Cuento de hadas

1116 Words
Capítulo 5 Cuento de hadas Sam El lugar al que me llevó David es un sueño, no imaginaba que existiera un lugar así tan cerca de mi ciudad. Cuando me abrió la puerta y tomó mi mano, me sentí dentro de un cuento de hadas. Y con príncipe incluido. Se acerca el gerente del restaurante para llevarnos al interior del restaurante. —Buenas tardes, señores, mi nombre es Roger, y yo los atenderé con gusto, espero disfruten de su estancia aquí –el gerente nos recibe con mucha amabilidad. Todo se sentía tan irreal, que no había notado que todo este tiempo David me llevaba de la mano. Cuando al fin me doy cuenta, me toma más fuerte para que no lo suelte. No puedo dejar de sonrojarme de pena. Pero se siente tan bien. Comimos y charlamos durante un buen rato, al terminar me preguntó si quería dar un pequeño paseo por el bosque, antes de irnos, a lo cual acepto sin dudar. Caminamos y nuevamente toma mi mano. Ya no siento extraño su toque, sino cálido y agradable, como si fuera lo correcto. El lugar es tan hermoso, que realmente me siento como una princesa de cuento. El lugar es mágico. No puedo dejar de sonreír con cada cosa que veo. A lo lejos se observa un pequeño lago artificial. Con una cascada, que a la distancia no puedo asegurar si es natural o no. Pero es simplemente hermosa. El ambiente huele a rosas y flores del campo. Llegamos hasta la orilla del pequeño lago, y encontramos un jardín lleno de rosas, en el centro un pequeño kiosko. Estoy maravillada con cada cosa que veo. -No veo más parejas cerca, es extraño ¿no lo crees? -le pregunto un poco asombrada de que solo seamos nosotros quien disfrutemos de este maravilloso lugar. -La verdad es que es un lugar exclusivo, y solo se permite una pareja por visita -su respuesta hace que mi boca forme una pequeña “o” de sorpresa. Seguimos charlando, y muy pronto llegamos a la orilla de un pequeño lago. —¡David, esto es tan hermoso! No imaginaba que existiera algo así aquí en mi ciudad, debe haberte costado una fortuna. –A pesar de lo maravilloso que era todo, me sentía incómoda, porque todo es muy lujoso. Ni trabajando seis meses podría pagar algo así con mi sueldo —No te preocupes, lo meteré como viáticos de la empresa jajaja –veo como se relaja un poco, pues todo el tiempo, a pesar de ser muy amable, ha estado más serio de lo normal. —Debemos tomarnos una foto aquí. –Mi entusiasmo es como el de una niña pequeña, solo veo como esboza una ligera sonrisa. —¡Por supuesto! Colócate enfrente de la cascada, seguro que tomaré una hermosa foto. –Saca su teléfono, que es mucho mejor que el mío, mientras yo me coloco para la fotografía. Comenzamos a jugar, mientras yo hago poses graciosas, él finge que es un fotógrafo profesional. —Señor, señorita, buenas tardes…¿desean que les tome una fotografía juntos? –Se acerca uno de los encargados del mantenimiento del restaurante. Veo como David frunce un poco el ceño, pero acepta. Nos acomodamos frente a la cascada, y David me abraza por los hombros. Trato de estar relajada pero mi corazón bombea sin parar. —Aquí tienen señores, salieron muy guapos ambos –el señor entrega el teléfono a David, quien saca una propina para darle –muchas gracias, que sigan disfrutando –el señor acepta el dinero y se retira dejándonos solos nuevamente. Sin que lo esperara me atrae a sus brazos. No me resisto y me dejo llevar. Me gira hacía él y poco a poco inclina su cabeza para darme un ligero beso, el cual correspondo. El beso se va intensificando con el tiempo, pero es tan agradable, que no lo detengo. Retira su boca de la mía y me mira a los ojos, sus bellos ojos color aceituna. Me pregunta si nos vamos, y solo afirmo con mi cabeza. Nuevamente enlaza su mano con la mía. Me abre la puerta del coche para que entre y luego va a su lugar. Sin hablar, comienza a manejar con destino hacia mi casa. –¿Te gustaría ir a algún otro lugar antes de que te lleve a tu casa? –me pregunta con amabilidad, pero no quiero ser una molestia. Aún no me repongo de la impresión de haber ido a ese lugar tan maravilloso. Estoy dudando en invitarlo a mi casa, pero no quiero que sea forzado. —No, está bien con ir a casa muchas gracias. –Estoy dudando en invitarlo a entrar a mi casa. Los nervios no me dejan tranquila. Cuando aparca fuera de mi domicilio, apaga su auto y voltea hacia mí y entonces tomo valor antes de que me arrepienta. —David…¿te gustaría pasar a tomar algo antes de irte? –mis palabras salen con mucha rapidez y veo como una gran sonrisa aparece en su rostro. —Si, si me gustaría…¿estás segura?, no quiero que te sientas presionada –su pregunta es un poco juguetona, y levanta una ceja, como si estuviera retándome. Solo afirmo con mi cabeza, mientras siento que mis mejillas arden. Salimos del auto y entramos en mi casa. Nos recibe mi pequeño Botas, quien se frota contra mis piernas. —Hey pequeño, ¿cómo estás? – David se agacha para darle una caricia en su cabecita, a lo cual mi bebé no se niega. — Por favor, toma asiento David. ¿Quieres tomar algo? –Me siento muy nerviosa, pero trato de disimularlo. Me sudan las manos, necesito ir a la cocina a calmarme un poco. —¿Tendrás algo fuerte? —¡Oh, lo siento! Creo que solo algunas cervezas, que pena –me siento avergonzada de no tener algo más de su agrado que ofrecerle, pero hasta hace apenas dos días, no pensé que llegara a estar aquí en mi casa. Todo sigue pareciéndome tan irreal. — No te apures, entonces solo un vaso con agua. Voy hacia la cocina y me detengo un momento para servir el agua y calmar un poco mi corazón. Sin notar cuando llegó, de pronto siento su presencia detrás de mí, para después pasar sus manos por mi vientre, donde enlaza sus dedos. Mi corazón ahora late desenfrenado. Me hace girar para quedar frente a él, y comienza a besarme lentamente. Estamos así un buen rato, explorándonos y conociéndonos, pero los besos empiezan a subir de intensidad. >
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD