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El legado Vampiro III: Renacimiento

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Han pasado 100 años desde que la última damphir sobre la tierra murió(Amanda), llevándose consigo el legado de los vampiros. Sin embargo, el nacimiento de un niño con rasgos vampíricos ha causado conmoción en el mundo. El Vaticano ha intervenido rápidamente mandando a su mejor historiador vampirico, sir Judas Blake, quien es nada más ni nada menos que Judas el maldito, primer vampiro sobre la tierra. Quién pese a ser perdonado por Dios, aún conserva su inmortalidad sin las viejas características vampíricas. Su tarea es descubrir quién y porque alguien maldijo a los padres del niño dando como resultado el nacimiento de un vampiro heredero y si este es el único caso en el mundo. Su labor no será fácil, pues debe proteger al pequeño niño, ya que es blanco de muchas organizaciones que quieren tenerlo para hacerlo un mercenario en un futuro. Incluso protegerlo del propio Vaticano. Sabe que el niño estará a salvo en la vieja ciudad Montesco, la cual nuevamente ha sido protegida por la muralla mágica y es difícil de ubicar, tal y como solía ser en tiempos de su fundador, Abraham Montesco. ¿Logrará llevar sano y salvo al niño a Montesco City? Para lograrlo deberá pedir ayuda de su viejo amigo Metatrón, quien dice que no puede intervenir, sin embargo le dará una pieza de su amuleto para viajar en el tiempo y pedir la ayuda que necesita 300 años en el pasado, cuando aún reinaba Nathan Gray. ¿Qué decidirá hacer Judas? ¿Dejar al niño en el pasado cuando aún los vampiros caminaban sobre la tierra y que tenga una vida plena el tiempo que le quede de vida? ¿O traerá al clan Gray al futuro para proteger al niño? Sabe que ambas decisiones cambiarán el curso de la historia conocida. Y la nueva incógnita es ¿Por qué Dios lo está permitiendo? ¿Acaso el equilibrio solo se logrará reestableciendo nuevamente el linaje vampiro?

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Capítulo 1
Han pasado 100 años desde que los vampiros se extinguieron, o al menos eso es lo que se cree. Después de la gran guerra, decidí viajar por el universo y conocer las otras dimensiones, si bien es fascinante como inquietante conocer muchas realidades alternas, esa vida me pareció aburrida, simplemente no era lo mío. Así que decidí volver al mundo normal, sin embargo, como el tiempo transcurre distinto en el mundo interdimensional, para cuando volví, Edmund Riley II ya tenía 60 años y Amanda Riley su “madre” acababa de fallecer días atrás. Me sentí nostálgico, pues el mundo siguió su curso y al ya no estar malditos, vivieron como humanos, envejecieron y finalmente dejaron este plano y yo sigo aquí sólo como al principio. ¿Reencarnaran algún día? ¿Podrán recordar algo de su vida pasada? El nuevo Edmund tenía algo de conocimiento sobre su vida anterior y continuo con su negocio cervecero. Pero lo poco que sabía de él mismo, fueron cosas que Amanda le dijo, por si mismo no pudo recordar su vida anterior. Al no tener familia, ya que nunca se casó por estar más concentrado en los negocios(y conflictuado por su relación anterior con Amanda, aunque esto no se lo dijo nunca a ella), me dejó parte de sus bienes como su tío lejano y lo demás decidió donarlo a la beneficencia. Edmund vivió cómodamente otros veinte años más, en los cuales le acompañe y en los que pude darme cuenta, que pese a todo, yo seguí viéndome igual, de treinta y tantos años. No entiendo porque, al principio creí que por estar en la interdimensión se paraba mi envejecimiento, pero esa no era la razón. Mire al cielo muchas noches preguntándole a Dios el porque, pero no contestó. Para