más temeraria al saberlo y querer arriesgarte a tanto. Aunque, ¿No te has puesto a pensar que ese tipo te vaya a rechazar? Pues, por tu condición… — Le mencionaba Mitch lo obvio a Jelenia. — Eres hermosa, pero deberás persuadirlo de que no eres una vampira, y eso lo veo difícil, porque independientemente que él te interese, tu predilección por sus carnes es ineludible. A espaldas de Jensen, su hermana y su mano derecha se veían en la habitación de él para pasarse momentos de pasión a pesar de la prohibición del rey de los vampiros para que su vasallo no se enamorara de la princesa. Y aunque ninguno de los dos estaban enamorados, la atracción física entre ambos era intensa, lo mismo que compartir entre ellos sus más profundos secretos era natural. — ¿Y qué piensas hacer el día que tu hermano se dé cuenta de tu obsesión con ese humano? — Tendré que inventarme una de mis mentiras para evitarlo. Sabes lo buena que soy para persuadirlo. — Aunque has fallado en una sola cosa, ¡Je, je, je! — ¡Patán! No me menciones ese tema. Cada vez que mi querido hermanito menciona a la percusia esa de quererla hacer su esposa, sólo de pensar que estaría por encima de mí me lleva a la histeria, así que no te atrevas a mencionarlo nuevamente. — Sentenció Jelenia a su amante, atacándolo a traición para envolverlo entre sus brazos. Eishla estaba deambulando por las orillas del río donde había conocido a Ashton hacía unos meses atrás, esto previo al amanecer. Tenía mucha urgencia de hablar con ese hombre que cada vez la estaba volviendo más y más ansiosa al saber que no podía estar con él pero tampoco hacerle comprender a su corazón el peligro que arriesgarse a algo tan descabellado. Una de las ventanas de la habitación de Ashton tenía acceso al río al que le gustaba ir y darse un baño cada cierto tiempo. Como no podía conciliar el sueño, decidió posarse justo en ese ventanal y contemplar la luna que en ese momento estaba en fase de luna llena, por eso se dio cuenta que su amada vampira estaba allí, y no fue hasta que el alba comenzó a despuntar que Eishla se percató que estaba siendo observada, pero tuvo que darse a la fuga o se arriesgaba a ser incinerada por el sol.
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