NARRADOR — ¡Majestad! ¡Majestad! —El rey Darío dejo su copa de vino a un lado cuando escucho los gritos desgarradores de su sirviente, quien entro a la sala del trono jadeando y bañado en sudor. La reina Aridai lo miro con los ojos llenos de preocupación, la noticia que traía debía ser muy grave dada la cara que el pobre hombre llevaba. —Tekirgad ha caído majestad—Las manos del rey se apretaron como puños, era la ciudad más cercana a la ciudad, nada impediría que el siguiente blanco fueran ellos dada la ubicación del enemigo—Babilonia a tendido sobre ella su mano destructora, los hombres están muertos y las mujeres están siendo profanadas al igual que su reina. Aridai parecía querer desmayarse en cualquier momento de tan solo imaginar el cruel destino que acompaño al reino vecino. —Que