Dos días después. Luna y Elio volvieron al hotel, luego de recorrer la isla. —Mañana, debemos volver a casa, me siento triste por dejar este lugar, pero ya extraño mucho a Aly. Elio sonriò. —Yo también la extraño mucho, pero cuando vea cuantos juguetes le llevamos, va a enloquecer de felicidad —dijo Elio. —La estás malcriando mucho, Aly se acostumbrará a que le darás todo lo que ella pida. Elio sonriò. —Déjame hacerlo, mi hija no tuvo a su padre por cuatro años, ahora merece tenerlo todo el tiempo. Luna le mirò extrañada. —Pero… no eres su padre, Elio, quiero decir, lo eres, pero… Él siseó, poniendo su dedo en su boca. —Silencio, señora Francelli, es nuestra última noche aquí, y yo dije que quería mi Luna de miel, usted debe complacerme. Ella rio de sus palabras. —No estoy seg