Parte 2
Desperté y una muchacha del servicio me trajo el desayuno a la cama, en la bandeja, había una nota de Cooper.
“Después de desayunar, el chofer te va a llevar a escoger un vestido para la fiesta, la chica de la tienda ya sabe cuáles son los vestidos que te tienes que probar, escoge el que más te guste y no te fijes en el precio”
La chica del servicio, me dijo que “El Señor Cooper” se había ido temprano a trabajar, pero que regresaría a las seis de la tarde a recogerme, que debía estar lista para esa hora.
El tiempo pasó volando, elegí un hermoso vestido rojo, a pesar de ser largo hasta el suelo, tenía un escote en la espalda bastante pronunciado, la chica eligió para mí ropa interior de encaje, tan sensual que me ruboricé sólo de verla, y las zapatillas, eran tan delicadas, que parecían de cristal.
Cooper envió un peinador profesional, peinó mi cabello y me maquilló un poco, cuando me vi en el espejo, apenas podía creer que era yo.
Cuando bajé las escaleras él estaba allí de pie esperándome, vestía un esmoquin n***o, con una pajarita roja que hacía juego con mi vestido, colocó una orquídea en mi mano, todo un caballero chapado a la antigua, sacó una gargantilla de un estuche y la puso en mi cuello, yo me sentí divina-
—No te emociones — dijo — es prestada, era de mi esposa.
Llegamos a la fiesta, era en un gran salón adornado globos de helio en forma de corazón rojos y plateados, cuando entramos, todos los invitados voltearon a mirarnos, entonces la vi, una mujer de más de treinta años, muy guapa y muy elegante, caminó hacia nosotros.
—¡Cooper querido! Te estaba esperando— dijo con un tono de voz chillante que se oía ridículo en una mujer de su edad.
—¡Shanik! Déjame presentarte a mi pareja — dijo Cooper tomándome por la cintura mientras el contacto de su mano con mi piel hacía que una corriente eléctrica se deslizara por todo mi cuerpo — Ella es Rachel, es…
—¡Soy su mujer! — dije mirándola a los ojos de forma retadora, — Cooper y yo estamos juntos — lo abracé pegando mi cuerpo al suyo lo más que pude.
—¡Por favor querido! Esta jovencita podría ser tu hija, seguramente va tras tu dinero — dijo la mujer tratando de humillarme.
—¡No necesito su dinero! Lo único que me interesa de él, es lo que me da en la cama, pero, bueno, como puedes tu saberlo si no has tenido el privilegio de tenerlo.
Tomé la mano de Cooper y lo arrastré a la pista, la música era suave y lenta, comenzamos a bailar y pude ver a la mujer mirarnos con furia en los ojos, cuando acabó la música, tomé el rostro de Cooper con mis manos y acerqué mis labios a los suyos.
—¿Estás segura? — me preguntó, yo asentí y él me besó.
El beso de Cooper me transportó al cielo, fue como volar entre las nubes, sus dulces labios se apoderaron de los míos de una manera tan delicada y tan suave que no quería que parara nunca; qué diferente era del beso de Luke, no había punto de comparación, mi corazón comenzó a latir tan rápido que sentía que se saldría por mi boca.
La fiesta transcurrió entre baile, risas, brindis, yo sólo había tomado una copa de champagne, no quería abusar del alcohol, porque no estaba acostumbrada, pero aprovechaba cada vez que Cooper terminaba su copa, para darle un beso en los labios con el pretexto de ir a traer otra copa para él.
—Ya no más copas para mí cariño-o terminaré embriagándome y no podré cumplirte esta noche, — dijo al ver que Shanik estaba cerca de nosotros.
—Entonces no más copas, las cambiaré por besos — y fundí mis labios con los suyos, no sabía que me estaba pasado, pero sus besos eran adictivos.
Salimos de la fiesta y regresamos a su mansión, yo estaba un poco triste, porque mañana tendría que irme, en cuanto llegamos, Cooper entró en su despacho y me dio cinco mil dólares en efectivo.
—Eres una gran actriz — dijo — estoy seguro de que Shanik, no volverá a acercarse a mí, creí que en cualquier momento la ibas a jalar de los cabellos.
