-Ya te dije que dejes tus malcriadeces. - Escucho voces a lo lejos, recuerdo que aún sigo en los Establos, los rayos del sol entran y los caballos no están, tampoco Esteban, me levanto y lo primero que siento es un dolor en mis rodillas marcadas por la paja, me quito un poco tengo hasta en el cabello, no sé en qué momento me puse el abrigo de Esteban.
- ¿Me estás diciendo que no estuviste con ella? - Escucho a Lucrecia reclamarle a alguien.
-Eso no es tú problema. - Ese es Esteban, decido salir veo que están en la entrada del establo, ella esta pegada en unas de las vigas y él está casi que encima de él y la besa, vale, pero sí que le encanta tener varías, él ya está bañado y con otra ropa, ni siquiera fue capaz de despertarme y decirme que me fuera a mi habitación, estoy llena de san