mí, en este mundo mas moderno me resulta más difícil pasar desapercibido. Afortunadamente, algo que no ha cambiado con los años, es que todo lo puedes solucionar con dinero. He tenido varias identidades y varias profesiones a través de los años, pero ahora me desempeño como profesor de teología en Italia para la universidad teológica de Milán, la materia que imparto es “pentateuco y libros históricos” y ocasionalmente “teología espiritual 1” Lo se, yo, Judas Iscariote, que traicionó a Jesús a cambio de veinte monedas de plata y lo lleve a la cruz ,ahora soy profesor de la licenciatura en teología y por si fuera poco, también soy asesor del Vaticano como historiador vampírico. Si se lo preguntan, si, el Vaticano sabe quién soy y no veo que eso les genere incomodidad. Más bien parecen aprovechar mi basto conocimiento del mundo, soy como una enciclopedia viviente que puede darles datos históricos que ni siquiera figuran en los libros de historia. Aunque se perfectamente que no debo fiarme totalmente de ellos. — Muy bien, jóvenes, espero que hayan puesto un poco de atención a la clase de hoy, recuerden que básicamente los cinco años que dura la carrera, el 99% es aburrido para quien no tenga verdadera pasión por el conocimiento teológico. Así que si pusieron atención a mi clase, y espero que así haya sido, para mañana me van a traer un ensayo con sus propias palabras sobre lo que se trató el tema de hoy y no aceptaré trabajos de menos de dos cuartillas, está tarea vale un punto.— Varios murmullos se escuchan detrás de mi. Estudiar filosofía y teología no son para cualquiera, muchos chicos tienen una expectativa diferente de lo que es está carrera y terminan aburridos y decepcionados. La cantidad de estudiantes del curso son cada vez menos con el paso de las semanas y a este paso, tendrán que cancelar está carrera o juntar este grupo con otro y hacer recorte de plantilla de maestros. Económicamente no me afecta en lo más mínimo, pero en los últimos años descubrí que me apasiona el estudio bíblico, si. Ironías de la vida. Y no me gustaría hacer otra cosa, por ahora. Guardo todas mis cosas y me preparo para salir, cuando veo que alguien me impide salir del salón. — ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte Cassidy? La joven me sonríe mientras se esta interponiendo en la puerta para que yo no pueda salir. — Cassidy, no estoy jugando, abre la puerta y prometo no revelar tu secreto. ¿De acuerdo? ¿Estamos a mano? — Está chica en verdad me pone nervioso. Cassidy sonríe y se quita de la puerta, no sin antes pararse de puntitas y darme un beso en la mejilla, lo suficientemente cerca de la comisura. — Nos vemos mañana profesor. — Dice con tono melodioso y coqueto. Cassidy Vannicelli es una chica de complexión delgada, bajita de estatura, ojos azules, rubia, labios carnosos. No voy a negar que es bastante atractiva. No se si ella nota que me provoca incomodidad y por eso lo sigue haciendo. Podría decirse que me siento acosado por una alumna de 20 años. Salgo de la universidad y veo mi reloj. —Otra vez llegaré tarde— me digo a mi mismo mientras camino hacia mi auto. Apenas había avanzado unos cuantos metros cuando noté que estaban desviando el tráfico en otra dirección. Solo suspiré, eso solo significaba una cosa, llegaría a casa entrada la noche, donde mi gato me espera. Si, un viejo inmortal solitario a veces necesita compañía y los gatos son los mejores compañeros, los perros también lo son, pero estos últimos son más dependientes y pueden deprimirse si no te ven en todo el día o más días, ya que a veces tengo que viajar. En cambio el señor bigotes es más independiente y a veces indiferente a mi presencia. Lo adopté hace un año, cuando era un