Tuve que sonreír.
El hecho de que la mayoría de la gente supusiera automáticamente que se trataba de un hombre cuando asociaban un nombre con las palabras "crimen", "peligroso" y "poder" era en realidad un fenómeno psicológico. El hecho de que Mau fuera también un nombre femenino común ni siquiera pasó por la mente de la mayoría de las personas. Se obsesionaron tanto con el misterio que pasaron por alto lo que estaba directamente frente a ellos. Todavía se pueden sentir las secuelas de la discriminación contra la mujer, que solía ser parte del pensamiento normal, lo quisieras o no. Las mujeres también cayeron en este error. Usé eso como una ventaja en lugar de enojarme por eso.
No me molestaba que la gente a menudo me subestimara. La mayor parte del tiempo usé sus prejuicios contra ellos.
Incluso cuando la gente escuchaba mi primer nombre, nunca se les ocurría que yo podría ser el "genio criminal" de los periódicos. A lo sumo, hacían algunas bromas tontas o me miraban raro, basándose en el hecho de que, de hecho, era quien podía serlo, pero fuera de discusión, eso hizo que fuera más fácil para mí continuar manteniendo mi identidad en secreto. Leí el artículo por encima, pero no difería mucho de los últimos tres informes que habían aparecido en los periódicos. La prensa tenía muy poca información sobre mí, por lo que seguían repitiendo los pocos datos que tenían, simplemente expresándolos de manera diferente. Realmente no me importaban los artículos. Aparentemente, solo Katt todavía encontraba divertido lo poco que el mundo sabía sobre Mau. Disfruté el anonimato y pronto me di cuenta de que podía ser un arma poderosa. Las peores películas de terror eran aquellas en las que no sabías lo que perseguía a los protagonistas. Lo mismo ocurría con las pesadillas. Cuando las personas no sabían exactamente a qué le tenían miedo, solo aumentaba su ansiedad.
Me aproveché de eso. Mau no era solo un nombre, en el inframundo se había convertido en una marca sinónimo de eficiencia y calidad, pero también de brutalidad y crueldad. Además, como mujer, no tenía que luchar constantemente por el respeto de los demás.
Pero en mi mundo significaba no solo poder, sino también seguridad. Este nombre era la razón por la que podía sentarme aquí en público y almorzar en paz.
Sin embargo, automáticamente me senté en un lugar desde el cual tenía una vista de toda la habitación, incluida la puerta. Aunque dudaba que alguien con quien no hubiera compartido personalmente mi secreto supiera quién era yo en realidad, me mantuve alerta. Prefiero ser cautelosa mil veces que demasiado indulgente una vez. Porque eso podría costarme no solo mi libertad,
sino en el peor de los casos mi vida. Por el rabillo del ojo también noté al hombre alto con una espalda ancha, pelo corto rapado y rasgos faciales angulosos. Caminó resueltamente hacia mi mesa y se sentó con descaro y sin preguntar en el banco frente a mí.
—¿Qué pasa, Damon?— le pregunté sin levantar la vista de mi teléfono.
Junto con Katt, Fiori y Hips, Damon Diaz fue uno de los pocos que sabía de mi vida como criminal. Él era el que me había conocido por más tiempo de todos. Siempre decía que vio mi potencial de inmediato, razón por la cual había trabajado para mí desde que comencé a construir mi imperio. Yo solo tenía unos veinte años entonces. Desde entonces fue una especie de mano derecha y se había desarrollado una cierta confianza a través de la larga relación de trabajo y la lealtad que nos mostrábamos.
—Se te acaba el tiempo en el decreto
Levanté la vista y vi su rostro serio. Damon no era un hombre de grandes palabras. Prefería dejar que sus acciones hablaran por sí mismas. Se acercaba a los cuarenta, y tal vez era por nuestra diferencia de edad, pero se lo tomaba mucho más en serio que yo. Tampoco tomé mis responsabilidades a la ligera, pero de alguna manera parecía permanentemente tenso. Justo como ahora.
—Tengo todo bajo control— dije, poniendo mi iPhone sobre la mesa y metiendo la mano en mi escote para sacar la memoria USB, la dejé balancearse adelante y atrás frente a su cara.
—Guarda eso— siseó.
—Cálmate, Damon. Nadie tiene la menor idea de lo que contiene
—Y tampoco quiero que ellos lo sepan— Lo alcanzó, pero tiré del collar y lo dejé caer de nuevo en mi escote.
—No lo harán— le aseguré. Él negó con la cabeza— Realmente deberías tener más cuidado, Mau— me susurró.
Hemos tenido este tema un millón de veces.
—Soy cuidadosa, solo que de una manera diferente a la tuya. Y no creo que lo haya hecho tan mal hasta ahora— Le entregué mi teléfono con el título del artículo y el signo de interrogación en negrita.
Él lo ignoró.
—No te sacaré si te arrestan
Sonreí
—Sabemos que sí lo harías, me quieres demasiado— Lo contradije y en ese momento llegó el mesero y me sirvió el bistec, le di las gracias— Cambiando de tema. ¿Qué pasa con el pintor?— exigí, metiendo un trozo de carne ensangrentada en mi boca. Estaba tan tierno que prácticamente se deshizo en mi boca.
Damon supo de inmediato que me refería al "pintor en los caminos a Tarascón". El van Gogh también fue uno de los cuadros perdidos durante la época nazi y al igual que el Bellini se consideró destruido.
—Estamos cerca. Es difícil, pero no imposible. Al menos hasta que el decreto entre en vigor, tienes que cuidarlo
—Lo sé.
Un decreto era una directiva del presidente que regulaba cómo una ley debía ser implementada por los ministerios bajo su autoridad y, por extensión, las autoridades federales. En este momento, era inminente un decreto que reforzaría la seguridad en la fronteras, eso significó más patrullas fronterizas y controles más estrictos.
Una pesadilla comercial para mí, ya que pasé de contrabando alrededor del 80 % de mis productos a través de la frontera con México. Al principio de mi carrera hice un trato con el jefe de un cartel de drogas local que pasaba cosas de contrabando a través de la frontera para mí y se quedaba con una parte de las ganancias. El cártel había sobornado a algunos guardias fronterizos y muchas otras formas de eludir el control fronterizo. Era la forma más fácil de llevar mis bienes al país sin que nadie los notara.
El decreto agregaría nuevas patrullas fronterizas, tal vez incluso incorruptibles y eso significaba más dinero para mí y, sobre todo, un mayor riesgo. En resumen, quería impedir a toda costa el decreto. Y la solución a ese problema colgaba de mi cuello.
—Me ocuparé del problema más tarde del día de hoy
Por supuesto, podía enviar a alguien para que lo hiciera por mí, pero me gustaba tomar el asunto en mis propias manos. Haz las cosas tú mismo, entonces sabrás que se hicieron bien.
—A primera hora de esta noche, sucede que él está en la ciudad
Damon resopló.
—¿Casualmente?
Sonreí. Supe hace semanas cuando Jennings estaría en la ciudad y le pondría el trabajo a Hips para que me diera mas detalles. La única coincidencia fue que él solo había encontrado algo hoy.
—Te dije que tengo todo bajo control