Edward suspiró al ver a Emily de ese modo. Él cerró las cortinas de la habitación para que tuvieran privacidad. Para que estuvieran frescos encendió el aire acondicionado. "Emily..." Susurró de nuevo Edward. Ella no se resistió cuando la cargó con sus fuertes brazos. Ambos se sentaron en el comodo sillón. Edward le acariciaba delicadamente sus brazos, su espalda, su cabello y su carita pequeña. Él hacía eso para tranquilizarse y tranquilizarla. No quería admitirlo, pero había sentido miedo de perderla. Un miedo que podría ser comparable con el que sienten los padres cuando algún hijo travieso se esconde de ellos asustandolos de muerte. Edward quería consolarla lo mejor posible pues ella se veía tan lastimada, frágil y triste. Parecía un cascarón vacío de Emily. Cómo si fuera u