Alex estaba desesperado, su padre había caído gravemente enfermo y necesitaba un médico con urgencia. Había oído hablar de Ana, ella era la mejor médico de la ciudad, y decidió enviar a alguien a buscarla para que tratara a su padre.
Sin embargo, cuando Ana recibió la noticia, se rehusó a volver. Había logrado establecer una nueva vida para ella y sus hijos, y no estaba dispuesta a volver al pasado. Eso representaría un peligro para los trillizos, y sobre todo, la interrupción de su matrimonio, algo que no permitiría, David era quien la había amado durante todo el tiempo en que Alex la rechazó, y aunque sabía que la decisión que él tomó, no fue por amor, sino por conveniencia, ella no podía perdonarle el dolor que le causo.
Alex intentó hablar con ella, explicándole lo desesperada que era la situación y suplicándole que lo ayudara. Pero Ana estaba decidida a quedarse donde estaba y continuar su vida. Ana estaba concentrada en los preparativos para su boda con David. Pero una noche, de repente, Alex apareció en la puerta de su casa.
Ana estaba sorprendida de verlo, pero también confundida y preocupada. Sabía que Alex era el padre de sus hijos, pero también sabía que tenía una responsabilidad con David y su futuro juntos.
—¿Qué haces aquí, Alex? ¿Por qué has venido?—, preguntó Ana con cautela.
—Mi padre está enfermo, Ana. Necesito que vengas a la manada y lo cures—, respondió Alex con urgencia en su voz.
Ana se sorprendió por la noticia, pero también se sintió frustrada. Sabía que Alex había desaparecido de su vida por mucho tiempo y que su compromiso con David estaba en juego. Pero también sabía que la vida de una persona estaba en juego.
—Lo siento, Alex, pero no puedo volver a la manada. Tengo mi vida aquí ahora y mi compromiso con David. No puedo simplemente abandonarlo todo—, dijo Ana con tristeza.
Alex miró a Ana a los ojos y se dio cuenta de que ella estaba decidida. Sabía que había sido un idiota al alejarse de ella y que estaba pagando las consecuencias de sus acciones.
—Lo entiendo, Ana. Lo siento mucho. Te dejé ir de una vez, pero no voy a dejar que esto afecte la vida de mi padre. Voy a buscar ayuda en otro lugar—, dijo Alex con la cabeza baja.
Ana sabía que Alex estaba desesperado y que necesitaba ayuda. Se sintió mal por él, pero también sabía que su futuro estaba con David y sus hijos.
—Lo siento, Alex. Espero que encuentres a alguien que pueda ayudarte—, dijo Ana con tristeza mientras cerraba la puerta detrás de ella.
Alex se fue, sintiéndose solo y abandonado una vez más. Pero sabía que tenía que encontrar una solución para su padre y para su manada. Quizás había perdido a Ana para siempre, pero nunca se rendiría por su familia.
Al regresar al bosque Alex se siente frustrado por no encontrar ayuda para salvar a su padre, no era confiable llevar otro ser humano hacia la manada, pues su secreto debería permanecer intacto, pero su padre le pide algo que realmente lo deja quebrantado.
Su padre le exige traer a Ana de nuevo a la manada, o de lo contrario, sería el fin de la prolongación de su existencia.
Después de varios días sin tener noticias de Ana, Alex comienza a preocuparse. Sabe que ella es la única que puede salvar la vida de su padre enfermo, y su ausencia lo hace sentir impotente. Con el corazón en la mano, decide volver a la ciudad para buscarla.
Después de mucho buscar, finalmente encuentra a Ana en su lugar de trabajo. Ella lo recibe fríamente, sin darle la oportunidad de explicarse. Pero Alex no se rinde, sabe que necesita convencerla de volver a la manada.
—Ana, por favor, debes volver a la manada. Mi padre está muriendo y tú eres la única que puede salvarlo—, dice Alex con urgencia.
—Lo siento, Alex, pero ya te dije que no pienso volver. Tengo una nueva vida aquí y no quiero dejarla—, responde Ana con firmeza.
—Pero Ana, tú eres mi segunda oportunidad de luna. Mi padre me ha exigido que te traiga de vuelta a la manada, de lo contrario, caerá una maldición sobre nosotros y nuestra existencia acabará—, explica Alex, desesperado.
Ana se queda en silencio unos momentos, reflexionando sobre lo que Alex le acaba de decir. Sabe que es algo serio, pero también sabe que no puede dejar su vida actual para volver a la manada.
—Lo siento, Alex, pero no puedo volver. Mi vida está aquí ahora, con David y mis hijos—, dice Ana con tristeza en su voz.
Alex la mira fijamente, sus ojos se llenan de lágrimas. Sabe que ha perdido a la mujer que ama y que su manada está en grave peligro.
—Entiendo, Ana. No puedo obligarte a nada. Solo espero que algún día puedas perdonarme y que encuentres la felicidad que mereces—, dice Alex antes de marcharse.
Ana lo mira alejarse, sintiéndose triste por lo que ha pasado entre ellos. Pero sabe que su vida ahora está con David y sus hijos, y que debe seguir adelante sin mirar atrás.