•CAPITULO 4•

3272 Words
POV AINHOA Al salir del bar, decidí que era hora de ir a visitar a mi madre, hoy era el día perfecto para hacerlo, primero porque estaba muy feliz y me sentía mas vital que nunca y segundo porque aunque me sintiera mejor, la verdad es que me incomodaba un poco caminar y estar con mamá significaba quedarme sentada toda la tarde. Y eso es justo lo que necesito ahora mismo. Entré a la pequeña habitación en la que estaba mamá y sonreí al verla de espalda, su mirada fija en la ventana como casi siempre estaba, me acerqué por detrás y besé su mejilla haciéndola sobre saltar un poco en su sitio. —Hola mamá —saludé sentándome en la pequeña silla frente a ella, me miró con curiosidad. Alzheimer. Era esa enfermedad lo que ella padecía y muy pocas veces me recordaba a mi. Ya me había olvidado por completo, hace seis meses que fue su último episodio de lucidez y ese día no alcance a estar con ella, tuve un viaje de trabajo y justo cuando estaba en otra ciudad me llamaron las enfermeras del centro en el que está recluida para decirme que estaba lúcida y que había preguntado por mi. Hice todo lo posible para volver antes, pagué el boleto de avión más costoso —que aún sigo pagando a cuotas—, y aún así no logré llegar a tiempo. Aún lamento haberme perdido la última oportunidad de haberle dicho «Te amo, mamá» Y siempre esperaba poder decírselo de nuevo con ella estando consciente de mi presencia y de quién soy. No sólo había perdido poco a poco la memoria sino también el habla y el oído, pasaba tanto tiempo postrada en una silla que sus piernas ya se habían vuelto perezosas y no caminaba, cada semana cuando yo venía, intentaba que se pusiera de pie y fuera conmigo a dar un paseo, pero ella simplemente decidía ignorarme y seguir mirando por la ventana. Me dolía mucho ver ese deterioro en ella, era como un bebé grande que dependía de alguien para hacer cosas mínimas. —Es lindo verte de nuevo —. Le dije bastante consciente de que no me prestaba la más mínima atención y si lo hacía, simplemente no sabía quién era yo. —Todo en el trabajo sigue igual, mis amigas y yo vivimos muy bien juntas, me gusta mi vida, no me quejo de nada por el momento aunque si hay cosas que me gustaría cambiar, entre esas el que tú estés bien de nuevo. Ella claramente no me escuchó ni prestó la más mínima atención, sin embargo yo duré allí toda la mañana, me encontraba bastante cansada de todo el ejercicio que había hecho la noche anterior y madrugada; aún así no me importó aquello, quería pasar el tiempo que fuera con ella porque los médicos decían que en algún momento podía partir y aunque ese hecho apretara con fuerza mi corazón, era algo que tarde o temprano lamentablemente debería pasar debido a su enfermedad degenerativa. Estuve haciéndole un poco de pedicura y un masaje en los pies, a ella siempre le había gustado que le diera ese pequeño masaje cuando llegaba cansada de trabajar y ahora lo hacía porqué quería que de alguna forma su subconsciente me recordara. Que ella volviera a decirme hija, era algo que estaba esperando con bastante añoranza y quería que sucediera pronto. Volví a casa alrededor de las cinco de la tarde con bastante hambre, mientras estaba con mamá solamente le había ayudado a dar el almuerzo, pero yo no había comido nada porque sabía que en la nevera aún quedaba una porción de sandwich que me había sobrado del día anterior. Al entrar al departamento todo estaba silencioso y no encontraba por ningún lado a mis amigas, revisé mi iPhone y no tenía ningún mensaje de ellas, decidí escribir en nuestro grupo un mensaje para saber de ellas y quedar tranquila. Yo: ¿Chicas, todo bien? He llegado a casa y no las he visto. No obtuve respuesta de inmediato por lo que fui hasta la cocina y abriendo la nevera busqué el trozo de sandwich el cual al encontrarlo lo comí de un solo bocado. Ya con la barriga llena y la mente despejada, pude darle cabida a lo que no me había atrevido a hacer en lo que iba del día. Pensar en aquel desconocido que me había dado la mejor noche de mi vida. Las reglas eran claras, pero mi mente parecía hacer caso omiso a estos ignorando todo lo demás, ¿Qué tan alto es? ¿Su color de cabello? ¿El color de sus ojos? Mordí mi labio inferior con fuerza sintiendo un cosquilleo en mi vientre bajo al recordar todo lo que me hizo sentir aquel anónimo. ¿Quería repetir lo de anoche? Por favor, eso ni siquiera