When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Capítulo XXXII —¡No! —gritó Lancôme con su voz de contralto—. ¡Ni hablar! Delante de él, dos responsables técnicos lo miraban con aire serio. —Escuche... —intentó discutir uno de ellos. —¡Ya he dicho que ni hablar! —respondió Lancôme, furioso—. ¿No lo comprendéis? ¿Hablamos idiomas distintos? —¡Son esos de allí los que hablan otro idioma! —gritó a su vez, exasperado, el otro técnico—. No hemos visto a Mahmoud en todo el día, y Abdullah ha dejado caer la caja de las herramientas desde diez metros de altura. Ha caído al lado de Stockwell; ¡un poco más y lo mata! —¡Despedidos! ¡No quiero verlos mañana! —gritó Lancôme, fuera de sí. —¡Pues tendrá que despedir a los otros doce en los próximos días! —rebatió el primero—. Los dos son influyentes, y si les damos la espalda tendremos que desp