Capitulo 1 (Editado)
**Capítulo 1:
Sol Novacci**
Me miro al espejo, y por un momento me sorprende la imagen que devuelve. Parezco una modelo de revista, vestida de blanco, con encajes delicados que envuelven mi cuerpo. Todo debería ser perfecto, pero no puedo tragar el nudo en mi garganta. **¿Por qué no está aquí conmigo en este día tan especial?** El sueño de toda mujer es ser entregada al altar por su padre, y yo no tendré eso.
Mi padre murió hace cinco años en esa extraña explosión, una tragedia que nunca terminó de esclarecerse. No pudimos recuperar su cuerpo. Los restos de sus amigos, sí, pero el mar se tragó a mi padre. Sus familias al menos pudieron despedirse y tienen un lugar donde llorar o llevar flores. Nosotros, cada año, llevamos flores al mar, mezclando nuestras lágrimas con la sal del agua.
Me esfuerzo por no arruinar mi maquillaje; las lágrimas amenazan con destrozar las pestañas y el delineado que tanto me costó perfeccionar. Mis hermanos vendrán pronto por mí. Bastian, Demian y mi madre son lo que más amo en este mundo. Somos la familia más unida y ejemplar de la ciudad, y eso es lo que quiero mostrar a los invitados. Estamos rotos por dentro desde la muerte de papá, pero nadie debe ver eso. Hoy es un día de celebración, de familiares y amigos.
—Hija, te ves preciosa en ese vestido. Tu padre estaría muy orgulloso de la mujer en la que te has convertido, mi amor.
Mi madre entra a la habitación tan silenciosa como siempre. Sus ojos brillan al verme vestida de blanco.
—Papá está aquí conmigo, mamá, siempre me acompaña —le digo, buscando consuelo en mis propias palabras—. Bastian está abajo esperando para llevarme al altar, y el pequeño Demian también. Los dos hombres de mi vida me llevarán a mi destino.
Mi madre suspira, su mirada refleja la mezcla de emociones que ambas compartimos.
—¿Estás segura de querer hacer esto, hija? Todavía podemos evitarlo. Ese chico... No parece estar enamorado de ti.
Dudo un instante antes de responder.
—Eso creo. Lo quiero mucho.
—Ese es el problema, cariño, lo quieres, no lo amas. Creía que tu padre y yo te habíamos enseñado ese concepto, el amor, una pareja que lo da todo por su compañero de vida.
Mi madre se ve angustiada. Su preocupación es palpable, y aunque entiendo sus palabras, Pablo no me hace sentir tan sola desde que él no está.
—¿Aún lo amas, mami?
—Hasta mi último aliento lo amaré, y nada de eso va a cambiar. Éramos uno, y sola soy solo la mitad de nada.
**¿Llegaré algún día a amar a Pablo con tanta intensidad como mi madre ama a mi padre, aun después de muerto?** Ni siquiera estoy segura de quererlo lo suficiente.
—Ya es hora.
Le sonrío a mi madre. Si seguimos hablando de papá, terminaremos las dos abrazadas en un océano de lágrimas.
—Bajemos, mi vida. No hagas esperar a tu "querido" novio de más —dice con un toque de sarcasmo—. Pero recuerda, siempre que me necesites, mamá estará aquí para ti, mi Sol. Te amo muchísimo.
Nos damos un último abrazo antes de bajar las escaleras con cuidado.
—Mami, no me dejes caer. Este vestido y los tacones son un peligro para bajar escaleras.
—Jamás dejaré caer a mi princesa, la princesa de todos mis palacios.
Esas palabras siempre me llenan de nostalgia. Papá me cantaba eso cuando era pequeña y quería que me durmiera.
Al llegar al pie de la escalera, Bastian me espera con una sonrisa dibujada en los labios. Es idéntico a nuestro padre, con su cabello rubio y barba perfectamente recortada. Sus ojos... Todo él es una copia exacta de papá.
—Hermanita, estás bellísima. ¿Seguro que aún quieres casarte con ese bueno para nada? Podemos subirnos al auto y huir juntos a emborracharnos en algún bar, o tomar un avión para ir a Las Vegas, como siempre quisiste.
Su sonrisa es sincera, pero no oculta lo que realmente siente por mi futuro esposo.