cachorrito. Es mi esponjoso compañero. El tráfico siguió por un par de horas y eran las ocho de la noche cuando decidí desviar mi camino un poco para ir por algo de cenar para mí y quizá beber un trago. Entré a un establecimiento de comida rápida y pedí comida para llevar y un par de cervezas. Cuando al fin llegué a casa, los incesantes maullidos del señor bigotes me hicieron saber que estaba bastante molesto por mi tardanza. Lo cargué y acaricie un poco mientras encendía las luces y revise su comedero. — Eres un gato muy glotón, ¿Lo sabías? Te acabaste todo. Por eso estás tan gruñón, tienes hambre. Luego de cenar con mi gato, me di una ducha caliente y me fui a la cama. A la mañana siguiente volví a hacer lo mismo de siempre, dejar lleno el comedero y bebedero, revisar que las ventanas y puertas estén bien cerradas y que la ventilación sea buena para que el señor bigotes no se escape. Dejar limpia la caja de arena, tomar un café y un sándwich y salir corriendo del edificio rumbo a mi auto, porque siempre termina haciéndose tarde. De camino a la universidad, me desvío por otra calle, ya que siguen las reparaciones de la carretera y entonces noto algo peculiar. Una chica bajita, rubia de pelo suelto va caminando aprisa en dirección al metro, pero un par de jóvenes a dos metros detrás de ella van diciéndole cosas y riendo. Ella voltea y me doy cuenta que se trata de Cassidy, que se encuentra asustada. Hay gente alrededor pero todos van preocupados de sus propios asuntos. Así que decidí acercar el auto lo más posible hasta donde está ella y le hago sonar el claxon. Ella voltea entonces y sus ojos se iluminan al verme y esboza una gran sonrisa. Se dirige corriendo hasta el auto y le abro la puerta del copiloto sin salir del auto y miro hacia donde estaban los chicos, los cuales se quedan parados murmurando algo entre ellos y mirándome de forma retadora. No pasan de veinte años y tienen tatuajes en los brazos, posiblemente pertenezcan a alguna pandilla. — Muchas gracias profesor, no sabe de la que me acaba de salvar. — Dije Cassidy mientras se abrocha el cinturón de seguridad y se recuesta en el asiento cerrando los ojos y soltando el aire de sus pulmones. — Parece que estabas bastante tensa. Normalmente no tomo está ruta, pero supongo que por algo pasan las cosas, logré ver de lejos que esos tipos te seguían antes de darme cuenta que se trataba de ti. — — Pensé que al llegar al metro podría estar a salvo, pero ahora no estoy segura. Me venían siguiendo desde hace dos cuadras. — ¿No te hicieron nada? ¿Te dijeron algo? — Puras tonterías…básicamente. No tiene caso decirlas. Pero si tenía miedo de que se metieran junto conmigo al vagón e intentarán hacerme algo. — Respondió. Mire en todas las direcciones posibles y ya no vi a los tipos, así que decidí arrancar el auto y seguir nuestro camino. Durante los siguientes veinte minutos de viaje, Cassidy iba callada, por ratos parecía intentar querer dormir y otras veces iba mirando por la ventana. — Profesor Judas, ¿Podría bajarme aquí? No quiero que la gente piense cosas que no son si me ven llegar con usted en su auto y esto le cause problemas. — — Causarme problemas no pareció importarte ayer que me besaste en la mejilla dentro del salón de clases— Respondí. Cassidy abrió muy grandes los ojos y toda su cara se puso roja. — Lo siento, se que fue algo arrebatado de mi parte. No volverá a suceder. Gracias por traerme, le prometo que se lo p**o después. —No fue nada. Cuídate y avísame si necesitas algo, ya tienes mi número, está en el directorio de la escuela. — Profesor…¿Aceptaría salir a tomar un café? Cómo agradecimiento por lo de hoy.