EN CASA DE ALFRED KENDALL

1158 Words
Corina había terminado su jornada de trabajo, se dirigía ahora a la parada de transporte para llegar a casa de su mejor amiga Carmen y pasar la noche allí. Ya estando en la parada, ve que un lujoso vehículo se estaciona frente a ella… Ahí estaba Alfred Kendall, con su chofer y las niñas. — ¿Hacia dónde se dirige?, ¡la llevamos hasta la misma puerta! — A la casa de mi amiga Carmen, está bastante lejos… No quiero causarles molestia por favor. —¿Es ahí dónde pasarás la noche? pregunta Kendall — Si, de momento me quedaré con ella —¡Suba! La llevamos, no será molestia alguna De forma tímida, accedió al automóvil. Se acomodó con las tres niñas que la miraban sonreídas. — ¿Quieres ser nuestra mamá? Le pregunta Cintia — Eres hermosa…¿ Te puedo dar un besito? —Claro linda, eres una muñeca… Bueno, tres muñecas — ¡Yo también te quiero besar! — ¡Y yooo! —Cintia cariño, ven con papá, mi niña hermosa—, le dijo Kendall. Carly y Cindy vengan conmigo…Mientras las acomodaba en su regazo. —No, déjelas junto a mi, ellas necesitan cariño y yo también… Acabo de pasar una mala experiencia. No pudo evitar que sus ojos se pusieran rojos, casi a punto de llorar. —Entiendo, dijo Kendal. Le propongo que pasemos por mi casa y si gusta, puede quedarse, mientras consigue un alojamiento definitivo. —Apenas me conoce, sería una desverguenza de mi parte —¡No lo es! Necesito ayuda con las niñas, usted inspira mucha paz y eso me gusta, por favor acepte, por esta noche al menos… —Está bien, trato hecho. Llegamos a una lujosa casa, muy grande, las niñas estaban muy contentas y rápidamente me mostraron la cocina. Me contaron, como su padre les dijo que limpiaran y ordenaran todo. No paraban de reir porque las galletas sabían muy malucas, pues no estaban cocinadas jajajaja Alfred se rió a carcajadas mientras servía un poco más de vino en nuestras copas. Las niñas estaban cansadas y una de las muchachas que trabajaban como servicio de la mansión, las dejó bañadas, vestidas con sus pijamitas y dormidas Alfred me llevó a un lujoso restaurante donde cenamos y platicamos sobre todo tipo de temas. Sacó una tarjeta de crédito de su billetera para pagar la cena y el camarero se acercó a nuestra mesa para tomarla. Una vez que el camarero regresó a la mesa y se la devolvió a Alfred, ambos nos levantamos de las sillas, Kendall puso su mano en mi espalda como cuando entramos al restaurante, indicando la puerta de salida del restaurante, vimos que el auto de Alfred Kendall ya estaba en la entrada, donde el conductor ya nos esperaba con la puerta del vehículo abierta para que pudiéramos entrar y sentarnos, entonces el conductor cerró la puerta saliendo de ese lugar. Cuando el conductor detuvo el auto y nos abrió la puerta, Alfred fue el primero en bajar, me ofreció su mano para ayudarme a bajar del vehículo, pero al sentir la mano cálida de Alfred, nos quedamos mirándonos a los ojos, notando su deseo de estirar mi mano para que yo cayera en sus brazos, viendo como mojaba sus labios con su lengua, haciéndome dar cuenta del deseo que tenía de unir sus labios con los míos, pero inmediatamente retiré. mi mano, entrando los dos en esa hermosa mansión. Alfred Kendall me dejó caminar delante de él, mirando el gran salón que había allí, viendo una amplia escalera blanca que conducía al piso superior. Una vez arriba vi una gran puerta de cristal, donde se podía ver en su interior una preciosa chimenea y dos grandes sofás con una gran mesa rodeada de sillas de última moda al fondo. Alfred me hizo seguirlo hasta un hermoso dormitorio, donde estaba todo junto, cortinas, edredones, cojines e incluso la tela del gran sofá que había en el interior. —Esta será tu habitación y puedes quedarte hasta que consigas tu vivienda definitiva—, me dijo Kendall. —Disculpe, pero no tengo ropa para dormir y mañana tendré que ponerme el mismo vestido que llevo esta noche, no me quedó tiempo para traer nada—, le dije. — No te preocupes por eso, Adela, mi doncella ha dejado un camisón en tu cama, y te puedo asegurar que ninguna de mis conquistas lo ha usado, puedes estar segura, mañana al despertar tendrás el armario lleno. de ropa, ya he dado la orden de que tu ropa esté en mi casa a primera hora de la mañana — me dijo —Tienes todo bien planeado, ¿verdad? — le dije sonriendo — Buenas noches Corina, espero que descanses, mañana seguramente será un día largo para los dos — me dijo Kendall saliendo repentinamente de ese dormitorio. A la mañana siguiente, me desperté algo sobresaltada cuando escuché a Alfred y a las niñas gritar y reír en el pasillo. Luego me levanté de la cama, entré al baño que estaba en el mismo dormitorio, me quité la ropa y entré a la ducha, una vez que terminé, cubrí mi cuerpo con una de las toallas que había dentro, regresando al dormitorio, me senté. en la cama para secarme cuando de repente escuché un golpe en la puerta. Me levanté para abrir la puerta y ver quién era, pero no tuve tiempo de alcanzarla, viendo entrar a una mujer no muy mayor y de cabello castaño. — Buenos días señora, mi nombre es Adela y atiendo al señor Kendall, aquí les traigo algo de su ropa, el señor me pidió que la dejara en el sofá, pero veo que ya se levantó, si necesita algo. si no, por favor pregúntame — me dijo la mujer, entregándome la ropa que llevaba en sus manos. — Muchas gracias Adela, mi nombre es Corina y te agradezco que me hayas traído mi ropa, ya que solo tenía el vestido que usé anoche — le dije. —Me voy para dejar que te arregles, si necesitas algo no dudes en decírmelo—, me dijo saliendo inmediatamente del dormitorio. Una vez que me puse la lencería, agarré el vestido que me trajo Adela para ponérmelo, cuando de repente volvieron a tocar la puerta del dormitorio, inmediatamente me puse el vestido y me dirigí a la puerta para abrirla, viendo a Alfred Kendall en el otro lado. —Buenos días Corina, espero que hayas descansado esta noche—, me dijo. — He descansado bastante bien, gracias, ¿ahora puedes decirme qué hacemos, dónde están las pequeñas? — pregunté —Vamos, ven conmigo, están jugando con sus juguetes en la sala—, me dijo Kendall, ofreciéndome su mano para que ambos fuéramos hacia donde estaban las niñas. Ver a Kendall vestido casualmente, con jeans ajustados y una playera polo mostrando su duro abdomen, me hizo tragar saliva por un momento…
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