Punto de vista Salvatore
En veinte minutos estuve en la oficina principal de mi organización, todos mis hombres estaban armados formando un frente protegiéndola. Trague saliva, debido a mi distracción con Violeta estaba descuidando un poco mis negocios.
Jordano me estaba esperando, llevaba las manos en los bolsillos de su fino pantalón y me miró de arriba abajo, con una profunda ira, que me desconcertaba.
—Por fin apareces Salvatore, ¿En donde putas has estado todo este tiempo?
—Negocios Jordano ¿Qué pasó?
—Negocios fuera de la organización no son permitidos, soy tu socio y tu amigo, y se que te estás involucrando de mas con esa jovencita que llevaste a tu casa, ¿tienes idea de las consecuencias que eso puede traernos?
Lo miré de arriba abajo y negué con la cabeza.
—No me importan las consecuencias, su padre se comunicó conmigo y me dijo que la cuidara, ahora dime, ¿Qué putas está pasando? —Trate de evitar el tema.
Jordano resopló, y se fue caminando hacia la bodega, abrió la puerta y al fondo, estaba un hombre atado de pies y manos, golpeado por todos lados, sangrando por boca y nariz.
—¿Esto que significa? —pregunté
—Este mal nacido, se estaba robando la computadora con la información de las rutas. Él pensó que podría violar nuestros cordones de seguridad, y fue descubierto cuando intentaba salir de tu oficina, pero ahora no quiere decir quien lo envío, por eso te he llamado.
Troné mi cuello moviéndolo de un lado a otro. Mire a uno de mis hombres y con solo mi expresión, fue necesario para que me colocara unos guantes de plástico, y una bata azul.
Me acerque al hombre y lo mire fijamente a los ojos. El color de sus ojos era azul celeste, y estaban llenos de sangre, pero seguía guardando silencio.
—Voy a ser directo contigo, quiero saber ¿Quién te mando? ¿Para quién estás trabajando? No soy de torturar a nadie, no me gusta la sangre, pero si debo hacerlo contigo, te sacare un ojito con mis propias manos. Y luego el otro, hasta que me digas quien te envío.
—¡Púdrete! —Escupió el italiano
—¡Ay, que detestable! —Resoplé, y subí mi mano, apuntándole directo a los ojos con mis dedos, sin pensarlo dos veces, metí mi dedo por la parte izquierda de su ojo, y mientras él gritaba desesperado, con fuerza, le saque el ojo, arrancándoselo de su cuenca.
Sus gritos eran espantosos, se escuchaban por toda la bodega, inclusive uno de mis hombres vomitó al ver lo horroroso de la escena.
Tome el ojo y se lo enseñe al traidor.
—Bueno mi querido amigo, aquí puedo quedarme despellejándote toda la noche, te voy a dar dos alternativas, la primera, me dices quien te mando y simplemente te disparo en la cabeza otorgándote el más grande privilegio que es una muerte digna y sin dolor, o nos quedamos aquí, cortando pedazo por pedazo hasta que simplemente mueras de dolor.
—Sebastián, Sebastián Arteaga —El hombre soltó sin más
Cuando escuché ese nombre, sentí un escalofrió recorrer mi cuerpo, era el novio de Violeta, trague entero y mire a Jordan. Él estaba negando con la cabeza, sacó su arma y le dio un tiro en la frente al hombre. Haciendo que muriera instantáneamente.
—Pero ¿Qué putas hiciste? Debiste dejarlo con vida un poco más para sacarle más información
Jordano me miró con repudio y tomó el ojo y lo echó en una bandeja.
—Ya sabemos lo que necesitábamos, ese mal nacido solamente se vino en tu contra por tener a su mujer.
—No, claro que no, él no debe saber que Violeta está conmigo. —lo dude nervioso
—¿Y sí, si cabrón? Libera a esa perra ya
Cuando Jordano le dijo perra a Violeta, sentí como todo dentro de mi se revolcó y me lance sobre él y le aseste un puño en la cara, tumbándolo.
—Con ella no te metas pendejo —él se levantó y se lanzó sobre mí, y nos comenzamos a dar golpes como si fuéramos enemigos.
En ese momento, Leonard nos separó, junto a dos hombres más.
—Cálmense señores por favor ¿Se van a matar sin razón? —gritó Leonard
Apenas yo sentía como la sangre corría por la comisura de mis labios.
—Si quieres ser mi enemigo Jordano, no tengo ningun problema, pero con Violeta, no te metes.
—¿QUE TE HIZO ESA MUJER QUE TE TIENE COMO UN IDIOTA?
Me quede en silencio sin saber una respuesta exacta a esa pregunta, me arregle la chaqueta y mire a todos mis hombres.
—Lo único que puedo decirles, es que se deben alistar para la guerra que se nos viene encima, por la razón que sea, Sebastián se va a enterar de lo que le pasó a su hombre, y vamos a tener problemas graves. Los quiero atentos a todos, —Mire a Jordano —¡A todos!
Me quite los guantes de plástico y los tire al piso, la sangre hervía por mis venas, y mi cabeza estaba a reventar.
Sali de la oficina y me subí al auto en el asiento del conductor. Leonard negó con la cabeza.
—Ah no señor, la ultima vez que usted condujo atropello a la señorita Violeta, déjeme manejar
—¡Jodete! —Ni siquiera dejé que él se subiera al auto, cuando lo arranque a toda velocidad.
Quería llegar a la mansión y verla, saber si aún seguía perdida en mis brazos, y no recuperó su memoria con sus recuerdos, que aunque parecía estúpido decirlo, no eran del todo buenos. Las huevas las tenía en la garganta, aunque no tenía temor por lo que pudiera hacer el retorcido de Sebastián, si extrañamente me daba miedo perderla a ella. Estaba obsesionado con su persona, con su vida, con su rostro y su aroma, pero sobre todo con su sexo.
NOTA DE AUTOR: Volvimos de vacaciones renovadas, dejen sus comentarios, agreguen la novela a su biblioteca, y diganme como les está pareciendo la historia. El italiano Salvatore, es todo un loquito por amor. ¿que opinan?