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A la mañana siguiente cuando me desperté, me di cuenta de que Alfred ya no estaba en la cama, me levanté, fui al baño a asearme, luego regresé al dormitorio y me vestí, después, bajé las escaleras. Acercándome a la cocina, viendo a mi hija y a Alfred sentados en las sillas desayunando. —Buenos días, no me has despertado—, le dije a mi marido, dándole un beso en la mejilla a mi hija. —Estabas muy linda durmiendo y no quería despertarte, y hoy te voy a llevar a comprar tu vestido para la recepción—, me dijo Alfred. Cuando salimos de la casa, Kendall puso su mano en mi espalda y me dirigió hacia su auto. Una vez que llegamos, Alfred le dio el control remoto, abrió la puerta trasera para sentar a la pequeña Cintia en su asiento del auto y yo me senté. Al lado de mi hija, Alfred mirándome co