2| Una novata

1325 Words
Sintiendo cómo sus rodillas temblaban ligeramente bajo su falda. Alison se movió con cuidado, disimulando el nerviosismo que le recorría el cuerpo como una corriente eléctrica. Colocó una pierna sobre la otra y apretó el dobladillo de su falda en un intento por aferrarse a la calma, conteniéndose de gritarle a quien sería su cliente por ser tan desgraciado. Zander la observó desde la altura, sus ojos la recorrieron con lentitud, y luego una sonrisa irónica se dibujó en sus labios. Parecía increíblemente satisfecho con la situación, como si tuviera claro cuál sería el desenlace, como si estuviera seguro de que la joven frente a él no era lo suficientemente competente. —Seré claro, señorita Hale —declaró Zander, con una voz que destilaba arrogancia ante el mutismo de la abogada—. No tengo tiempo para charlas inútiles, así que sea breve. Quiero saber cómo piensa sacarme de este maldito problema. Y no me interesan formalidades o tecnicismos. Quiero resultados, y rápido —soltó mientras se alejaba un poco del ventanal y daba unos pasos hacía el escritorio. La crueldad en sus palabras cayó sobre Alison como una losa, pero no dejó que sus emociones la dominaran. Estaba acostumbrada a lidiar con esa clase de comportamientos, con personas que pretendían mirarla por encima del hombro, aunque Zander lo llevaba a un nivel completamente nuevo. Era un hombre acostumbrado a controlar todo a su alrededor, a hacer sentirse inferiores a aquellos que no creía que estuviesen a su altura. Y, sin embargo, ella no podía permitirse flaquear, pero tampoco podía insultarlo, por mas ganas que tuviera de hacerlo. Alison respiró profundamente antes de comenzar, intentando no pensar en cómo los ojos azules de Zander no dejaban de escrutar cada gesto que hacía. Como si esperase encontrar el menor rastro de inseguridad o debilidad en ella. —Señor Zander —comenzó con una calma exasperante—, entiendo la gravedad de la situación. Sé que su casino ha enfrentado problemas legales con las autoridades locales debido a ciertas irregularidades en las licencias —comunicó Alison con profesionalismo—, he estudiado las acciones previas que su equipo legal intentó sin éxito. Lo que propongo es un enfoque diferente, uno que se centre en una negociación directa con los fiscales, aprovechando algunos vacíos legales que, hasta ahora, han pasado por alto. Mientras hablaba, Alison mantuvo su tono firme, soportando el peso de la mirada del Zander. Podía notar cómo sus pupilas se dilataban levemente, como si estuviera analizando cada una de sus palabras, esperando que se equivocara. Y aún así, continuó, sin darle el gusto de vacilar. Zander arqueó una ceja, y esa sonrisa irónica reapareció en su rostro. —¿Vacíos legales? —repitió, burlón sus palabras—. Así que han enviado a una novata para que intente lo que un equipo de abogados experimentados no logró en meses. Interesante —agregó mientras colocaba ambas manos dentro de sus bolsillos. Alison tragó saliva, pero mantuvo la compostura. Aunque no lo pareciera, ella se había graduado con honores, era una mujer inteligente y había obtenido un lugar en la prestigiosa firma gracias a su conocimiento, aunque no tuviera mucha experiencia. —Puede que sea una novata en lo que respecta a este tipo de situaciones —dijo, mirándolo directamente a los ojos, tratando de no demostrar su indignación por la forma tan despectiva al mencionarlo—. Pero incluso siéndolo, estoy segura de que las soluciones convencionales no funcionan en casos tan específicos como este —señaló presionando la mandíbula mientras observaba al hombre que en menos de veinte minutos estaba logrando que perdiera la calma. —Lo que ofrezco es un enfoque menos… ortodoxo, pero que sea viable —propuso con la idea clara de que aquello podía funcionar. Zander soltó una breve risa, un sonido vacío que resonó en la silenciosa oficina, que