—Sólo quería que le quedara claro que no era bienvenida a tu lado — tomé el fajo de billetes y lo guardé en mi bolsa.
—Puedes llevarte todo lo que te compré — dijo —excepto esto — y me quitó delicadamente la gargantilla para volver a guardarla en su caja fuerte.
—Gracias Cooper — dije
—Oh, no! no tienes nada que agradecer, tú me hiciste un servicio, y yo te lo pagué, es como un trabajo.
—No lo digo por eso, sino por haberme regalado un hermoso recuerdo de lo que debe ser un buen beso, nunca imaginé que besar a alguien pudiera sentirse de esa manera en todo el cuerpo.
—Me alegro que te haya gustado, una chica como tú, no merecía que su primer beso fuera robado por un vulgar ladrón.
Caminé hacia la puerta, no quería irme, algo en mi pecho dolía; me armé de valor y volteé a verlo.
—Hay algo más que quisiera que me regalaras — dije acercándome a él
—Pídeme lo que quieras.
—Quiero que me regales mi primera vez.
—¿Tu primera vez? Te refieres a …
—Si Cooper, quiero que mi primera vez sea con alguien como tú, sé que será el más hermoso recuerdo en un día de San Valentín.
—Estás completamente segura de que eso es lo que quieres?
—No hay ninguna otra cosa que quiera más en este mundo.
—Me besó y yo lo abracé del cuello entrelazando mis dedos con sus cabellos, poco a poco, el beso fue subiendo de intensidad, mientras sus manos acariciaban mi espalda desnuda.
—Eres muy hermosa, te deseo, pero debemos esperar.
—¿Porqué?
—Porque no estaba preparado, necesitamos preservativos, no quiero correr el riesgo de embarazarte.
Él tenía razón, yo no había pensado en eso, y me gusto que me lo dijera, si no tenía preservativos en casa, quería decir que no acostumbraba traer mujeres a pasar la noche con él y eso, me hizo sentir, especial de alguna manera. Tomó el teléfono y le dio instrucciones al chofer para ir a la farmacia, no tardo mucho, apenas unos minutos, pero a mí el tiempo se me hizo eterno.
El chofer regresó y le entregó una bolsa con algunas cosas.
Me tomó de la mano y subimos a su recámara, era muy grande, la enorme cama con sábanas blancas, parecía jalarnos hacia sus brazos.
—Rachel, aun estás a tiempo de arrepentirte, ¿estás segura de que eso es lo que deseas?
—Estoy muy segura.
Me besó, despacio y sin prisas, como si temiera lastimarme, mientras sus manos acariciaban mis senos sobre la tela del vestido, provocando sensaciones en mí, que no sabía que existían, yo rodeé su cuello con mis brazos y mis manos lo jalaban hacia mí como temiendo que se fuera, no pude evitar un respingo cuando una de sus manos llegó a mi monte venus, la suave tela del vestido que me separaba del contacto con su mano se sentía como una barrera insoportable.
Suavemente, deslizó un tirante del vestido por mi hombro, mientras depositaba delicados besos en mi piel, primero un brazo y luego el otro, haciendo que el vestido callera al piso; mis pechos quedaron al desnudo, el escote del vestido era tan pronunciado, que no permitía llevar un sostén debajo. Sus ojos grises brillaron de una manera al verme, que yo me sentí en ese momento, la mujer más deseada del mundo.
Cooper, se apoderó de uno de mis senos con su cálida boca, mientras uno de sus dedos hacía círculos alrededor de mi pezón, mientras su lengua hacía lo mismo con el otro, yo, cerré los ojos sólo para disfrutar ese momento, sus caricias hacían que mi cuerpo temblara de emoción y mi centro comenzó a palpitar tan fuerte, deseando aquello hasta ese día desconocido.
Tomó mis glúteos con ambas manos, los acaricio con suavidad, para luego apretarlos fuerte, pero sin llegar a lastimarme, por el contrario, mi cuerpo deseaba que sus manos pudieran recorrer cada parte de mi piel sin tener que separarse de la otra.
Mis piernas comenzaron a temblar cuando sus dedos recorrieron el resorte de mis bragas, porque sabía lo vendría a continuación, y no me equivoqué, comenzó a bajarlas lentamente, mientras sus labios y su lengua seguían torturando mis pezones erguidos e hinchados de placer.
