3| El principio de una guerra

1143 Words
La mano izquierda de Alison se apretó en un puño mientras sus ojos apuntaban a Zander como dos dagas afiladas, estaba molesta, las ganas de levantarse de esa silla y abandonar el lugar, no sin antes gritarle todo lo que pensaba de él, la inundaban. Sin embargo, tenía que ser profesional, ella era consciente de que no encontraría otro empleo en una firma tan prestigiosa como lo era “Blackford & Associates” y no se podía dar el lujo de renunciar, no sin siquiera haberlo intentado. —Puede pensar lo que quiera de mí —replicó, controlando su tono de voz, mejor de lo que ella misma esperaba—, pero estoy aquí para salvar su maldito casino, le guste o no. Y para hacerlo, necesito que coopere —declaró presionando los dientes, sin retirar su mirada de la suya, sintiendo como el ambiente se volvía más denso. Zander la miró, y sus ojos brillaron con una mezcla de diversión y perversidad. Dio un paso adelante, acercándose lo suficiente para que Alison pudiera percibir el aroma de su loción, un toque cítrico mezclado con la esencia profunda del cuero, que la invadió haciendola sentir un peligro inminente. —¿Cooperación? —murmuró Zander con ironía—. No necesito cooperar contigo, pequeña —espetó él, de forma despectiva—. Tú me necesitas. Y si no demuestras ser útil, te apartaré de mi camino como he hecho con los demás abogados —amenazó mientras su gesto se endurecía, El corazón de Alison latió con fuerza. Una parte de ella quería levantarse, abandonar la oficina y dejar que ese idiota arrogante resolviera sus propios problemas. Pero su lado competitivo y orgulloso, quería callarlo, hacerle tragar sus palabras, y eso solo haría demostrándole que era la indicada. Alison pensó que no había mejor forma de mostrar que no era una simple novata, de ganar el respeto que se merecía, aunque él no estuviera dispuesto a dárselo. —Pues no me iré, si eso es lo que piensa que haré —soltó con voz firme, mientras sus ojos conectaban directamente con los de Zander—. Porque también me necesita, porque no puede seguir perdiendo su valioso tiempo. Porque necesita de alguien que no tenga miedo de ensuciarse las manos por conseguir los resultados que tanto demanda —advirtió Alison con un ápice de ironía, dejando que sus palabras colgaran en el aire, pesadas y cargadas de una verdad silenciosa, había pasado casi dos meses en los cuales varios abogados desfilaron por el casino sin poder quedarse con el caso. Alison necesitaba obtener el caso era cierto, pero Zander necesitaba de un abogado con la misma o incluso mayor urgencia. Zander levantó una ceja y su sonrisa ladeada se volvió aún más pronunciada. Se inclinó hacia ella, apoyando ambas manos en los posa brazos de la silla, invadiendo su espacio personal de una manera deliberada. Su rostro quedó de frente al suyo, tanto que pudo sentir su aliento, cálido que destilaba un ligero aroma al licor que se encontraba en el vaso de cristal sobre la superficie del escritorio. —Hablas con mucha confianza para alguien que ni siquiera sabe cómo funcionan las cosas en este mundo —susurró con seriedad, mientras su vista se dirigía a sus labios y subía con lentitud para clavarse en los ojos marrones de ella—. Te diré algo, novata, dejaré que lo hagas, que compruebes con hechos esa seguridad de la que tanto alardeas —manifestó Zander sin apartarse de ella, mientras Alison mantenía su mirada fija en sus ojos. —Pero si te equivocas, te destruiré —amenazó—. Aquí no hay segundas oportunidades y si me haces perder mi tiempo, me aseguraré de que tu carrera termine antes de que siquiera comience. ¿Entendido? —vociferó con su voz gruesa, mientras el silencio que le siguió pareció más largo, más asfixiante. Alison sintió una descarga de adrenalina, la presión en su pecho aumentando con cada palabra de amenaza. La rabia y la determinación luchaban por dominarla, y por un segundo pensó en cómo sería contestarle algo que lo hiciera retroceder. Pero no podía darse el lujo de dejarse llevar por sus emociones. Respiró hondo y se levantó lentamente de la silla, haciendo que él diera un paso atrás y sin apartar la mirada de los ojos azules de Zander. Alison se enderezó y alisó su falda, mostrando una compostura completamente opuesta a la tormenta interna que sentía. Pero de igual forma, sonrió internamente, había logrado lo que ningún abogado experimentado de la firma. Había obtenido el caso y aunque ese solo erra el comienzo, Alison estaba satisfecha con ello. —Lo entiendo perfectamente —respondió con calma, aunque sus ojos lanzaban una chispa de molestia—. Pero, no me asustan sus amenazas. De hecho, por el contrario —dijo ella elevando el mentón y mostrando una pequeña sonrisa. —Me motiva a demostrarle que se equivoca. Y cuando eso pase, espero que tenga la decencia de admitirlo —dictaminó mientras alzaba ambas cejas de manera casi despreocupada. Zander observó la transformación en Alison con una expresión impasible, pero algo en su mirada había cambiado. Tal vez no esperaba que la joven abogada se defendiera de esa manera, con una frialdad que rivalizaba con la suya. Un silencio tenso se instaló entre ellos, pesado como una nube de tormenta, mientras las palabras de Alison lo golpeaban sin ser rebatidas. Finalmente, Zander se incorporó, apartando la mirada de ella por primera vez en toda la conversación. Volvió a girarse hacia la ventana, sus manos cruzadas detrás de la espalda, observando las luces de la ciudad que se extendían más allá del cristal. El cielo había comenzado a oscurecerse. —Muy bien —dijo con voz neutral, aunque había una nota de algo más, algo que parecía casi aprobación—. Vamos a ver si tus palabras de verdad valen algo. Alison observó su espalda, se notaba ancha, rígida y firme contra el reflejo de la ventana. El hombre debía medir más del metro noventa. Sin duda su aspecto era intimidante. Pero ella había llegado demasiado lejos, y no permitiría que un hombre como Zander arruinara su carrera o sus sueños. —Volveré entonces —declaró, para luego dirigirse hacia la puerta, respiró hondo una vez más. Su corazón seguía latiendo con fuerza, pero la ira que había sentido antes se había transformado en una extraña sensación que la hizo temblar ligeramente. Lo que al principio era una oportunidad de demostrar su valía ante la firma de abogados, ahora también era una batalla para demostrarle a Zander —y a sí misma— que no era una simple novata. Cuando cerró la puerta detrás de ella, sabía que aquel encuentro había sido solo el principio de una guerra. Y ella estaba más que lista para ganarla.
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