— Se veía bastante nerviosa La miré fijamente y note lo incomoda que estaba, en este momento es cuando extraño mis viejas habilidades. Podría entrar en su mente y saber que estaba pensando. — No lo se Cass, déjame pensarlo y te aviso al salir. ¿De acuerdo?— Ella asintió con la cabeza y salió del coche. La miré caminar hasta la entrada de la universidad donde la esperaba su amiga Tessa. así que me apresure a aparcar el auto. El día transcurrió con bastante normalidad, hice revisión de ensayos, la mayoría bastante malos y dicté tres clases más. Era hora del almuerzo y me gusta salir a una cafetería a tres cuadras del campus. Quizá me gusta el lugar porque tiene temática de gatos, “Affo-gato” es un juego de palabras entre el postre de café y los gatos. — Hola profesor. No sabía que usted venia aquí también. La comida de la cafetería del campus no es tan mala, pero el café de aquí es el mejor. — Decía Cassidy apareciendo de pronto y acomodando sus cosas frente a mi. — ¿No te da pena que te vean conmigo? Esta mañana tenías miedo que te vieran llegar en mi auto y ahora estás sentada frente a mi en una cafetería cerca de la universidad, aún pueden vernos nuestros conocidos. — No es lo mismo. Y si preguntan, solo estoy preguntando acerca de una de sus materias. No pasa nada. — Me dijo con una sonrisa — ¿Sabes que eres muy rara? A veces no quieres ser vista y otras parece que quieres lo contrario. Como aquella tarde en la azotea de la escuela cuando te encontré fumando marihuana.— — Shh, profesor, usted prometió que guardaría mi secreto.— Dijo de pronto. — Sabes Cass, no entiendo porque estás estudiando teología, por tu forma de ser siento que deberías estudiar otra cosa. — ¿Cómo que? ¿Cree que no podré llegar a ser pastora? Bueno, siendo sincera con usted, mis padres me obligan a estudiar teología, ambos tienen un cargo en la iglesia presbiteriana de mi vecindario. Yo quiero ser escritora, por eso sin que lo sepan, estoy inscrita en ambas carreras, y tienen en común sus materias, profesor. Así que no estoy en su clase por querer ser teologa, si no porque en filosofía y letras, son materias que también debo cursar. — Respondió. — Eso es bastante interesante y admirable, estudias dos carreras a la vez. ¿Cómo le haces para el p**o de las matrículas?— Pregunté con curiosidad. La cara de Cassidy se torno seria, como si le avergonzara decírmelo. — Ese es un asunto privado, profesor. — Evadió la pregunta. Hubo un lapso incomodo que duró muy pocos segundos, pues la mesera se acercó a la mesa para pedir nuestra orden. — Buenas tardes, ¿Puedo tomar su orden?— — Para mí, lo de siempre por favor — Respondí. Era cliente frecuente, así que con solo decir “lo de siempre” sabía que me traeria una rebanada de pay de manzana, un affogato y pasta a la boloñesa. — ¿ La señorita que va a ordenar? — preguntó la mesera. — Para mí, una ensalada con pollo y un chai helado. — Enseguida traigo su orden— se retira la mesera. — Profesor, ¿Puedo preguntarle algo? — ¿Qué cosa? — decía mirando unos papeles, más que revisarlos, estaba intentando distraerme y que ella no notará que su presencia me hace sentir incómodo. — ¿Cuántos años tiene? Se ve bastante joven para saber tanto, los demás profesores rondan los cincuenta o sesenta años y usted no parece llegar a los cuarenta . Me quedé pensativo porque no recordaba la fecha de nacimiento que supuestamente di al momento de mi contratación. — Tengo cuarenta. Ella me miró como diciendo “ no le creo” — Usted parece más joven, le calculaba unos treinta y siete a lo mucho. — Me cuido. Bebo ocasionalmente, intento hacer ejercicio y comer medianamente saludable y…trato de dormir temprano.