Atravesaron el campo a paso ligero. Cole recorrió el terreno en busca de señales. Las huellas eran numerosas. Muchos jinetes habían cabalgado por aquí y, como el suelo estaba tan seco, las huellas estaban mezcladas. Cuando se acercaron a un pequeño claro junto a un arroyo seco, Cole desmontó y examinó la vegetación cercana. Aquí, el matorral estaba tan seco que, al poner hojas marrones entre sus dedos, se desintegraron en fino polvo.
—Hace semanas que no llueve —se dijo Cole. Los demás estaban sentados un poco lejos, fumando o, en el caso de Weir, mascando tabaco—. Las señales no son fáciles. —Se puso de rodillas cuando algo le llamó la atención—. ¿Shapiro fumaba?
—¿Cómo demonios voy a saberlo? —espetó Johnson.
—Podría ser que se detuviera aquí a descansar antes de… —Cole recogió los re
