Capítulo XVIII-2

2037 Words

«Si yo tuviera una mujer así...», imaginó también esta vez, con un suspiro, como todas las otras veces. Cuando recuperó el control llamó al coche gris con el teléfono encriptado. —Está saliendo —anunció simplemente. —Recibido —respondió sucintamente su interlocutor. Boyd volvió al puesto del conductor y cogió un periódico. Lo apoyó en el volante y fingió estar leyendo, mientras con el rabillo del ojo controlaba el edificio. Un minuto más tarde vio a McKintock salir del portal y dirigirse a grandes pasos hacia el aparcamiento, hacia él. Se veía que tenía prisa. Cuando McKintock estuvo a unos diez metros de su propio coche, Boyd encendió el motor y, despreocupadamente, se acercó a la salida del aparcamiento, como si se estuviera yendo. McKintock no se dio ni cuenta de la furgoneta que pas

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