se tenía que preguntar. Quería con todas mis fuerzas volver a vivir esa noche, me estaba volviendo loca, no podía dejar de repetir una y otra vez en mi mente la sensación de sus caricias, besos y fuertes embestidas. Haber tenido sexo con un desconocido fue una experiencia única que sin duda volvería a repetir para llevarme nuevamente una sorpresa como la de anoche, sí, ojalá fuera con el mismo hombre, pero eso lo veía poco probable y sí intentaba más veces, quizás incluso podía llegar a conseguir algo mejor. Pensé en lo que podía hacer realmente, la venda de mis ojos ya se había ido y ahora estaba dispuesta a mucho más para disfrutar de mi vida s****l, ya la había dejado quieta por bastante tiempo y era hora de volver a la acción, tener citas, sexo casual y salidas a divertirme. Cero compromiso, mucha diversión, justo lo que necesitaba y quería hacer. Luego de comer el sanduche frío y un poco pasado, decidí bajar la app de Tinder en mi celular, allí podía conseguir hombres con los cuales salir sin compromiso, me cree un perfil rápidamente subiendo solamente tres fotos —una de ellas era de la noche anterior— en mi mente pasó el hecho de qué quizás, aquel hombre me había visto antes de entrar al blindradise y quizás, podía reconocerme con facilidad porque yo lo único que tenía presente era una chaqueta de cuero y anoche había visto a varios hombres con prendas de ese tipo. Estuve al menos media hora pasando hacia la izquierda hombres que no me llamaban ni un poco la atención y solo tres había pasado a la derecha con un like, no había hecho Match con ninguno de ellos. Cansada de ver que Tinder no era tan fácil como yo había creído, aunque claramente era mi culpa por ignorar a la mayoría, todo ese proceso me había dejado con los ojitos cansados, en el cuarto bostezo decidí que era hora de irme a dormir, comprobé si había algún mensaje de mis amigas, Gaby me había respondido diciendo que estaban juntas y llegarían más tarde, así que fui a mi habitación, me cambié de ropa y me metí bajo las cobijas. ═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════ La alarma del despertador que había sobre mi mesa de noche comenzó a sonar, me quejé varias veces dando vueltas en la cama hasta que estirando una mano logré tirar el reloj al piso, era muy probable que se había roto —mas de lo que ya estaba—, pero no me importó, había aguantado golpes muy fuertes incluso contra la pared y lo bueno era que ya había dejado de sonar. A mi la verdad no me costaba mucho trabajo levantarme un lunes por la mañana, el problema era que me despertara a la fuerza y no naturalmente con mi alarma biológica que en resumidas cuentas era ir al baño a vaciar la vejiga, la adultez me había llegado demasiado pronto. Salí de entre las cobijas, me levanté de la cama y caminé con parsimonia hasta el baño, escuché a mis amigas ya en sus cuartos, Gaby cantaba en voz baja mientras Kelly abría muchos cajones, pero no pasé a saludarlas sino que directamente me metí a bañar, sabía que apenas me vieran comenzaría el interrogatorio sobre la noche del Blindradise y hoy tenía una reunión muy importante así que debía llegar incluso más temprano que de costumbre y no quedarme horas hablando con ellas. Prioridades que tenía que tener si quería sobrevivir en Nueva York independiente. Lavé mi cabello ya que hoy debía hacerlo y envolví una toalla alrededor de este, que aunque sabía que era incorrecto y mi estilista me había dicho que no lo hiciera porque lo iba a maltratar, yo tenía prisa y la toalla podía absorber gran parte de la humedad para no tardar tanto con la secadora y así nuevamente evitar que mi cabello estuviera alborotado y que las malas lenguas no dijeran nada de mí. Me vestí como casualmente lo hacía para ir a trabajar, como ya comenzaba a hacer frío y pronto llegaría el invierno, opte por llevar un jean n***o grueso, unas botas negras brillantes, un suéter gris de cuello alto junto con una chaqueta de cuero, que me hacía pensar en aquel hombre desconocido, la única piel que se me alcanzaba a ver de mi cuerpo era mi rostro y mis manos y eso era bueno porque así nadie vería las marcas que aún persistían con fuerza en mi cuerpo. Maldije en mis adentros cuando vi la hora y supe que no tendría tiempo de cepillar mi cabello, era pasar la secadora o llegar a tiempo a la reunión, así que pidiendo perdón a mi cabello por los posibles comentarios idiotas