Capítulo XVI Drew se había ido del laboratorio junto a los demás y se estaba dirigiendo a casa. Ya era casi de noche y quería descansar, cerrar ese día infernal. ¡Había pasado alguna que otra cosa! La existencia tranquila y regular del maduro profesor de física se había puesto patas arriba de forma inesperada con ese descubrimiento increíble. Estos últimos días le habían hecho vivir cosas portentosas, con un ritmo trepidante, en un aumento continuo de gloria y emoción, mucho más de lo que había sentido el resto de su vida. Caminando por la pequeña avenida, su mirada se posó casualmente en el edificio que albergaba el despacho del director. «Tengo que decírselo», pensó. Estaba cansado, pero se dirigió en aquella dirección de todas formas. La luz se filtraba por la ventana de McKintock.