CAPÍTULO DOCE Thanos estaba consternado, contemplando los restos de su barca. Se había dado el peor de los casos: estaba encallado en la Isla de los Prisioneros, sin salida. El prisionero que la había destruido dio un giro, la locura era evidente en su mirada. “¡Nadie escapa!” exclama. “¡Nunca escapan!” Thanos apenas escuchaba sus palabras. Su ruta para escapar de la isla, su única manera de continuar la búsqueda de Ceres, había desaparecido, se la habían quitado con la misma rapidez que vino. Thanos estaba allí mirando fijamente, apenas alcanzaba a comprender aquel sinsentido. Si el prisionero hubiera robado la barca, podría haberlo entendido. Aquello era destrucción gratuita. El prisionero se dirigió hacia él con un rugido, y Thanos fue a su encuentro a toda velocidad. Chocaron el u