Capítulo XXIV Maoko y Novak miraban despegar los aviones por la pared acristalada. A las diez de la mañana el aeropuerto de Manchester bullía por el tráfico intenso, con llegadas y salidas que se sucedían sin pausa. La terminal estaba llena de gente de diversas nacionalidades, un flujo en continuo movimiento, pero coherente, de un lado al otro del vestíbulo. El flujo se dividía en corrientes que se arremolinaban en los mostradores de facturación, cada una hacia su propio destino, y sistemáticamente interrumpidas por viajeros apenas llegados que, saliendo de la zona de recogida de equipajes se dirigían directamente a la salida, mirando solo hacia delante, como huyendo de algo. —¿Y ahora? —Novak rompió el silencio. Estaba seria, y miraba afuera de manera obstinada, evitando volverse hacia