Colocó una rodilla en el piso y me quitó las bragas por completo, y yo no pude contener un gemido, cuando su cálida lengua se deslizó por entre mis labios vaginales, me dio vergüenza y sentí como mi rostro se ruborizaba.
Una vez que estuve desnuda, me tomó en sus brazos y me recostó sobre la cama, se quitó la camisa y me impresiono ver su cuerpo, tan bien formado y cuidado a base de ejercicio, si bien su piel comenzaba a tornarse un poco flácida a consecuencia de la edad, su pecho bronceado seguía siendo absolutamente sexy.
Se quitó el pantalón quedándose tan solo en ropa interior. Se recostó a mi lado y con una de sus manos comenzó a recorrer mi cuerpo, desde mi cabello hasta mis piernas y luego hizo el mismo recorrido con su boca y su lengua hacía estragos en mis partes más sensibles.
Tomó mis piernas y las abrió inclinando mis rodillas, dejando expuesto mi sexo para disfrutarlo, yo apreté los labios tratando de mitigar un gemido que luchaba por salir.
—Si te provoca gritar hazlo, nena, no te contengas, nadie a parte de mí puede oírte y para mí, será un placer hacerlo —
Dicho eso, su boca se apoderó de mis labios vaginales, y su lengua trazaba círculos en el pequeño botón de mi femineidad, hábilmente, introdujo dos de sus dedos en mi centro, en un principio, sentí un poco de incomodidad, pero luego comenzaron a deslizarse fácilmente, la combinación de caricias, era tan excitante, que no tarde en convulsionar mientras mi centro explotaba en sensaciones mágicas y abrazadoras y mi boca no pudo contener un grito de placer.
—¡Awww, Cooper síii! — grité mientras mis manos lo tomaban por los cabellos como evitando que se fuera.
—Eso es pequeña, estás absolutamente mojada, ya estás lista para mí, pero si lo deseas, podemos detenernos.
—No, no quiero detenerme, quiero que me hagas tuya, quiero sentirte dentro de mí.
Se quitó la ropa interior y no pude evitar sorprenderme por su virilidad, a pesar de no haber visto nunca un pene, pensé que el tamaño de eso, iba a lastimarme.
—No tengas miedo, voy a ser muy cuidadoso.
Se colocó el preservativo y sus labios me besaron mientras su m*****o se clavaba hasta lo más profundo de mis entrañas, un pequeño grito de dolor salió de mi boca y mis lágrimas rodaron por mis mejillas, él se quedó inmóvil por un momento, como esperando que mi cuerpo se acostumbrara a sentir su m*****o dentro.
—¿Estás bien? ¿Quieres que lo saque? — me preguntó.
—No, no quiero que lo saques, me dolió un poco, pero se siente muy bien sentirte dentro.
Sonrió y me dio un suave beso en los labios, luego comenzó a moverse poco a poco, despacio y con cada movimiento mi cuerpo necesitaba más, mis caderas comenzaron a moverse al compás de sus embestidas, buscando incrementar la sensación y nuevamente comencé a convulsionar mientras mis uñas se enterraban en su espalda.
—¡Aghh Rachel, me has vuelto loco! Gritó y entonces supe que él lo había disfrutado tanto como yo.
Nos quedamos abrazados desnudos durante un largo rato, era sin duda el mejor día de San Valentín que había pasado en mi vida, sabía que, al amanecer, tendría que irme y me dolía, me dolía mucho, no quería irme de sus brazos, quería quedarme allí, por siempre…
Eso pasó hace muchos años, en ese tiempo no había un concepto para llamar a nuestra relación, pero como diría la juventud ahora, Cooper fue, mí Sugar Daddy para San Valentín.
Autora: Mony Ortiz.
Nota del autor:
Queridas lectoras, agradeciendo todo el amor que le dan a mis historias, porque el amor y la amistad se deben festejar todos los días, ya que son los sentimientos más hermosos del universo.
Si les gustó el relato, no olviden dejarme un comentario,
Con mucho cariño Mony Ortiz.
Instagram: monicaortiz.writer