— Respondí — Profesor, ¿Tiene novia? ¿Esta casado? ¿Divorciado? ¿Tiene hijos? Aparté la vista de los documentos y la miré sin entender. — Cass, ¿Por qué me estás bombardeando con tantas preguntas? — Solo tenía curiosidad. A decir verdad, es lo que todas las chicas se preguntan. Usted es atractivo, profesor. No soy la única que lo nota. En el baño de las chicas siempre escucho murmullos de chicas preguntándose si usted es casado o soltero y que posibilidad podría haber de tener un romance con usted. Usted ha inspirado varias novelas románticas en el campus, por si no lo sabía.— Tragué en seco. ¿Qué era esto? Me sentí más cohibido y avergonzado. Sentí como el calor estaba subiendo por toda mi cara y Cassidy parecía divertida. Justo en ese momento la mesera traía nuestra orden. Así que me dispuse a comer en silencio, aunque la situación ya era bastante incomoda con la rubia frente a mi mirándome y sonriendo. — Se quedó mudo profesor. — Prefiero disfrutar de mi comida en silencio.— Al parecer soné bastante serio, porque la cara de Cassidy cambio y dejo de sonreír para ponerse sería. — Acabo de recordar que olvide entregar un libro a la biblioteca y el plazo era a las dos de la tarde. Debo volver a la escuela, disfrute de su almuerzo profesor, yo p**o la cuenta. Se lo debo por lo de esta mañana.— Dijo rápidamente y se levantó del asiento tan rápido que no me dio tiempo a responder nada, fue a la caja registradora y pagó por lo de ambos. Una vez que la vi cruzar la calle, suspiré. — ¿Por qué está chica me pone en situaciones incómodas?— Murmuré para mis adentros. La mesera se me acerca con una sonrisa. — Disculpe señor, ¿Usted es el profesor Judas? — Si, ¿Sucede algo? — Oh, no es nada, es que vienen aquí muchas alumnas de la universidad y siempre murmuran sobre tener como crush al profesor Judas, y ahora que sin querer, escuché lo que le dijo la chica con la que estaba, me dio curiosidad saber si se trataba de usted. Con todo respeto, no se equivocan, es usted bastante guapo, como para ser modelo o actor. Disculpe si lo incómodo.— Me deja una rebanada de pastel de chocolate — Es cortesía de la casa. Le di las gracias y me quedé sorprendido. Esta juventud es mucho más abierta y directa. En mis tiempos, y me refiero a dos mil quinientos años atrás, era impensable que una señorita hablara sobre sus sentimientos por un hombre sin temor a ser apedreada. Regrese a la universidad para dar mis últimas dos clases del día, pero lo que no me dejó concentrarme del todo, fue notar la ausencia de Cassidy en mi clase. Al finalizar, me acerqué disimuladamente a Tessa Bianchi, su mejor amiga, una morena de ojos verdes. — Disculpa Tess, ¿Tienes un segundo? — Claro profesor, ¿Qué sucede? — Hoy me topé a Cassidy en la cafetería Affo-gato y llevaba prisa por devolver un libro a la biblioteca pero se me hace extraño que haya faltado a mi clase después de eso, ¿Sabes si le pasó algo o si se sintió enferma?— La cara de Tess al mencionar a su amiga se torno en una cara de preocupación. — Hay profesor, la verdad yo creo que mi amiga ya no va a volver. Su padre se enteró que está inscrita en filosofía y letras y que abandonó las clases de teología, salvo las que se tienen que cursar para filosofía y vino a la escuela bastante molesto. La sacó a rastras de la universidad.— Respondió — Gracias Tessa, es una lastima, era de las pocas alumnas que mostraban verdadero interés en mis aburridas clases, espero que su situación familiar mejore.