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A la mañana siguiente cuando desperté, me levanté de la cama, entré al baño, me duché, me sequé el cuerpo con una toalla, regresé a mi habitación, me vestí, bajé a la cocina a tomar un vaso de jugo como cada dos mañanas. mañanas, viendo a mi pequeña Cintia y a mi esposo ya sentados en la mesa, acercándose a mi hija, dándole dos besos en las mejillas —Buenos días, ¿cómo durmió mi pequeña esta noche?—, le dije a mi hija, acariciando su mejilla sonrosada. —Bueno, mamá, me he comido toda la leche, mía—, me dijo. —Cintia dice que me he tomado la leche—, la corrigió su padre. Después del desayuno, Alfred acompañó a su hija al baño para limpiarse la cara y cepillarse los dientes. Cuando los dos regresaron a la cocina, me levanté de mi silla para ir con mi esposo y mi hija, me acerqué a la ent