Capítulo 5

1545 Words
Sabía que nadie de los que ahí trabajaban se atrevería a tomar un caballo, sobre todo tan temprano y mi hermana no era precisamente una persona mañanera como para andar afuera a esas horas del día. Alguien lo había tomado sin permiso, así que comencé a buscar por los alrededores, buscando indicios del animal, pero el lugar era demasiado grande como para recorrerlo yo sola, así que pensé que lo mejor sería volver y conseguir ayuda. Camine de vuelta hacia las caballerizas, el camino era largo así que metí mis manos en mis bolsillos para lograr calentarlas un poco, pero en cierto momento escuche el galopar de “Lluvia” era inconfundible, pero debido a la niebla, me era difícil saber exactamente de donde venía, así que me detuve. Seguí escuchando el galopar del animal más y más cerca hasta que lo escuche detrás de mí, solo entonces la yegua noto mi presencia y lo vi levantarse en dos patas lista para golpearme o quizás para echarse hacia atrás y esquivarme. —¡Cuidado!— escuché la voz de Amber y entonces algo me empujo. Caí, tal vez un metro o dos lejos de “Lluvia” pero al volver la vista me di cuenta de que mi hermana estaba ahí de pie intentando tranquilizar al animal que se había alterado con mi presencia. Intente levantarme de mi sitio, pero no pude hacerlo, un dolor irradio por mi tobillo por lo que fue imposible ponerme de pie por mi propia cuenta, así que me quede ahí observando la extraña y singular escena. Lluvia había reconocido a mi hermana, esa yegua era de por sí muy noble, pero mi hermana le tenía cierto aprecio y cariño por lo que en pocos segundos se tranquilizó, solo entonces pude fijarme en el jinete, se trataba de un joven hombre de gallarda figura, cabello marrón ondulado, casi como el de Olivia. Ojos verdes, piel blanca y ligeramente enrojecida sobre las mejillas, barbilla y pómulos finos, así como la nariz, aquel sujeto era atractivo más no una inusual belleza. Mi hermana le arrebato las riendas de las manos para evitar que su yegua siguiera alterándose y por si fuera poco le dirigió una mirada feroz como nunca antes le había visto. —¿Quién diablos te crees?—replico mi hermana mientras el joven bajaba del animal, entonces se percató de mi presencia e ignorando la altanería de mi hermana, corrió en mi auxilio. —Discúlpeme, por favor—expreso mostrándose muy avergonzado, entonces me ofreció su mano para ayudar a reincorporarme, pero yo simplemente negué su ayuda. —Me duele mucho—me queje señalando el lugar en donde me dolía. —¡Oh, por dios, lo lamento tanto!—expreso colocando una mano sobre el pecho para demostrarlo. Por supuesto yo sabia que no había sido él y mucho menos el animal quien me había ocasionado esto, sino mi propia hermana quien había actuado sin pensar, pero en cierta forma me había salvado de algo más grave que solo una punzada en el tobillo. —Déjala—expreso mi hermana mostrándose muy autoritaria ante él mientras se arrodillaba a mi lado y comenzaba a examinarme. Me quito la bota y comenzó a masajear mi pie buscando una herida grave, pero ambas sabíamos que aquella caída había sido, entre otras cosas, algo muy leve como para provocarme una fractura—¿Quién eres tú y quién te dio permiso de tomar la yegua? El joven dirigió su vista a mi hermana y luego de ver esos ojos amenazadores, agacho la vista. —Discúlpame, mi cuñado acaba de heredar la propiedad y mi hermana me dijo que podía tomar uno de los animales cuando llegara—admitió y entonces la expresión de mi hermana cambio del enfado a la decepción. —¿Tú eres el hermano de Olivia?—me atreví a interrogarle al notar que mi hermana había perdido casi todo el interés en él, al recordar que ninguna de las dos tenía autoridad ya sobre lo que había sido nuestro y si Olivia le había dado su consentimiento para tomar nuestra yeguas nada podíamos hacer. —Sí—sonrió y entonces extendió la mano hacia mí, llevaba unos guantes de cuero de color café, muy bonitos y ostentosos—Edward Cass, a sus órdenes. Por favor déjeme ayudarla, es lo menos que puedo hacer. Mire a mi hermana, ella simplemente me dirigió una mirada seria diciéndome con ella que no debía aceptar su ayuda, sobre todo viniendo del hermano de Olivia, pero yo no era tan orgullosa como Amber, así que le estreche la mano y con ayuda