— Me despedí El camino a casa fue tranquilo, pero algo me inquietaba, no podía sacarme a Cassidy de la cabeza. — ¿Qué me está pasando? ¿Por qué me preocupo por saber si Cassidy la está pasando mal? — murmuraba para mí mismo. Estaba pasando por la estación del metro cuando la vi. Tenía una pequeña maleta en la mano y los ojos los tenía hinchados y rojos, por lo que intuí que estuvo llorando mucho. Aparque cerca y baje del auto para acercarme a ella. — Cassidy, ¿Estás bien? ¿Sucedió algo? Cassidy volteo a verme y comenzó a hipar y llorar de nuevo, Pero lo que me descolocó fue sentir que de la nada me abrazo muy fuerte mientras lloraba. Al principio me quedé inmóvil sin saber cómo reaccionar, noté varias miradas de las personas que iban pasando y la abrace. — ¿Qué pasó? — Pregunté —Mi padre descubrió que me di de baja en teología y que tenía más de dos semestres cursando filosofía y letras a la par. No sabía que el rector era su amigo y en cuanto hice el papeleo para mí baja en teología, el llamo a mi padre casi de inmediato. Cuando regrese está tarde a la escuela a devolver el libro, mi padre me estaba esperando fuera de la biblioteca y de forma violenta me arrastró fuera de la escuela.— Decía aún entre cortada por el llanto y me enseñó sus brazos, que tenía cubiertos con una chaqueta. Las huellas de manos entre cerradas alrededor de sus brazos estaban fuertemente marcadas. Sentí como el calor iba subiendo por mi cara, me sentí furioso. ¿Cómo pudo haberla tratado así su propio padre solo por estudiar lo que quiere? — ¿A dónde vas ahora? — le pregunté — No lo se, solamente que al llegar a casa, entró a mi habitación y empezó a romper todo y comenzó a tirar mi ropa del clóset y dijo que no quería verme allí. Que si solo se desobedecer y ser la deshonra de la familia, era mejor que me fuera. Así que me echó de la casa. Iba a ir con Tessa, pero ella vive con su novio y no quiero incomodar. Realmente no tengo a dónde ir. — — Está comenzando a hacer frío, parece que va a llover. ¿Por qué no vienes conmigo? Mi departamento tiene dos recámaras y nunca tengo visitas, solo vivo con mi gato. ¿Te gustan los gatos? ¿No eres alérgica? Puedes quedarte en mi departamento está noche, mañana ya pensaremos mejor las cosas.— Ella asintió con la cabeza, así que subimos al auto. Durante todo el camino no dijimos nada, solo la escuchaba sollozar. Verla así me hacía sentir incomodo, porque no se cómo consolarla, no es que sea la mejor persona para eso. La verdad no sabía que me pasaba con ella, desde la primera vez que la vi, sentí que mis latidos se volvían irregulares y me siento incomodo a su lado, pero es una incomodidad que no quiero dejar de sentir y nunca me había pasado, en más de dos milenios de existencia. Esta sensación es nueva, diferente y no se cómo controlarlo. Bajamos del auto y me ofrezco a llevar su maleta, subimos por el elevador y al abrir la puerta del departamento soy bombardeado por los maullidos del señor bigotes. — ¿Este es su gato? Es hermoso. Hola gatito.— Ella lo carga y comienza a hacerle cariños y al parecer al señor bigotes le gusta porque empieza a ronronear. — Creo que le agradas. Deja los presento, señor bigotes ella es Cassidy, Cassidy, el señor bigotes. — Es bastante guapo señor bigotes, supongo que igual que su dueño.— Bromeó — Si quieres descansar o tomar una ducha, puedes entrar a la habitación de la derecha, pediré algo para cenar. Cassidy entro a la habitación y me dispuse a pedir comida a domicilio mientras limpiaba el desastre que hizo el señor bigotes durante el día. Después entré a mi habitación para darme una ducha rápida. Al salir de la habitación, Cassidy se encontraba sentada en el sofá con el señor bigotes en su regazo recibiendo muchos mimos. Por un momento hasta sentí envidia por él. Se veía tierna con su pijama de pants y blusa larga de conejitos rosa, usualmente yo ando en calzoncillos por mi departamento, pero tuve que usar una pijama de franela azul. El señor bigotes se cansó de los mimos y se fue a su árbol de gato. Entonces Cassidy dio un pequeño recorrido por la sala de estar, donde