—No, voy a pararme ahí, justo al lado de mi novio, y voy a casarme. Tus palabras son hermosas, Bastian. Es tu manera de decir "te quiero".
Bajo el último peldaño y me abrazo a él.
—Estaré bien, hermanito, pero si nada sale como espero, te llamaré y nos emborracharemos en Las Vegas.
Demian se une a nosotros con su usual franqueza.
—Espero que se porte bien contigo, o le romperé las piernas. Va a sufrir **como no tiene idea**. Te amo, hermana, gracias por irte de casa. Ya no te aguantaba más...
El "pequeño" Demian tiene apenas 15 años, pero su altura y constitución engañan. Tranquilamente podría pasar por mi gemelo, con su espalda ancha y cuerpo de infarto. Es mi clon, pero en versión masculina.
—Ya no estaré todo el tiempo, pero seguiré viniendo. Además, tengo que espantar a todas esas viejas babosas que quieren comerte como un bocadillo. No creas que me quedaré en casa haciendo nada. Mi misión en la vida es cuidar de ustedes tres. Y POR FAVOR, no dejen sola a mamá, ella nos necesita.
Mis dos hermanos toman cada uno de mis brazos, y es tierno cuando juntos besan mis mejillas. **Mi mundo son ellos, y dudo que algún día pueda querer a Pablo como amo a mis hermanos.**
—ACABEMOS CON ESTO. DEMIAN, COMO LO HABÍAMOS PRACTICADO.
Bastian sonríe a Demian, y él responde con una sonrisa maliciosa.
—¿Qué traman? —pregunto, sospechando que tienen algo entre manos.
—Relájate, hermanita. Te vamos a entregar a ese inútil. Los términos ya están negociados, y puedes estar tranquila, no lo golpearemos... **AUN**.
Bastian hace un gesto, y las puertas del hermoso jardín de nuestros abuelos se abren de par en par.
—Habla por ti, hermano. Yo no soy tan diplomático; no me gusta ese inútil —dice Demian, sonriendo a todos los invitados—. Sonríe, hermanita, todos te están viendo.
Aunque Demian suele ser impaciente, ahora me regala la más hermosa de sus sonrisas.
—Vamos, hermana, no llores. Todo ese bonito trabajo en tu rostro se arruinará, y verán lo horrible que eres en realidad sin maquillaje —bromea, intentando hacerme reír.
—Extraño a papá. Él debería entregarme a mi futuro esposo.
—Pero nos tienes a nosotros, mi amor. No llores. Mira a mamá, también está llorando, y sabe por qué lo haces. Sonríe más.
—Tienes razón, Basty.
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**Bastian Novacci**
Los tres caminamos por el pasillo, paso a paso, hasta llegar al altar, donde el inútil la espera con una sonrisa de oreja a oreja. **"Aquí viene mi proveedora de dinero y propiedades"**. Seguro eso es lo que piensa, pero tenemos una sorpresa para él. Si quiere todo eso, tendrá que pedírmelo a mí. Mi hermana no es idiota; transfirió la mayoría de sus propiedades a mi nombre, el dinero a mi cuenta bancaria, y las acciones que posee ahora son mínimas.
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**Agostina Novacci**
Al llegar, Pablo muestra una bonita sonrisa a su novia, mi hija. Mis hijos toman la mano izquierda y derecha de su hermana y las entrelazan, una costumbre que tienen desde pequeños, siempre de la mano. Miran al novio con cara de pocos amigos y dicen:
—Te entregamos la mano de nuestra única hermana. Cuídala, respétala y ámala. Sobre todo, no le prohíbas nada. Es nuestro único tesoro y, como tal, lo seguiremos cuidando. Aunque sean una pareja, no eres el único que la ama; nosotros somos tres, pero una sola unidad. Lo que le pasa a uno, les pasa a los otros. Sé bueno, gentil y amable.
Mi pequeña Sol se emociona por las palabras que ambos dijeron en oraciones separadas, y antes de llegar a su novio, se dan un hermoso abrazo. **Sigo sosteniendo que se está casando por un motivo que no es amor**, y no quiero pensar mal, pero me da miedo. Mi instinto de madre me dice que algo está mal.
—Lo haré, gracias chicos —Pablo sonríe, pero también muestra su nerviosismo. Ellos entregan la mano de su hermana y van a sus asientos para dar comienzo a la ceremonia.