CAPITULO 3
AMELIA
Regreso apretando el móvil en mi mano, al punto donde he estado dando la presentación, posándome frente a los tres hombres que me ofrecen miradas de intriga, y en el caso del ministro sumaria de disgusto, muy habitual en los minutos compartidos.
Se me dibuja una sonrisa en el rostro, con la satisfacción de arruinarle a mi jefe la intención de pisotearme, y mi ingreso oficial a la OMFE.
-Gracias señor Wagner, por el cumplido-Luego de mis palabras al exministro, poso mi atención al cabron que está a su lado, mirándolo fijamente, con mi ego en alto. -Ministro, es una pena que se disguste sin necesidad. Cómo venia diciendo...Siento tener que informarles que el conde, ha encubierto muy bien sus jugadas e identidad, y la manera en que opera, ya que su cargo le brinda el poder para evadir cualquier ente judicial, siendo el ministro de defensa de Suecia: Aron Betsy.
Siento el regocijo de mostrarle al ministro que no me subestime, que estoy a la altura de la OMFE.
El lugar queda en silencio con los rostros de confusión e impacto de los presentes que se dedican miradas entre sí.
Brian detiene su mirada en mí.
-Estas segura?, es una grave acusación-pregunta Brian, rompiendo el silencio
-Totalmente! -respondo. Desde mi móvil hago que el proyector muestre uno de los archivos que me envió Arezoo.El video muestra como el algoritmo de identificación de individuos creado por los mejores hackers del mundo compara cada milésima de la huella, arrojando como resultado la imagen, nombre, datos y registro del ministro de defensa sueco.
-Es más complicado de lo que pensé, un caso que incluye: poder, corrupción y aliados fuertes, ¡vaya sorpresa! -cuestiona el ministro
-Albert, coordina todo para reunirnos en una semana y programar el operativo en Suecia en el cual se llevará a cabo la captura del conde –dice el exministro a su hijo, y este asiente.
Los presentes se levantan de las sillas. El primero en llegar frente a mi es el señor Wagner
-Eres de las grandes, ¡tengo buen ojo!, soy exministro y representante legal de la organización, a tus órdenes, un gusto conocerte, tenerte en el equipo de trabajo y por supuesto en nuestra familia, ¡bienvenida! -me dice muy amablemente ofreciéndome una sonrisa pícara y su mano.
-El gusto es mío señor -digo apretando su mano, y ofreciéndole una sonrisa de gratitud, me ha caído muy bien.
-Hasta pronto- se despide, retirándose.
-Amor, gran trabajo, té felicito! Saldremos a comer, daremos un paseo y pasamos rato juntos, mañana debo estar a primera hora en México. -me dice mi prometido posando sus manos en mi cintura, dándome un delicado beso en los labios. -el ministro nos repara con disgusto, y odio la maldita incomodidad que me produce besar a Brian cerca a su hermano.
Cuando voy a responder su beso, el ministro interrumpe.
-Siento dañarles los planes. Soy un hombre de palabra y Ameli ,debe revisar y firmar el contrato, para ser oficialmente intendente de la OMFE. -dice muy serio sentándose en su escritorio, encendiendo su PC, sin mirarnos.
Ser intendente de la OMFE, me llena de ilusión y alegría de volver a desempeñarme en lo que me apasiona. Por primera vez pronuncia mi nombre, despertando cierta sensación de gusto inevitable.
- ¡Hermano, puede hacerlo mañana! -le reclama con disgusto Brian.
Aunque no me agrade la intención del ministro, molestándome en todo lo que pueda, tampoco quiero tener privilegios por ser su cuñada, estoy aquí por lo que soy, y demostrare de que estoy echa.
-Cariño, nos veremos luego, apenas termine-digo a Brian dándole un beso en la mejilla, y acariciando su hombro, no quiero complicar más el trato entre ellos, ya que el ministro, ignora su pedido y nuestra presencia revisando con atención algo en el pc. Él asiente, despidiéndose, posando un beso en mi coronilla, dejándonos solos en el despacho despacho.
Me siento frente al ministro quien ha puesto el contrato sobre el escritorio.
Leo detenidamente, revisando los compromisos de mis funciones, el punto 8, trata del acuerdo de confidencialidad, en el que se estipula que de ser incumplido me someteré a destitución de mi cargo, de mis títulos. No podría ejercer en ninguna institución en cualquier parte del mundo, ya que, si lo hiciese la entidad que me acepte y yo seriamos objetivo militar de la OMFE, e incluso se añade en un inciso, que estipula, considerando la complejidad de la exposición de la existencia de la organización, la alta asamblea secreta puede sentenciar pena de muerte. Paso al punto número nueve, donde se estipula que debo someterme a la dirección, reglas, pedidos, órdenes y misiones, que me ordene el jefe y ministro Albert Wagner, sin discutirlas ni cuestionarlas, ya que el hacerlo sería sometida a una gran sanción e incluso la destitución, según sea la decisión autónoma del ministro.
El último punto me cabrea, pero. Soy profesional y podre con el karma de jefe, es mi oportunidad de renacer, y no la desperdiciare.
Tomo el bolígrafo que hay sobre el escritorio firmo, me levanto de la silla y el ministro también se levanta, ha estado en su pc y me ha dado unas frías miradas por momentos mientras he estado revisando el documento.
Rodea el escritorio, Llegando hasta mí, quedando los dos frente a frente.
Suspiro, no deseo aguantarle más sus ataques por hoy.
Levanto el contrato del escritorio, extendiéndoselo a él, para que lo reciba. Alzo mi mirada, chocándome con la suya, en un instante donde ese imán toxico de atracción, que él consigue activar me invade, desde la primera vez que lo vi. Nos miramos fijamente, el pasa saliva, mis ojos sin pedir permiso a la razón y la cordura repara sus labios que invitan a pecar.
Roza mis manos recibiendo el contrato y esa simple acción hace que las piernas me tiemblen, y mi cuerpo apetezca su tacto.
¡¡Maldición!!, que es lo que me hace este hombre, estoy enseñada tratar hombres guapos, y ninguno me había causado este tipo de desorden hormonal.
-Está a mi disposición intendente!, a mis órdenes..! -sus palabras suenan con segundas intenciones, me ofrece una sonrisa de lado, alzando una ceja y su mirada lasciva me recorre toda.
La intención de sus palabras y su actitud deberían incomodarme y ser indiferente a ellas, pero por una extraña razón no es así, por el contrario, me satisface.
-Cumpliré sus pedidos-respondo embelesada por sus ojos y su boca. Él sonríe con malicia, y caigo en cuenta como ha sonado lo dicho, mis manos siguen sosteniendo el contrato que él ya tiene en sus manos frente a nosotros, retiro mis manos del documento rápidamente, haciendo el máximo esfuerzo por centrar mi cordura-Cumpliré...sus pedidos, en cada una de las funciones que me exija el cargo-mi voz sale temblorosa. Tomo mi bolso de la silla, sintiendo su mirada sobre mí.
-Hasta luego ministro-me despido, retirándome sin mirarlo, esto que me produce no esta bien es mi jefe y mi cuñado!