tengo fotografías viejas. Aún conservo fotografías de ciudad Montesco, fotografías de Amanda y Nathan, y mis últimas fotografías con Edmund Riley II ya adulto mayor. E incluso tengo una foto del amargado de Metatrón. — Estás personas…¿Son tu familia?, perdón quise decir su familia, no se porque lo tutee. — Puedes tutearme ahora, ya no soy tu profesor. Digamos que ahora solo soy…un amigo. Y esas personas de las fotografías eran buenos amigos, todos ya no están en este mundo. — Lo lamento, no lo sabía. — No te preocupes, fue hace mucho tiempo, el único que vive es el de cabello largo que parece metalero. — ¿Ese lugar donde es? No me parece haberlo visto antes. — Esa es la ciudad mágica Montesco. — ¡No! ¿En serio? Nadie sabe cómo es, esa ciudad lleva oculta…espera un segundo, esa ciudad tiene más de cien años que nadie puede ubicarla. ¿Cómo es que tú tienes una fotografía de ese lugar? — Me creerías si te dijera que yo estuve allí, las personas en las fotografías también. ¿Sabes que hace mucho los vampiros existieron? — Por supuesto, nos lo enseñan en la escuela, en los libros de historia. Pero están extintos. — Esas personas de las fotografías, menos el metalero. Fueron dhampir, híbridos de un padre vampiro y uno humano y fueron mis amigos. Yo…soy el último que queda. Ella me miraba asombrada. — Es una broma, ¿Cierto? — ¿Has escuchado la historia de Judas cierto? — ¿De Judas el maldito? Por supuesto, ¿Quién no la conoce? ¿Acaso me estás diciendo que tú eres ese Judas? — Yo soy ese Judas, aunque no lo creas. Estaba a punto de decir algo más pero el timbre sonó y fui a abrir. Era el repartidor de comida. Puse la comida sobre la mesa y ella estaba como tratando de asimilar lo que le había dicho cuando el teléfono de casa y mi celular estaban sonando al mismo tiempo. Conteste mi celular. — ¿ Diga? ¿Cómo? ¿Ahora? ¿Realmente tiene que ser ahora? ¿A dónde? Salgo de inmediato.— Colgué. Me acerqué a Cassidy y la tomé por los hombros dándole un pequeño apretón, necesitaba que escuchará bien lo que tenía que decirle. .— Cassidy escucha bien lo que voy a decir. Soy historiador vampírico para el Vaticano, acaban de llamarme urgentemente porque hay un asunto que requiere mi presencia en el Vaticano lo más prontamente posible. No se cuánto tiempo estaré fuera, pueden ser días o semanas. Tu no tienes a dónde ir y yo no tengo quien cuide del señor bigotes en mi ausencia. Por favor, no importa si crees o no en todo lo que te dije, lo hablaremos cuando yo vuelva. Mi casa es tu casa, puedes disponer de todo lo que necesites, en mi habitación hay una caja fuerte detrás de la cabecera de la cama, la clave es dos dos uno cuatro, ahí puedes tomar dinero si necesitas. Te encargo al señor bigotes. Necesito irme ya.— Cassidy se quedó aturdida mirando hacia mi puerta cuando entre rápidamente y empaque una maleta ligera de viaje, saque de la caja fuerte algo de dinero y tres pasaportes diferentes, tarjetas de crédito y viejas armas. Salí tan rápido que no mire atrás ni me despedí. Después, después tendría tiempo para hablar con Cassidy y explicarle todo. .____ Mientras tanto Cassidy sin entender lo que estaba pasando, cargó al gato para tratar de encontrar consuelo en él. Recorrió la sala y miró las fotografías de nuevo, en algunas, Judas aparece sonriendo con una chica albina de pelo largo, bastante sexy. Al pie de la foto se veía la frase “Eres la armonía de mi vida” Harmony 1960 Empezó a revisar todas las fotografías y al pie, decía fechas que iban desde el 1919 hasta el 2240. — No puedo creerlo, de verdad es el primer vampiro que existió en el mundo.— Decía sosteniendo las fotografías mientras se dejaba caer en el sofá.

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