—¡Marcos, yo…! El hombre apretó más su cuello de forma en que la mujer no pudo hablar; su cara se puso muy roja. —¡Suéltame…! —balbuceó. Marcos la soltó. —No te atrevas a decirle que fui yo quien pagó a tu amiga para que fuera enviada a la cama de Elio, o te juro que te mataré, y tu cuerpo nunca será hallado —dijo con voz firme. Lydia se estremeció, negó. Tuvo miedo, ella misma ahora no quería que esa información se supiera nunca. Eso marcaría el final de su mentira, y la alejaría de su gran sueño de ser la señora Francelli. Marcos salió sin decir nada más. *** Cuando Marcos llegó a la villa Francelli se encontró con su tío Adolfo y lo llevó a su habitación. —¿Averiguaste quién es la mujerzuela? —Sí, pero… es un problema, es… una examante mía. Los ojos de Adolfo se abrieron en