Primer aniversario

1036 Words
Ashlyn ha preparado una cena romántica para su primer aniversario. A su alrededor, hay globos rojos y velas aromáticas. Espera con ansias que la puerta se abra, pero parece que está tomando más tiempo del que ella misma imaginaba. Un poco cansada de esperar, se sirvió dos copas de vino, y justo cuando se echaba el último sorbo, la puerta se abrió. —¡Cariño, por fin has llegado!— exclamó Ashlyn mientras corría a sus brazos. Zahir Lennox, un hombre afortunado en los negocios, es un político con mucha autoridad. Es el gobernador de la Ciudad de México y posible candidato a la presidencia. —Ashlyn, por favor, firma esto— fueron las palabras más frías que pronunció. Ashlyn no entendía la forma tan fría en que se dirigía hacia ella; ni siquiera había un regalo en sus manos por su aniversario. Zahir se acercó al tic-tac y encendió las luces, iluminando sus rostros. Ashlyn, que sostenía la mirada frente a su esposo, desvió la vista solo por un instante, pero tan solo para darse cuenta de que ese papel decía: ACUERDO DE DIVORCIO Sus lágrimas no se hicieron esperar, aparecieron como un parpadeo. —¿Qué significa esto, Zahir?— preguntó casi sin poder hablar, como si estuviera susurrando al oído. Zahir, que mantenía su vista en ella, entró la mano en su saco y sacó un bolígrafo. —Es nuestro divorcio— le respondió sin aparente importancia. Ashlyn estaba atónita; pensaba que tenía un matrimonio perfecto y un hombre que la amaba, pero era evidente que nada era lo que parecía. —¿Por qué me dejas, Zahir?— preguntó mientras intentaba recomponerse. —Es lo mejor para ambos; no podemos continuar con este matrimonio. —No firmaré estos documentos. Mañana seguro se te pasará— intentaba aferrarse a la esperanza. Zahir, como si no le importara, guardó las apariencias y asintió positivamente para luego marcharse de casa sin decir nada más. Ashlyn sentía que su mundo se derrumbaba; estaba atrapada en un sueño que la hacía perder todo lo que tenía. A la mañana siguiente, cuando Ashlyn despertó, estaba sola en la cama. El sol entraba por las cortinas y parecía ser la única luz que había. Después de menos de una hora, llegó al hospital donde trabajaba en emergencias como doctora. Aunque cuidaba de los enfermos, en ese momento sentía que necesitaba que cuidaran de su corazón. —Doctora Ashlyn, parece estar distraída hoy— dijo una de las enfermeras al darse cuenta. —Estoy bien, no te preocupes, no es nada. Inesperadamente, antes de que pudiera seguir agregando más a sus palabras, alguien entró con una mujer en sus brazos y pedía ayuda. Al acostar a la paciente en la cama y casi correr hasta la camilla, Ashlyn se dio cuenta de que ese hombre era su esposo y que la mujer que estaba en la camilla no era otra más que su ex novia. Ashlyn lo miró con ojos llorosos, como si ya estuviera imaginando la verdadera razón por la que le había pedido el divorcio. —¿Qué le pasa a la paciente?— preguntó Ashlyn, como toda una profesional. —Ella… ella sufre de leucemia— explicó Zahir. Sin decir nada más, Ashlyn le aplicó los medicamentos correspondientes para que se sintiera mejor. —Ella se sentirá mejor, pero debe ir con su doctor; él debe evaluarla— le dijo a Zahir sin quitarle la mirada de decepción. Antes de que Zahir pudiera responder, su ex novia abrió los ojos y le sonrió. —Qué bueno que estás conmigo, Zahir— dijo. Ashlyn se iba a retirar cuando, inesperadamente, la ex novia de Zahir la llamó por su nombre. —Ashlyn. Ashlyn se giró sin dudarlo y caminó nuevamente hasta ellos. —¿Qué pasa?— preguntó. —Gracias por atenderme; si no fuera por ti, no sé qué hubiera pasado— decía con mucha fragilidad en sus labios. Ashlyn asintió positivamente a su agradecimiento, se dio la vuelta para marcharse, pero la voz de Zahir la detuvo una vez más. —No olvides firmar el divorcio. Ashlyn ni siquiera se giró al escuchar sus palabras; solo quería salir de allí corriendo después de sentirse tan humillada, pero no podía hacerlo. Aproximadamente una hora después, mientras estaba en su escritorio llenando algunos documentos, fue interrumpida. Conocía perfectamente el aroma que había en el ambiente y, sin que dijeran nada, levantó la cabeza. —Una vez más, gracias, Ashlyn— dijo la exnovia de Zahir. Zahir la sostenía con sus fuertes brazos, como si él fuera el sostén de aquella mujer. —Vamos a casa para que descanses— dijo al girarse. Una vez que ellos desaparecieron de su vista, Ashlyn no soportó más y sus lágrimas cayeron, mojando los papeles que había llenado. —Doctora Ashlyn, ya sé por qué ha estado tan distraída— dijo la enfermera al acercarse. —Sí, pero seguro es un malentendido. —¿Malentendido? Su esposo estaba cuidando a una mujer con tanto esmero y ¿usted dice que es un malentendido? Ashlyn solo quería que su situación marital no saliera a relucir, pero con lo que había pasado ya todos hablaban a sus espaldas. —Tienes razón, no es un malentendido; mi esposo me pidió el divorcio anoche— confesó con un dolor que parecía adueñarse de ella. La enfermera Mery puso su mano sobre su hombro, como si sintiera alguna especie de pena por ella. —¿Cómo se llama esa mujer?— preguntó inesperadamente. Ashlyn respiró hondo antes de responder, aún sintiendo el trauma de hace algunos minutos. —Su nombre es Madison Rold. Ashlyn sentía un nudo en la garganta; no podía abrir más la boca para pronunciar unas palabras. Cuando cayó la noche, llegó a la mansión que compartía con su esposo. Al entrar, el silencio que había la hizo sentir escalofríos. Miraba a su alrededor y solo podía pensar en la ironía de la vida. Justo cuando iba subiendo las escaleras, la voz de Zahir la detuvo instantáneamente; ella volvió a bajar los pocos escalones que había avanzado. Sin que Zahir lo viera venir, la mano de Ashlyn reposó en su mejilla con mucha fuerza.
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