When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
«Ahora veremos», se dijo Maoko con una sonrisa maliciosa. Lentamente, deslizó las manos hacia el abdomen, con los dedos juntos. No ejercía ninguna presión, pero podía sentir bajo los dedos cómo se tensaban los haces musculares. Inexorable, se fue acercando a las ingles, mientras Novak había vuelto a sudar y a respirar agitadamente, a pesar de seguir manteniéndose rígida y en posición. Colocó los dedos medio, anular y meñique en la cavidad inguinal, cruzó los pulgares justo sobre la vulva y dejó los índices levantados. Permaneció así medio minuto, durante el cual la mujer noruega casi no se atrevió a respirar; su corazón batía velozmente y con potencia, hasta tal punto que Maoko podía sentirlo tronar, imperioso, en la caja torácica. Bajó los índices hacia la vulva y los usó delicadamente p