Narra Elmer. Con la espalda contra la puerta de mi pethouse y sus grandes ojos verdes sin pestañear, Catalina parece un corderito perdido. Mirándola ahora, con un vestido blanco sin mangas que roza esos muslos que quiero apretar alrededor de mis orejas y su cabello castaño oscuro colgando en una trenza suelta sobre un hombro no siento ni una onza de arrepentimiento. —Tú eres Al121— susurra, sacudiendo la cabeza con incredulidad—.Por favor dime que esto es una broma. Termino de servirme mi whisky, luego camino desde detrás de la barra, acercándome a ella lentamente. —¿Por qué estás temblando? —Porque eres tú—ella curva sus labios en una mueca. Si no fuera tan hermosa, podría ofenderme, pero nada puede hacer que mi reino se derrumbe esta noche. Esta noche estoy en lo más alto del casti