—¿Cole? Cole… —Mathieson levantó la cabeza. Parpadeó rápidamente y tardó unos instantes en darse cuenta de que Cole estaba allí. Se levantó y, tembloroso, se inclinó sobre el escritorio, con las palmas de las manos apoyadas en el tablero. Luego, respiró hondo varias veces—. Hay… Cole, siéntate.
—Coronel, ¿ha ocurrido algo? He traído a Shapiro y… —A Cole se le hizo un nudo en la garganta. Buscó la silla cercana y la acercó.
—¿Shapiro? —Sacudió la cabeza—. Cole, ¿has d*********o algo sobre…? Se pasó una mano temblorosa por la cara—. Maldita sea, Cole, todo esto… es demasiado, maldita sea. Demasiado.
—No estoy seguro de a qué se refiere, señor, cuando habla de «descubrir algo». —Frunciendo el ceño, Cole se inclinó hacia delante.
—¿Qué pasó con los otros, Cole? ¿Johnson?