hizo a Alison apretar sus manos hasta que sus dedos se tornaron blancos. —Menos ortodoxo, ¿eh? —repitió Zander con desdén—. Seguramente usted tiene mucho que enseñarme sobre cómo funciona este mundo —espetó con sarcasmo. Zander no era un hombre que confiara en las palabras y todo lo que Alison decía sonaba como un mal chiste. —Todo lo que menciona suena perfecto, pero a mí me interesan los resultados y lo único que veo es a una abogada que parece demasiado joven para estar en esta oficina —vociferó Zander con un tono grave, como si estuviera indignado de que la abogada que habían enviado fuera Alison. Alison sintió cómo la sangre le hervía, pero se obligó a mantener el control. Zander era un hombre cruel, arrogante, un depredador que disfrutaba haciendo sentir inferiores a los demás. Pero ella no se dejaría intimidar. No ahora. No cuando tanto estaba en juego. —Comprendo su escepticismo, tiene todo el derecho de desconfiar después de tantos intentos fallidos. Pero no he llegado aquí sin estar preparada —comunnicó, sin dejar que su tono flaqueara y sin demostrar lo molesta que estaba por la forma en la que el hombre parecía querer humillarla—. Si me permite llevar este caso, le demostraré que no soy alguien que se rinde fácilmente. Estoy aquí para ganar —siseó Alison con determinación. Zander la observó en silencio durante unos segundos, y la tensión en el aire se volvió casi irrespirable. Alison sentía el calor subir por su cuello, pero se mantuvo firme. Tratando de que aquel hombre no pudiera ver sus manos temblorosas bajo la mesa y agradecida de que no notara el nudo que se formaba en su estómago. Zander ladeó la cabeza, entrecerrando los ojos. La burla seguía presente en su mirada, pero había algo más, una curiosidad oscura y peligrosa que a Alison le provocaba escalofríos. —¿Ganar? —musitó él, con un tono de voz que goteaba sarcasmo—. Es curioso que todos los abogados lleguen aquí con la mima seguridad ¿Y sabe qué pasa luego? —preguntó con sus ojos azules brillando de forma intimidante—. Se quiebran. Uno por uno, señorita Hale —musitó enfatizando en cada palabra. Alison apretó los labios, tratando de contener el enojo que burbujeaba en su pecho. El constante menosprecio de Zander estaba calando hondo. Sin embargo, decidió continuar, lo último que haría sería darle la satisfacción de verla quebrarse. «¿Quién carajos se cree este hombre?» dijo en su mente, mientras respiraba hondo. —No me importa cómo funcionen los demás, señor —respondió, alzando ligeramente la barbilla, mostrando una firmeza que incluso le sorprendió a ella—. Estoy aquí porque creo que este caso puede ganarse. Así que le pido que no me subestime solo por ser una novata —inquirió con seguridad, esta vez, las manos de Alison no temblaban, estaba enojada, jamás había tenido que soportar a alguien tan arrogante y el hombre frente a ella era un completo desgraciado. El ambiente se llenó de una tensión que no era disimulable. Zander la miró en silencio, sus ojos azules analizaron la forma en la que apretaba sus labios y la forma en que fruncía su entrecejo. Entonces su expresión se endureció y su voz adquirió una cualidad cortante, casi peligrosa. —Eso es, señorita Hale. Una novata —dijo Zander. Sus palabras fueron afiladas como una daga—. Me parece una burla que me hayan enviado a una novata para algo tan delicado como esto. Estoy en medio de una tormenta legal y financiera, y me envían a una simple abogada que apenas ha visto lo peor de este mundo. Alison sintió el pinchazo de sus palabras. Era un menosprecio directo, un ataque a su habilidad y su falta de experiencia. El calor de la ira subió por su pecho, sentía la piel arder bajo su impecable traje n***o. Sin embargo, respiró profundamente, dejando que el aire frío llenara sus pulmones, forzando una expresión neutral en su rostro.
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