Sintiendo que el suelo se abriría en cualquier momento debajo de esa silla donde estaba amarrada, Elizabeth pudo notar con aterradora certeza que sus fuerzas se drenaban hasta sus pies y un frío entumecimiento quedaba en su lugar. Su, hasta hace unos días, padre en la ley la había vendido como si fuera un artículo de colección para algún viejo pervertido! O algún hombre malvado que la usaría sin reparos como mejor le conviniera! Elizabeth había escuchado de trata de blancas y en novelas románticas había leído de hombres que compraban esposas. Pero ahora en el lugar de ellas, Elizabeth sabía que no era nada romántica la situación. Joseph se le acercó para darle un último vistazo para después ponerle una bolsa de papel en la cabeza. El malvado hombre se acerca al oído de la niña para d