Marcos llegó a ese bar y saludó a su tío. —¿Por qué me has citado aquí, tío? —Bueno, quiero que nos distraigamos un poco de todo lo malo, hijo; tómalo con calma, pronto, Elio dejará de ser un problema para ti. —¿Por qué lo dices con tanta seguridad? Adolfo sonriò. —Confía en mì. Adolfo se levantó. —Iré al baño, espera aquí. Marcos bebía una cerveza, cuando vio a esa mujer acercarse, rodó los ojos. —¿Qué haces aquí, Lydia? ¿Volviste a las andanzas? —dijo burlándose—. Así que Elio te echó, vaya, sí que ha cambiado. La mujer le mirò con rabia. Lydia se sentó en la mesa. —¿Vas a separar a Elio de Luna? Marcos la mirò con ojos pequeños. —Que te importa, ese no es tu asunto. —Te ayudaré, yo también los quiero lejos a los dos. —Tú no eres la mujer del bar de esa noche, dime qu