Entraron a su camarote, él acarició su rostro, besó sus labios. Ella quiso abrazarlo, y él lanzó un quejido, ella le quitó el saco y la camisa, sorprendida de ver esa herida. —Estoy bien, Luna. —¿Qué pasó? —Un accidente en auto, perdí el control y la verdad casi me mato, tuve suerte, regresé por ti y por mi hija. —¡Dios! —exclamó Luna observando. —Creo que no puedo moverme bien, pero te necesito tanto. Había una sonrisita en Elio, mientras mordía sus labios de forma tan sensual. Elio luchó con una mano para quitarse la camisa. —¿Me ayudas? Luna sonrió, se acercó a él, dejó de pensar en el minuto en que vio esa sonrisa, en que su mirada se volvió fuego, sintió que era solo una estopa destinada a arder en sus brazos. Sus manos pequeñas temblaron, mientras abrían cada botón de es