Capítulo XIV A las dos de la tarde la profesora Bryce entró en el laboratorio con una caja de la que, de vez en cuando, provenían ruidos imprevistos. Se dio cuenta de que nadie se había movido de allí, nadie había ido a comer todavía. Algunos estaban en la pizarra, retocando ecuaciones y corrigiendo gráficos, mientras otros, en las mesas libres, escribían frenéticamente sobre hojas de papel, y hacían cálculos ayudándose con una calculadora. De vez en cuando alguno consultaba los resultados, copiaba un número y lo introducía en sus ecuaciones, y después desarrollaba los pasos sucesivos. Bryce dejó la caja en un estante y se sentó en una esquina, esperando. Debía ser una fase crucial, se veía por el frenesí con el que sus compañeros estaban trabajando, y por sus caras cansadas por la conc