Mi regalo de San Valentín,
Parte 1
— ¡Eres un maldito imbécil Alexander! ¿Cómo se te ocurre dejarme a una semana de San Valentín? ¡No!, Cómo mierdas se te ocurre serme infiel ¡A UNA SEMANA DE SAN VALENTÍN!
— Cállate Sara, no es mi culpa que seas tan santurrona en la cama, ya estaba aburrido de la misma basura— Abrí mi boca sorprendida
¡Que cínico era!
— ¿Estás diciendo que es mi culpa? — Pregunté al borde del llanto
— ¡Si yo era una santurrona es porque tú no sabías complacerme!
— Oh, eso no lo creo, créeme querida, él si sabe cómo complacer una mujer — Dijo la zorra que estaba acostada totalmente desnuda en nuestra cama
— Are you kiding me? Really Alexander? De verdad que no puedo creer eso...
Busqué en el armario una de mis maletas y comencé a empacar mis cosas
Eso era lo malo de vivir con otra persona, este apartamento era de él, por lo que yo ya no
podía quedarme aquí, y lo peor de todo, era que no tenía a dónde ir
Hace dos años hui de mi casa con Alexander, y no, no fue solamente irme a vivir con él, lo
dejé todo por él, deje mi familia, mis abuelos, mi hogar y mi felicidad allí; Ahora dos años después, 13 mil kilómetros lejos de casa y todo un océano en medio puedo sentir como mi vida ya no tiene sentido alguno
¿Qué se supone que debo hacer?
Y todo por culpa de un maldito estúpido que jamás me quiso, todo por ser tan estúpida e ingenua y pensar que era muy buena idea irme de casa con el primero que me lo propusiera
Terminé de guardar toda mi ropa en la maleta, abrí el cajón de mis interiores y noté que lo que decía Alexander si era real, yo era demasiado santurrona, y mis calzones de abuelita lo confirmaban
Pero, a partir de hoy todo sería diferente, cerré el cajón y dejé toda mi ropa interior allí guardada, ya no la necesitaba
Tomé mi laptop y mi tablet y el resto de mis aparatos electrónicos, son mi trabajo, así que era lo más importante para mí
Una vez hube terminado salí de allí sin mirar a la persona que acababa de romper mi corazón en mil pedazos
No iba a llorar, no voy a llorar, no lloraré, fueron las palabras que repetí todo el camino
Pero ¿Cuál camino? Yo no tenía a dónde ir, solo estaba dando vueltas sin rumbo fijo por la ciudad
Desde hace un año tengo un trabajo estable, pero ¿qué puedo hacer? ¿Ir y dormir en mi pequeña oficina?
Pues, ya que no hay otra opción, supongo que es lo mejor, al menos por esta noche
Me encogí de hombros mientras miraba la oscuridad de la noche y comencé a caminar
hacía la editorial dónde trabajo
Al llegar coloqué mi tarjeta de acceso en el lector y como pude subí con mi equipaje por las
escaleras hasta llegar al sexto piso, por supuesto había ascensor, pero me da miedo quedar
atrapada y supongo que a esta hora ya no habrá nadie en el edificio, así qué, prefiero gastar
mi energía subiendo las escaleras
Caminé por medio de todos los cubículos y busqué el mío, tiré las maletas en un rincón, me
senté en mi escritorio y me largué a llorar
Alexander fue mi primer amor, fue mi primer hombre en todo, aunque que digo hombre, él
fue un maldito imbécil, nada más, pero, aun así no podía evitar no sentirme mal, no podía
parar de llorar, y más aún, no dejaba de recordar nuestros momentos más hermosos
Como el día que lo conocí 6 de diciembre de 2018, me encontraba en una fiesta cuando me
lo presentaron, cuando sus ojos se fijaron en los míos y me regaló la sonrisa más hermosa
que jamás vi en la vida, supe en ese instante que era mi perdición, que quería seguir viendo
esa sonrisa por el resto de mi vida, sabía que me había enamorado, y no quería nada más,
nada que no fuera él.
Y hoy, con el corazón partido, solo deseo el no haberlo conocido jamás
— Sé que siempre dicen que los escritores con el corazón roto escriben mejor, pero
realmente, a mí me parece que eso es toda una tortura — Dijo una masculina voz frente a
mi
Brinqué del susto y traté de limpiar mis lagrimas tan rápido como pude, levanté mi cabeza
que hasta hace dos segundos estaba siendo tapada por mis brazos y pude reconocer a
Dan, la mano derecha de mi jefe
— ¿Qué haces aquí? — Pregunté más calmada
— Tengo mucho trabajo, debo terminar un manuscrito de 150 mil palabras para mañana a
primera hora, apenas llevo 20 mil palabras — Hice una mueca de lastima y él asintió — Lo
sé, voy demasiado mal, pero, en fin, no estoy aquí para hablar de mí
— Se cruzo de brazos y se apoyó en la pared de mi cubículo
— ¿Qué te pasó?
