Abandonada por el CEO

Ahora eres mía

Capítulo 4

Ahora eres mía

David

El lugar es mejor de lo que esperaba, tiene buena iluminación y bebidas frías, además de que el grupo que tocaba realmente era bueno. Sam me envió un mensaje avisándome que llegaba en 10 minutos. Escaneé el sitio buscando el mejor lugar, donde pudiera estar cómodo con Sam, y que la música no fuera tan fuerte para poder charlar con ella. Definitivamente el sitio es agradable y en verdad me gustó, creo que no será la única vez que venga por aquí.

A los 10 minutos exactos la veo entrar por la puerta. Ya sin el uniforme y con ropa juvenil, se veía realmente preciosa. Trae unos jeans y unos vans negros, una playera de un grupo que no conozco, y su precioso cabello suelto con una banda que permitía tener su cara descubierta. A pesar de no traer mucho maquillaje, no pude evitar admirar su belleza.

Levanté la mano para que me viera, en cuanto ella me ubicó, su boca dibujó una pequeña sonrisa y se dirigió hacia mí, acercándose casi corriendo.

—¡Hola David! Perdón por la demora, intenté salir lo más rápido posible, pero es viernes y no te imaginas la locura que son estos días en especial, había mucha gente –Sam se mira muy apenada tratando de darme explicaciones de su tardanza.

—No te preocupes, lo importante es que ya estás aquí. – Sam toma asiento frente a mí, y le pregunto qué va a tomar.

—Cerveza está bien para mí. – Me regala una de sus preciosas sonrisas. Trae un labial claro que hace que sus labios se vean sumamente apetecibles.

Le traen su cerveza, mientras yo tomo whisky. Escuchamos a la banda, y concuerda conmigo que es muy buena. Observo que se sabe la mayoría de las canciones que tocan, y sonrío un poco al mirarla relajada, disfrutando el momento. Durante el descanso de la banda empezamos a platicar y pasamos al terreno de las cosas personales. Me cuenta que tiene 22 años, que es huérfana de padres desde hace 6 años, que perdió a sus padres en un accidente automovilístico, pero me doy cuenta que no quiere profundizar en el tema; que a partir de ese momento se quedó a vivir con su abuela materna, pero ella desafortunadamente también falleció hace dos años. Como veo que el tema es triste e incómodo, ya no le pregunto más sobre el asunto; también me platica que vive en una pequeña casita heredada por su familia; me cuenta además que tiene parientes en otra ciudad, por parte de su padre, pero que no es muy cercana a ellos y solo los ha visto muy pocas veces en su vida; que su única compañía es un pequeño gato siamés llamado Botas.

Cuando me toca contarle mi vida, le cuento que soy arquitecto, que tengo 31 años, y que me estoy encargando de la construcción de un complejo comercial en esta ciudad. Me pregunta por mi familia y decido no contarle la verdad. Le digo que mis padres viven en el extranjero y que los veo muy poco, ya que debo viajar mucho en el año, pues aparte de dirigir esta obra, debo encargarme de otras construcciones dentro y fuera del país.

Noto la admiración en su cara cuando le cuento mi supuesta vida. En realidad, solo me encargo de este proyecto como fase a tomar las riendas de la empresa familiar, pero creo que no saber la verdad, no le hará daño.

—Y entonces Sam…¿hay alguien en tu vida con el que deba pelear por ti? –Hago la pregunta en forma teatral y ella no puede evitar soltar una carcajada.

—Pues no, no hay nadie con quien tengas que competir por mi favor, jajaj– A pesar de que está sonriendo, el rubor en sus mejillas me dicen que está nerviosa por mi pregunta — La verdad es que no tengo tiempo de buscar a alguien, y además me estoy dedicando a ahorrar todo lo que pueda, porque espero poder entrar a la Universidad el año próximo –Me contesta ya un poco más seria, se nota que es un tema importante para ella, pero en mi interior no puedo evitar sonreír por su respuesta.

Dejo que sigamos disfrutando la noche, platicando y pasándola bien. Después de dos horas, decidimos retirarnos del lugar. Me ofrezco a llevarla a casa, a lo que accede. Durante el trayecto permanece callada, y eso en lugar de incomodarme, me hace sentir agradable. Realmente es una chica con la que es fácil pasar el tiempo. Llegamos a su casa y se baja, agradeciéndome por llevarla. Le pregunto si lo pasó bien y me dice que sí. Si fuera otra chica, probablemente me invitaría a entrar y terminaríamos follando toda la noche, pero ella no; ella solo se despide y me desea que pase una buena noche.

No quiero forzar nada, así que decido dejar pasar en esta ocasión no entrar con ella. Sabré esperar hasta que esté más cómoda conmigo. Veo que su casa no es tan pequeña. Estoy seguro de que muy pronto la conoceré por dentro. Solo hay que tener paciencia, ya que no le soy indiferente. No quiero perder la oportunidad, y aprovechando que este fin de semana estoy aquí, al día siguiente muy temprano, le envío un mensaje de saludo y le pregunto si tiene algún plan para el fin de semana. Me contesta que está en casa de una amiga, ya que trabajará en la tarde, y que el domingo descansa.

Me animo a invitarla a salir el domingo, a lo cual, a pesar de que tarda un poco en contestar, al final acepta. Quedamos en salir a mediodía para ir a comer por ahí. Paso para recogerla a las 12 pm. Sale de su casa con un vestido ligeramente corto de tirantes, y con un poco de vuelo, en color rosado, además de traer unas delicadas zapatillas abiertas de tacón mediano, y puedo confirmar que también tiene unas piernas hermosas.

Se sube al coche y me saluda de beso en la mejilla. Me pregunta a donde iremos, por si no está vestida de manera adecuada. Le digo que está perfecta y noto como se sonroja. Realmente es preciosa. Salimos hacia la carretera y observo que pone cara de confusión. Solo sonrío un momento, pero no me pregunta nada, ni yo le doy explicaciones.

Cuando llegamos puedo ver su cara de sorpresa. En realidad, el lugar es muy lindo. Es un restaurante en medio de un pequeño bosque, incluso con una cascada muy cerca. En verdad es lindo, lo reconozco. Salgo del coche y le pido que espere. Voy hacia su lado y le abro la puerta ayudándola a salir. Se sonroja nuevamente por mi gesto. Decido no soltar su mano, y ella tampoco lo evita.

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