1. ¡EL HEREDERO HA NACIDO!

1208 Words
1. ¡EL HEREDERO HA NACIDO! Camille Me acerco a mirar por la ventana y como si el clima presagiara la tormenta que se desata en mi interior, los relámpagos cruzan el cielo, desafiantes y peligrosos. Mi cuarto se encuentra a oscuras y solo la luz de las farolas del exterior, permiten observar el interior de la habitación en penumbras. Tengo miedo de encender las luces y observar mi reflejo en el vidrio de la ventana. Debo lucir patética, pues he llorado toda la tarde y mis ojos deben estar hinchados. El silencio es interrumpido por el toque en la puerta, que me indica que ya no estoy sola en casa. Me doy la vuelta para abrir, pero mi paso es lento. Imagino que es parecido al de los condenados a punto de cumplir su sentencia, mientras el verdugo espera por ellos para acabar con su vida. Así me siento hoy. A punto de ver mi vida terminada. La persona vuelve a insistir por lo que apuro el paso. Cuando lo hago, la imagen de la persona que me odió desde el momento que nos conocimos, aparece frente a mí, con una sonrisa de burla y autosuficiencia en su rostro ajado por los años. —El heredero ha nacido y tú debes cumplir tu promesa. Por el bien de ese niño, no puedes permanecer aquí. La escucho asimilando sus palabras y poco después, asiento levemente. —¿El lo sabe? ¿Está de acuerdo en que me vaya sin despedirnos? —le pregunto, pero una sonrisa maquiavélica curva sus labios. Saca su teléfono y me enseña una imagen. Un hombre joven, abrazando a un pequeño niño recién nacido mientras besa a la mujer que yace en la cama. Parece ser una familia perfecta, solo que existe un pero, que rompe la armonía de la ecuación: Ese hombre que luce feliz y enamorado, se trata de mi esposo, Erick Peterson. —Debes cumplir con tu obligación, tal como lo acordamos. Ese niño debe crecer en el seno de una familia completa. Tiene padre y madre. Una tía que no está relacionada por sangre, no es necesaria. Sonrío levemente al escucharla. Es cierto. Para esa familia feliz, yo salgo sobrando. —¿Fue un varoncito? –le pregunto, pues él no tiene la culpa de las maquinaciones de los adultos. —Asi es. Todo resultó perfecto y mi nieto es un varón y el heredero de la familia Peterson. Sonrio pues a pesar de todo, mi tonto corazón sigue amando a Erick como el dia que lo conocí. –Me alegro por usted y sobre todo por Erick. Estoy segura que ahora sí podrá sentirse pleno en la vida. La mujer no me responde nada. Creo que ha llegado el momento. Camino de vuelta al interior y del clóset saco la maleta que ya está preparada. Voy al peinador y de mi joyero,saco la alianza que he llevado por cinco años y tomo el sobre que está a un lado. —Esto es suyo. Ya no me pertenece. Tomo su mano y lo coloco en la palma. —Estos son los papeles de divorcio. Estoy cumpliendo con lo que acordamos. La mujer asiente y toma lo papeles. Observa la firma en ellos y sonríe satisfecha. —Con esto estás demostrando que eres una buena mujer. Tu coche está listo afuera. Saca una tarjeta y me la entrega. —Aquí hay dinero suficiente para que inicies tu vida en otra parte. Vete lo más lejos que puedas. De lo contrario será doloroso verlos felices. Es por tu bien. Ja. Por mi bien. Como si alguna vez le hubiese interesado mi bienestar. Pero de todos modos tomo la tarjeta. No tengo dinero y empezar en otra parte será difícil. Afortunadamente tuve tiempo de sacar una copia de mi título y pedí una carta de recomendación en mi anterior empleo, pidiendo que no informen a Erick en caso de que por alguna razón le interesara saber mi paradero. —Supongo que gracias. Ahora me voy. Tomo mi maleta y me dirijo hacia la puerta. Antes de cruzarla, la mujer me detiene. —Nunca debiste poner tus ojos en mi hijo. El ha estado destinado a ser grande y tu eres muy poca cosa para estar a su lado. Solo eres la hija adoptiva de la familia Moore. Bajo mi cabeza porque eso es cierto. Solo soy una hija adoptiva, mientras que Sabine, es la hija legítima . Ahora me doy cuenta de que tenía razón. Le doy una última media sonrisa y salgo algo al fin. Mi coche está en la puerta y me dirijo a la salida. Subo mis cosas y volteo por última vez hacia la casa donde fui un poco feliz, solo un poco. ***** —¿A dónde irás? — Mi amiga Marcela me recibe en su casa a pesar de la hora. —No lo sé. No tengo ningún lugar al que ir. Voy a dejar que el destino me guíe. No tengo familia, y entre mis amistades solo quedas tú. Todas las personas que pensé que me apreciaban, solo eran parte de la farsa de mi matrimonio y ahora que se ha terminado, lo más seguro es que me darán la espalda. Mi amiga me mira con lástima y aunque no me gusta provocar ese sentimiento, no puedo evitarlo, así que solo suelto un suspiro de resignación. —En cuanto te instales, avísame. No sé a las demás personas, pero a mi interesa mucho saber de ti. Solo muevo mi cabeza arriba y abajo y le sonrío. Me levanto para marcharme. No es la primera vez que salgo de la ciudad pero si es la primera en la que estoy consciente de que no voy a volver ya que no me queda casi nada por lo cual deba hacerlo. —Siento que todo haya resultado así. —Marcela me da un último abrazo y salgo de su casa. Mientras conduzco, veo como la ciudad va quedando atrás. Casi igual que en mi vida, me voy alejando de todo lo que yo creía seguro. La carretera no está muy concurrida, sin embargo hay algunos vehículos pesados que vienen en el carril contrario. De pronto, uno de ellos esquiva algo que estorba en su camino y viene de frente hacia mí. Cuando intento moverme hacia un lado para evitarlo, piso el freno, pero no responde a la primera. Ni a la segunda. Siento como si la sangre abandonara mi cuerpo. Lo intento muchas veces pero el resultado es el mismo. Me doy por vencida. Me rindo. Quisiera llorar pero las lágrimas no me salen, solo una sonrisa de pena por la triste vida de Camille "adoptada" Moore, como solían llamarme en el colegio por instigación de mi hermana. Mi querida hermana. ¡Bah! Es una arpía. Al parecer este día, en verdad voy a perder todo, incluso mi vida. Cierro los ojos y escucho un estruendo. Dicen que cuando vas a morir, tu vida frente a tus ojos como si se tratara de una película. Pues bueno, la mía sería una película deprimente con pocos destellos de felicidad y esos me los dio Erick, el amor de mi vida, mi esposo y el hombre que al final me traicionó.
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