— Es una historia demasiado aburrida, además, tú tienes mucho trabajo — Me levanté de la
silla para ir al baño a lavarme un poco la cara, debo lucir espantosa
— Primero quiero saber algo — Dijo tomándome del brazo cuando estaba pasando por su
lado — ¿Qué haces aquí? mejor dicho, ¿Qué haces aquí? son las diez de la noche,
además ¿Por qué estas con tus cosas?
— Pues es una historia un poco complicada, el imbécil que tenía por novio me engañó, lo
encontré con otra mujer en nuestra cama — pronto volvían a aguarse mis ojos y aparté mi
mirada de Dan—
— Wow, que mala suerte, y que mala jugada el haberte hecho eso a una semana de San
Valentín… Pero no quisiera deprimirte más hablando de eso, y por lo que veo, no tienes a
dónde ir, así que, puedes esperarme unos minutos mientras adelanto un poco mi
manuscrito y luego podemos ir a mi apartamento, ¿te parece?
Suspiré y aguardé un momento
— Claro Dan, eres muy amable y creo que puedo
distraerme un poco tomando algo en un sofá y no en mi incómoda silla de oficina.
— Perfecto Sara, no tardaré, aunque, mientras termino mi trabajo deberías peinarte — Dijo Dan en tono de chiste, creo que intentaba animarme
Me dirigí al baño, y Dan tenía razón, si me veía muy desarreglada, por suerte no llevaba
maquillaje, pues con mis lágrimas habría quedado peor, solo era cuestión de arreglar mi
cabello y refrescar mi cara con un poco de agua…
Pasé un rato viéndome al espejo, pues por algún motivo no me sentía tan mal, luego de
lavar mi cara me sentía más bonita, luego comencé a hacer muecas frente al espejo, solo
quería distraerme, pero ¡OH SORPRESA! Dan estaba parado en la puerta del baño de
mujeres…
—¡¿QUÉ HACES AHÍ PARADO? —Le pregunté muy sorprendida.
—Pues solo te estaba buscando, terminé mi trabajo hace un momento, ya es hora de irnos, prepararé algo delicioso para los dos, muero de hambre y creo que tú también.
Dan parecía simpático y atento, creo que no le había prestado atención a su personalidad
por estar pensando en el idiota de Alexander, sin embargo, tenía razón, moría de hambre.
En el camino a su apartamento hablamos de muchas cosas, nada de trabajo o mi reciente
tragedia, más bien de sus aventuras y locuras, Dan se veía muy interesante y divertido, no
sé cómo es que trabaja casi 12 horas en una oficina, oscura y pequeña y aun así se ve tan
relajado ante sus problemas.
Al llegar a su apartamento, se veía muy organizado y cómodo.
—No te sientes todavía, si quieres comer, tendrás que ayudarme a cocinar—Dijo Dan, esta vez no sabía si estaba bromeando o si lo decía en serio
Después de un rato, mientras cocinábamos, Dan me hablaba un poco más de su vida fuera del trabajo, me habló un poco de sus amigos y también de un amor fallido que tuvo
hace unos meses, pero hablaba de eso con tanta tranquilidad, que me hacía sentir envidia
de lo poco que duró su sufrimiento.
Eran casi las 3 am, habíamos hablado mucho y por algún motivo yo no tenía sueño, pero
Dan se veía un poco cansado, después de todo trabajó hasta muy tarde.
—Sara, puedes dormir en mi cama, yo dormiré en el sofá,
—Gracias Dan, eres muy amable. —
Ambos arreglamos nuestras respectivas sábanas y nos dispusimos a dormir, o al menos
él, yo por algún motivo no podía dormir, pensaba en muchas cosas, en la traición de
Alexander, en lo santurrona que he sido, en el tiempo que perdí con él y lo cohibida que he
sido conmigo misma.
Eran casi las 4:30am y yo seguía despierta, no podía dormir, así que me levanté y caminé hasta el otro mueble, me senté al lado del sofá donde estaba durmiendo Dan, así que por
capricho lo desperté.
—Por qué me despiertas tan temprano, hoy es sábado y los sábados no trabajamos, —Dijo Dan con la voz entre dormida y pesada.