que harían hoy sobre nosotros, salí de mi casa con el cabello aún un poco húmedo, mi bolso y mi rostro sin una gota de maquillaje. Pero a mí no me costaba levantarme un lunes por la mañana, ja. No quería ni pensar en cómo sería si sí me costara trabajo hacerlo. Mi carro, un Chevrolet Beat 2015 color blanco, me estaba esperando en el parqueadero designado para mí, ese pequeño pedazo de metal blanco era mi mayor orgullo, lo que yo podía considerar propio, algo que el día de mañana nadie me iba a quitar o qué iba a perder como el departamento o el trabajo, mi pequeño auto era algo que siempre me hacía muy feliz ver porque me había costado mucho conseguir y el orgullo que sentía no cabía en mi pecho. Al entrar me llegó el olor a lavanda que amaba y encendí la radio para tener un trayecto más calmado, dejé en el asiento copiloto mi bolso, cerré la puerta, me puse el cinturón y emprendí camino hacia la empresa. El tráfico a esta hora de la mañana era un poco caótico, pero bastante manejable, fui tarareando las canciones que pasaban en la radio mientras esperaba con paciencia a que el tráfico comenzara a avanzar cada vez más, cuando ya por fin pude tomar una vía alterna y salir de la autopista principal, me fue mucho más sencillo y rápido llegar a mi destino. Saludé al celador de la entrada del edificio, que abrió la reja para poder pasar el auto y busqué mi sitio de parqueo. Salí del auto con mi bolso y me asegure de tener puesto correctamente el suéter para que no se viera ninguna marca y pasé por un estrecho pasillo que me llevaba directo al elevador, mientras caminaba escuché el fuerte sonido de una moto y aceleré el paso, conocía demasiado bien aquel sonido y no quería comenzar un lunes compartiendo el pequeño espacio del ascensor con el innombrable. Las puertas del elevador se abrieron rápidamente y no había entrado por completo cuando ya estaba oprimiendo el botón del último piso antes de tocar varias veces el botón de cerrar las puertas, sin embargo una mano se atravesó primero antes de que las puertas se cerraran. —Gracias por esperarme Turner, eres muy amable —rodé mis ojos ante su sarcasmo y me crucé de brazos mientras escuchaba como Daniel Peterson oprimía lentamente el botón que estaba dos pisos debajo del piso al que yo me dirigía. ¿Acaso no asistiría él a la reunión? Abrí la boca para preguntar, pero en el último momento me arrepentí, no me importaba lo que hacía, no me importaba lo que hacía, me dije mentalmente varias veces hasta que por fin escuché como se abrían las puertas del ascensor y él por fin salía sin dirigirme más palabras. Suspiré con fuerza soltando la respiración contenida desde el piso de abajo, ver a Daniel no me generaba placer, verlo me recordaba aquellos momentos que deseaba olvidar y dolía bastante en mi pecho verlo y que él actuara como si nada, como si no le doliera haberme... En fin. Bajé en el último piso y entré directamente a la sala de reuniones, saludé a las personas que estaban allí presentes y tomé asiento en uno de los laterales de la mesa y esperé a que la reunión iniciara mientras revisaba varios perfiles más de la app de Tinder. —¿Buscando novio? —, brinque un poco del susto al escuchar una voz demasiado cerca de mi oído, miré quién había sido y suspiré. —Me asustaste, Steven —él soltó una pequeña carcajada mientras se alejaba —. Quiero ver qué puedo conseguir por acá. Él chasqueo la lengua y negó moviendo su dedo índice frente a mí cara de un lado al otro. —Te romperán el corazón. —Levanté mis cejas ante su comentario. —¿Pero qué dices? —pregunté con tono de voz burlón —, si está app es solo para conseguir citas y unonque otro compañero para sexo casual, ¿Rompermen el corazón? Eso solo pasaría si me enamorara por medio de la app y no soy tan idiota como para hacer eso. Steven miró hacia un lado mordiendo su labio inferior, abrí mis ojos sorprendida y giré con todo y silla hacia él. —¡¿Te enamoraste por una app?! —exclamé en voz baja. —Shh, cállate. No te voy a contar nada —se cruzó de brazos y me dio la espalda medio avergonzado, sus mejillas se habían teñido de color rojo. Toqué varias veces su hombro. —Oye, no te enojes —, se me escapó una pequeña risa que lo hizo bufar. Steven era uno de los periodistas que se encargaban de entrevistar a los famosos, era bastante bueno en su trabajo y amado por todos los personajes de farándula, muy inteligente y siempre da más