Mayo 10
En el mundo de los negocios no hay tiempo que perder, mi vuelo llegó hace apenas un par de horas y lo único que hice fue dejar mi equipaje en el hotel y cambiarme de ropa para mi cena con Cian Urquiza. Leo una vez más el perfil que arme de él y una vez que el taxista me indica que hemos llegado, guardo el celular en el bolso y le p**o al hombre —Gracias— Digo sonriente y trato de no molestarme por la manera que él me mira a través del reflejo del espejo retrovisor.
Mis tacones color n***o tocan la acera y de inmediato acomodo la falda del ajustado vestido del mismo color que llevo puesto. La luz artificial alumbra mis pasos hasta la entrada del restaurante y el host sonríe al verme —Buenas noches, señorita, ¿Tiene reservación? — Me saluda amablemente.
—Buenas noches, tengo una reservación a nombre de Cian…—
—Urquiza— Me interrumpe una voz masculina bastante grave y ronca.
Al darme la vuelta, lo veo a él con ese porte elegante, ojos profundos color verde y su cabello rubio oscuro perfectamente arreglado. Sonrió y extiendo mi mano —Buenas noches, señor Urquiza— Saludo amable y me sorprendo cuando su mirada jamás pierde contacto con la mía.
—Puedes llamarme Cian, no soy tan viejo para que me trates de usted— Comenta y sonrió sensual.
—Por supuesto, es más, diría que es uno de los empresarios más jóvenes que conozco— Expreso y un leve gesto en su rostro me hace saber que le agradan mis palabras.
—Por aquí por favor— Nos interrumpe el host y me giro dándole la espalda a Cian para seguir al hombre.
Si hay una cosa que he aprendido, es que las caderas de una mujer pueden ser la perdición de un hombre, y es exactamente eso lo que necesito de Cian; que se pierda por mi para conseguir lo que busco. Mis pasos se vuelven elegantes y buscan obtener su atención, pero una vez más él me toma por sorpresa cuando me alcanza y camina a mi lado —Supongo que no es la primera vez que vienes a Madrid— Habla como si nada y debo tener cuidado en mi respuesta.
—No, pero nunca he tenido la oportunidad de conocerla como he querido— Menciono.
—Es que el mundo de los negocios a veces nos hace vivir a mil por hora, es entendible— Explica y amablemente aparta mi silla en la mesa indicada para luego sentarse frente a mí.
El host hace toda esa introducción elegante que suelen hacer en sitios así, y aprovechando que Cian esta de frente, yo muevo mi cabello tratando de obtener su atención —Ya lo has dicho tú, el mundo de los negocios puede ser un sin parar constante— Comento y observo el menú.
—Gracias por aceptar esta cena, suelo sentirme mejor teniendo conversaciones preliminares en sitios más relajados que mi oficina— Dice y lo miro.
—He escuchado por ahí que le gusta cerrar tratos mientras cena— Le dejo saber y sonríe.
—¿Y que más has escuchado de mí? Porque yo he escuchado muchas cosas de ti— Menciona y debo asegurarme de tener el control de la situación.
—Que eres un hombre muy profesional, y que buscas la mejor constructora para tus nuevos proyectos— Hablo sin rodeos.
—¿Y tú dices que es la constructora Sagairi?— Indaga y asiento.
—Definitivamente, podemos ofrecerte el mejor servicio, precio, calidad, y sobre todo mucha experiencia— Enumero cuando nos interrumpen y él ordena una botella de vino.
—Todos dicen eso— Pronuncia y sonrió.
—Por supuesto que lo dirán, pero nosotros podemos adaptarnos a tus necesidades. Tenemos un equipo a nivel global que te ahorrara muchísimo dinero no solo en conseguir los mejores materiales, sino que también beneficios fiscales con el uso de materiales autosustentables, podemos hacer de tus hoteles los mejores— Menciono segura y se muerde el labio inferior.
—Eres una mujer que sabe lo que quiere, ahora entiendo por qué Fabricio te envió a ti— Señala.
—Es mi trabajo explicarles a los posibles clientes lo que podemos hacer por ellos, además queremos hacer que la negociación sea algo más que un simple intercambio de ofertas— Le dejo saber y cuando el camarero trae la botella de vino y toma nuestra orden, la conversación se ve brevemente interrumpida, pero él vuelve a mirarme cuando nos quedamos solos y sonríe.
—¿Algo más que una negociación?— Inquiere y asiento.
—Si, algo más personal— Señalo.
—¿Cómo una noche en mi casa por ejemplo?— Averigua y por dentro niego cuando por fuera esbozo una sonrisa.
«Eres igual a los demás» Pienso.
—¿Eso es lo que quieres?— Cuestiono firme.
Él bebe un sorbo de su copa —Así es, te quiero a ti en mi cama, ¿Qué dices?—
—¿Firmara el contrato?— Pregunto sin desviarme de mi meta.
—Firmare lo que quieras, ¿Qué dices?—
—Esta fue una negociación muy rápida— Digo y sonríe.
—Los dos sabemos lo que queremos, tú que yo firme, y yo a ti en mi cama—
—Muy bien, tenemos un acuerdo Cian— Digo sin rodeos y bebo un sorbo de mi copa mientras que por dentro me siento la mujer más infeliz del mundo.