de mi único pie bueno, Edward me ayudo y mi hermana no tuvo más remedio que ayudarlo para evitar que perdiera el equilibrio. Entre los dos me ayudaron a llegar al interior de la casa, me llevaron a una estancia donde pudiera descansar y donde pudieran revisarme mejor que un par de simples tocamientos en el tobillo. Edward parecía saber lo que hacía, ya que le pidió a Amber un par de vendajes para hacer una curación debida. Amber solo lo miro con cierto desprecio e indignación y se fue a buscar un botiquín, mientras Edward me realizaba un masaje, dolía por supuesto, pero era un dolor soportable que sabía que no duraría mucho tiempo. —Vaya forma de conocernos—bromeo el joven frente a mí y esa declaración me hizo reír, ciertamente no esperaba que la primera vez que viéramos al hermano de Olivia seria de esa forma, aunque en realidad no esperaba mucho de él, solo que fuera igual o peor que su hermana. Arrogante, pretencioso y presumido— de verdad lo lamento. —No te preocupes—insistí— no fue tu culpa, es que no podía dormir y salí a despejar mi mente. No han sido días muy buenos. —Sí, mi hermana me contó un poco sobre su situación—miro parte de aquella habitación que, para mí era en cierta forma normal, pero seguro que para él era igual que entrar a un palacio—entiendo qué piensan irse. ¿Mi cuñado les solicito que desalojaran tan pronto el lugar? —En realidad no, pero mi madre le aviso que nos iríamos en cuanto encontráramos un lugar—admití, ya que Edward parecía ser mucho más comprensivo y empático que Olivia— no queremos molestar en cuanto se mude aquí. —Entiendo—dijo Edward y entonces mi hermana apareció por la puerta con un botiquín en la mano. No me había fijado, pero mientras se aproximaba a nosotros note que la pobre aún seguía en pijama, tal vez había sufrido insomnio al igual que yo y quizás había ido a buscarme. Amber le entrego el botiquín y aunque Edward le dedico una sonrisa agradecida, ella simplemente lo ignoro y se sentó en el otro sofá no muy lejos de mí, observando atentamente cada movimiento de las manos de Edward como si en realidad fuese a arrancarme la piel. Luego de varios minutos y con un buen vendaje sentí que el dolor había disminuido considerablemente, pero una vez que Edward termino no me anime a intentar caminar. —Muchas gracias—le dije y entonces Amber rodó los ojos y desvió la mirada. —No hay de que, al contrario, por favor perdóname por ser tan descuidado—expreso mientras guardaba con diligencia cada cosa que había utilizado del botiquín— usualmente no soy así, pero estaba tan concentrado en correr que en realidad no me fije del camino… —Ni de quien transitaba por ahí—pronuncio mi hermana interrumpiéndolo, entonces lo rodeo y se acercó a inspeccionar su trabajo. Su mirada recorrió el vendaje y entonces me hizo un gesto extraño, como diciéndome que Edward no era de su agrado, ni él ni su vendaje, pero no se atrevió a decir nada. —¿Necesitas ayuda para encontrar a Olivia?— expresé enseguida. No me gustaba que Amber lanzara toda su ponzoña en contra del pobre Edward, parecía ser una buena persona, solo que no había tenido oportunidad de demostrarlo. —La llamaré por teléfono, no se preocupen—expreso avergonzado, tal vez con la intención de no molestarnos, pero entonces Amber soltó una leve carcajada que enseguida trato de ocultar. —Aquí no hay señal telefónica—dijo claramente burlándose de él, pero entonces tuve que aclararme la garganta para recordarle sus modales justo como lo habría hecho papá. —¿No?—pregunto con cierta ingenuidad. —No—respondí— la única forma de comunicarnos es con el teléfono fijo, pero será mejor que alguien te acompañe si quieres que tu hermana sepa que estás aquí, no creo que Olivia tenga señal en su propio móvil. Te acompañaría, pero como verás no puedo caminar ahora, así que espero que no tengas ningún inconveniente en que mi hermana Amber te acompañe. Amber giro la vista hacia mí y moviendo los labios, aunque sin emitir ningún sonido, se negó a acompañarlo; sin embargo, yo ya la había ofrecido para que fuera guía de Edward, así que simplemente le sonreí. Ella volvió la mirada hacia Edward y al no ver otra alternativa, torció ligeramente los labios y le indico el camino.
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