de la cuenta en todo lo que hace, es uno de los pocos hombres que admiro y a los que me le quito el sombrero. Y apesar de ser bastante famoso y reconocido, seguía igual de humilde que siempre, eso era algo lindo de él. —No me digas nada, que yo soy sensible —respondió en medio de un suspiro, lo abracé desde atrás. —Lo siento, no quería reírme de ti o llamarte idiota, ¿Me quieres contar la historia? —pregunté esperando que se dignara a hablarme de su experiencia, me podría servir para evitar cometer algún error. Haber descargado la app y creado una cuenta en esta, ya cuenta como primer error. No le hice caso a mí subconsciente. —Algún día, aún me duele —hice un puchero mientras lo soltaba. —Lo siento, odio a la persona que rompió tu valioso corazón —él me sonrió apretando cálidamente mi mano. —Gracias por tu apoyo, ojalá yo pudiera decir lo mismo que tú, pero yo lo sigo queriendo —. Llevé una mano a mi pecho. —Oh, Stiven, ningún hombre vale la pena si rompe tu corazón, algún día lo olvidarás y llegará el indicado. —Eso espero, pero de verdad te recomiendo no abrirle más que tus piernas a cualquier hombre de esa aplicación del demonio —se me escapó una fuerte carcajada que fue interrumpida por un carraspeo de garganta. —Buen día, espero la mejor disposición para la reunión el día de hoy sin ningún tipo de interrupción —saludo Meredith, volví a la posición inicial y Stiven hizo lo mismo, al levantar la mirada me topé con los ojos de Daniel mirándome, desvíe la mirada de inmediato. Comencé a escuchar la reunión vagamente, mi mente nuevamente fue a parar en los recuerdos de la noche del sábado y no me di cuenta de lo distraída que estaba hasta que Stiven chasqueo dos de sus dedos en mis narices. —La reunión ya ha acabado —, comentó. Miré la mesa y me di cuenta de que en realidad éramos los últimos que quedábamos a excepción de Daniel que estaba pegado a un computador y en una de sus manos sostenía una tablet haciendo solo él sabía que cosa. —Vaya, no me había dado cuenta de nada —me levanté de la silla tomando mi bolso. —Estabas pensando en tu próxima cita de Tinder, ¿Verdad? —me preguntó negando un poco con su cabeza, sabía que no le parecía del todo bien que yo tuviera un perfil en esa app cuando ya conocía un poco de su historia, me encogí de hombros —Bueno, ya me contarás sobre con quién fue y como lo hacía. Me sonrojé soltando una pequeña carcajada. —Quiero todos los detalles, cariño —me dijo con seriedad. —Te lo diré todo cuando suceda —él me guiñó un ojo antes de salir rápidamente de la sala y yo lo seguí al mismo paso ignorando la mirada de Peterson fija en mi. Point of view: Daniel. ¿Cita? ¿Acaso escuché mal? Cerré la laptop con un poco más de la fuerza necesaria y retiré mis gafas de pasta gruesa color n***o para luego sobar un poco las sienes al sentir un fuerte dolor de cabeza. Mis venas palpitaban contra las yemas de mis dedos. Durante toda la reunión había observado a Ainhoa con mucho detalle, su cabello como una leona era lo que más me gustaba de ella, sus labios gruesos en forma de corazón me tentaban bastante a besarlos y esos ojos color verdes que me miraban con desinterés eran mi jodida perdición y verlos volverse blancos ante cualquier frase burlona que yo le soltaba era el motor de cada día. Patético, quizás podría verse de ese modo, pero a mí me gustaba lo que teníamos. Lo que si no me gustaba era que saliera con cualquier tipejo, claramente yo no podía decirle nada al respecto, era su vida y sus decisiones, pero como me dolía el pensar que alguien más podía hacer lo que yo quería con ella. Pensar en otras manos tocando su cuerpo, otros labios besando los suyos me llenaba de furia. Yo la quería para mí y si tenía que hacerme pasar por alguien más para conseguirlo, entonces lo haría. Me bajaría esa aplicación de citas que era tan famosa y comenzaría a hablarle por allí a la vez que intentaba comenzar a ser más amable con ella, tenía dos meses, dos jodidos meses para hacer que Ainhoa supiera de mis sentimientos y que ella también sintiera algo por mi, esperaba que en menos de 60 días le pudiera decir lo mucho que la quería; si esto no llegaba a suceder, ya no sabría que sería de mi. Estoy bastante cansado de fingir odiarla, la quiero, quiero estar con ella y es hora de tomar las riendas de mi vida, amarrar fuerte mis pantalones e ir por ella.
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