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Los ojos de Luna se abrieron enormes, no podía creer que ese hombre estuviera frente a ella. Estuvo a punto de desmayarse, pero él la sostuvo con fuerza en sus brazos. —¿Amor? ¿Luna? —exclamó al verla tan desamparada y pálida. —¡¿Eres tú?! ¿Es un sueño? —exclamó con ojos tristes. Elio negó. Su mirada era tan tierna que la doblegaba, era como una aparición celestial. —No, estoy vivo, de verdad; ¿Creíste que iba a morir y te dejaría viuda, joven, hermosa y rica? Eso no está en mis planes, quiero hacerte el amor más veces de las que lo hice, mil millones de veces más y dormir en tus brazos, por el doble de ese tiempo. Las lágrimas escurrían por el rostro de Luna, sin poder entender lo que ese hombre decía. Lloró mucho más. Luna sintió esas manos sobre su rostro, era cálida, intenta