La misma noche New York Adamis El amor activa una parte del cerebro convirtiéndonos en adictos a esa droga, tanto que nos creemos invencibles, capaces de derrumbar muros, escalar grandes montañas, y queremos más sin impórtanos nada, y sería lo ideal tirarnos al vació por luchar por ese sentimiento llamado amor, lo malo es cuando no somos libres, como en mi caso, que deje de reprimirme para robarle un poquito de felicidad al destino, porque necesitaba dejar de sangrar por amar a alguien prohibido, entonces quise creer que tenía derecho y fallé, caí estrepitosamente de mi pequeño cielo, pues no medí las consecuencias de mis actos, se me nublo el pensamiento, y lo peor es haber sido encontrados infraganti en una situación embarazosa a punto de tener sexo. En resumidas cuentas, estoy paral