—No vamos a ir a trabajar tontito, solo que no puedo dormir…
—¿Acaso viste un bicho entre las sábanas? —Dijo Dan riéndose mientras intentaba despertar —¿Sabes algo Sara?, Eres una chica muy simpática, en el trabajo te veías siempre te veías muy seria, ni siquiera sabía que tenías novio, o sentimientos, pero en esta noche me has
sorprendido bastante, y si quieres hablarme de algo, está bien, cuéntame.
— claro que tengo sentimientos — Dije riendo — O bueno tenía, pero no quería hablar, quería que tú me hablaras, tu vida ha sido más interesante que la mía.
—Pues interesante es lo que hago, junto con mis otros amigos y compañeros…
Hablamos hasta que amaneció, a eso de las 8:30 le preparé un café…
—Sara, este café está delicioso, aunque lo serviste un poco tarde, porque desde la madrugada me quitaste el sueño. Pero si quieres te invito a desayunar, conozco un lugar
fantástico a dos calles de aquí, aunque el café no es tan rico como este.
Fuimos a desayunar y luego caminamos por un pequeño parque, hacía mucho no salía,
Dios mío, cuánto tiempo estaba perdiendo con el imbécil de Alexander…
Pasamos todo ese sábado juntos y también el domingo. Me dejó quedarme en su
apartamento mientras yo encontraba uno para mí.
El lunes me levanté un poco más temprano para trabajar, la costumbre, pues yo vivía un
poco más lejos, pero Dan seguía durmiendo, ya me daba vergüenza volver a despertarlo.
La semana avanzaba y se hacía divertida, Dan tenía un gran sentido del humor, y
transmitía una buena energía, no quería verme triste o decaída por mi ex, así que, lunes,
martes, miércoles, nos quedábamos hasta tarde en la oficina, él me contaba sus historias
mientras terminaba sus manuscritos y yo me sentaba al otro lado para escucharlo.
El jueves al salir del trabajo, él me pidió que le contara algo sobre mí, pues todos esos
días no había dicho nada, solo le hablé de mi traición y nada más.
—Sara, mañana es San Valentín, y mi jefe me dio el día libre junto con otros compañeros y
también pedí que te dejaran libre, así que, mañana no tendremos trabajo y podemos hacer
algo esta noche.
—¿En serio pediste el día libre para mí?
—Sí, no me gustaría que tu San Valentín se viera opacado por encerrarte en una oficina hasta las 9 o 10 de la noche, y ya que mañana no vamos a madrugar, tenemos toda esta
noche para que me hables un poco más de ti.
—Me parece justo, creo que puedo empezar con una pregunta. ¿Te parezco una santurrona?
— ¿Por qué preguntas eso? Y ¿Por qué me lo preguntas a mí? — Preguntó riendo
—Es que el imbécil de Alexander me dejó porque según él soy una santurrona con calzones de abuelita. -— al instante pensé que Dan se burlaría de mí, pero permaneció serio, solo sonrió y agachó su mirada.
—Sara, yo no puedo decirte sí eres santurrona o no, pero ¿acaso eso te preocupa?
—Pues, yo pensaba que no, que estaba bien con Alexander, pero parece que no, y a los hombres parece importarles mucho eso…
—No te vayas a poner mal por eso, la idea era que me hablaras, no quisiera verte llorar de nuevo, además eso no importa mucho, mañana es San Valentín y como te dije, podemos hacer algo tú y yo, aunque no en plan romántico…
—Lo sé, pero me sigue preocupando ser una santurrona, la noche que me viste en la oficina llorando, me sentía muy mal, pero al rato, mientras me miraba al espejo del baño, no sabíapor qué me sentía mal, si me veía bonita, me sentía bonita, a pesar de haber llorado toda la noche.
—Claro Sara, eres bonita, así que no tienes por qué preocuparte por lo demás, aunque… ya que lo mencionas, mañana podemos ir a un lugar especial, un lugar donde no podrás sentirte santurrona.
—O sea que sí piensas que soy una santurrona y por eso quieres llevarme a ese lugar.
—No no, solo es un pequeño plan, para los que no tenemos pareja en San Valentín.
—Está bien Dan — Dije riendo — iré, solo para demostrarme a mí misma que no soy una santurrona.
Al día siguiente, las calles se llenaban de vendedores de chocolates, rosas, tarjetas y peluches, se veía un poco empalagoso el tráfico con tantas personas comprando, yendo y viniendo, pero Dan había preparado un buen desayuno para los dos.
—No te preocupes Sara, por aquí siempre hay congestión en las fechas especiales, pero
nosotros saldremos en la noche, y si no te molesta también invitaré a un par de amigos, de
los que ya te hablé.
—Claro Dan, tú eres quien está planeando nuestra velada de solteros despechados, yo solo espero que me sorprendas esta noche
— Definitivamente te llevaras una sorpresa está noche, ya lo verás.