Punto de Vista Violeta Harris
Confundida, me quedé viendo a ese hombre que me hablaba, a decir verdad, estaba perdida en sus ojos claros, en su cuerpo marcado, en su elegancia, también en su cabello rubio oscuro. Haber perdido la memoria se convertía en algo muy traumático para mí, tenía un millón de dudas en la cabeza, pero no comprendía porque él me inspiraba confianza.
—¿Hace cuánto tiempo somos prometidos? —Le pregunté sin dejar de verlo a los ojos, él palideció, y entreabrió la boca.
—Hace seis meses, nos conocemos hace un año Violeta, fue amor a primera vista —Él sonrió. —Todavía recuerdo el primer día que nos conocimos, estabas tan hermosa
—Me recuerdas como te llamas —Le dije todavía más confundida, iba a casarme con un hombre que ni siquiera sabía cual era su nombre.
—Me llamo Salvatore Bianchi, hermosa ¿De verdad no me recuerdas? —Se acercó a la camilla y me extendió la mano. Dude por un momento en darle la mía, pero tal vez su contacto me ayudaría a recordarlo un poco más.
—¡No! No te recuerdo —Su mano era grande, pesada, pero de textura suave, deliciosa al tacto, eso me causó un poco de nervios. Tragué el duro nudo que tenía en mi garganta, y me mordí el labio inferior. —Perdóname, no recuerdo nada de nuestra relación —Me zafe de su agarre.
Él suspiró, bajó la mirada y me dijo:
—Yo estaré aquí siempre en este proceso para que puedas recuperar todos tus recuerdos.
Asentí con la cabeza, al menos escucharlo decir eso me daba esperanza, es más, en ese momento no tenía otra opción, estaba amnésica ¿Para donde iba a irme? ¿Con quién? Si es que ni siquiera sabía que era lo que me sucedió y porque razón estaba allí.
—¿Dónde vivo? —Le pregunté
—Bueno, por ahora estás viviendo en mi mansión, llegaste de América, te ubicaste en un pequeño departamento, pero nuestro amor ha sido tan fuerte, que decidimos vivir juntos antes de casarnos.
Palidecí ante las palabras de Salvatore.
—¿En serio? ¿O sea que tu y yo dormimos juntos? —Le pregunte sonrojada, ¿Cómo sería dormir al lado de un hombre tan guapo como él?
—Si, dormimos juntos
—¡Oh! No sé qué decir, me siento tan avergonzada por no poder recordar nada, supongo que debo tener una casa, un trabajo, una familia
—No, actualmente estás buscando empleo, eres huérfana tu familia murió en un accidente, digamos que por ahora, lo único que tienes, es a mí.
—¿Amigos? ¿Compañeros? —Cada pregunta me hacía sentir más frustrada ¿Cómo era posible que no tuviera a nadie ni nada más que a él?
—Si, algunos amigos, después les iras hablando cuando los recuerdes, por cierto, el doctor ya te dio el alta, tendremos que venir solo a controles.
—¿Y me iré a tu casa?
—Claro que sí
Las manos me comenzaron a temblar, la sola idea de irme a su casa sin saber quien era exactamente Salvatore Bianchi me causaba escalofríos, ¡Maldita sea! ¿Dormir a su lado? ¿Qué me besará o me tocará? Eso era espantoso. Por más guapo que fuera Salvatore, para mi seguía siendo como un desconocido.
—Dime, debo tener otro lugar a donde ir, no es que no me quiera ir contigo, es que estoy pasando por un momento espeluznante, me siento confundida, y no sé que hacer en realidad. —Salvatore se acercó a mí y de nuevo me dio su mano.
—No tengas miedo cariño, yo estaré aquí para ti siempre, y no necesitas dormir conmigo por ahora, no va a pasar nada entre los dos que tú no quieras que pase, todo es cuestión de tiempo. Lo único, es que si debemos formalizar nuestro compromiso, mi padre está muy enfermo, y su última voluntad, es vernos casados.
Miré su mano, mientras sujetaba la mía, tenía una mezcla de sentimientos encontrados en mi interior y quise desfallecer. Quise soltarla y salir corriendo, pero por extraño que parecía, también quería seguir a su lado, era como si Salvatore tuviera un imán que me arrastraba hacia él y me ataba, tal vez esa era nuestra conexión especial como pareja.
—Yo lo único que puedo pedirte en este momento Salvatore, es que me tengas paciencia, porque me siento muy confundida, no sé qué es verdad, o que no de todo lo que me dices, debo someterme a un tratamiento para contrarrestar la amnesia.
Salvatore acarició mi mano, ese contacto me hizo estremecer, tenerlo tan cerca me causó escalofrío, me estaba poniendo muy nerviosa, si él era mi prometido en realidad, muy seguramente me iba a enloquecer, porque deseaba recuperar la memoria en ese instante para saber como era en realidad mi relación con él.
—Violeta, eres tan hermosa, me fascina el color de tus ojos, y esa piel blanca, todo de ti es perfecto, tus labios, tus facciones, ¡Eres fascinante! —Salvatore me dijo acercándose todavía más, tanto que sentía como el aire entre nosotros se volvía más espeso. Mi pecho comenzó a subir y bajar agitado.
¿Qué? ¿Acaso no me conocía desde antes para que ahora resaltará mi belleza?
—Gracias Salvatore
—Espero que pronto puedas volver a tratarme con cariño.
Salvatore me soltó la mano y tomó mi mejilla, la acarició con dulzura, pasó uno de sus dedos por mis labios, acariciándolo hasta la comisura; en mi estómago se estaba formando un centenar de emociones, tantas que ni siquiera podía describirlas.
Entre abrí la boca para darle un poco de acceso a su dedo, y él, con dulzura acaricio un poco la parte interna de mi labio.
—Muero por darte un beso, antes del accidente me besaste con tanta pasión
—¡Ah, sí! —Tartamudee
—Sí, tus besos son deliciosos—Salvatore se acercó más a mi boca, era normal que lo hiciera al ser mi prometido, su aliento era cálido, su piel suave, y sus labios carnosos y perfectos.
Cerré los ojos, y esperé a que él simplemente me diera el beso, y justo en el momento en el que pensé que sus labios chocarían con los míos. Simplemente acarició mi mejilla.
—¿Qué? —Espeté confundida
—No te quiero presionar Violeta, prefiero esperar a que logres recuperar tus sentimientos por mí, y de ahí en adelante las cosas fluirán.
Asentí con la cabeza, mientras tragaba en seco.
—Gracias por eso Salvatore —Le dije, aunque en el fondo moría por probar esos labios, al final no recordaba nada en absoluto, necesitaba sentirlos, eso me ayudaría por lo menos a reconocerlo.
Salvatore suspiró y me soltó la mano, se arregló los pliegues de su chaqueta, y se fue hacia la ventana.
—Aunque no te niego Violeta, muero por besarte, por sentirte, va a ser un proceso muy difícil para mí.
Baje mi cabeza, no era mi culpa estar en esa situación y que él estuviera sufriendo por mi falta de memoria, a veces hay cosas que no podemos manejar y que perjudican a los demás, pero aquí estaba mi prometido, esperanzado en que yo pudiera quererlo, ¿Pero cómo? Si tan solo había pasado una hora de saber sobre su existencia.
—Salvatore, lo lamento demasiado, no sé que decirte para mi también es muy difícil todo esto, creo que más que para ti, al menos —La voz se me quebró —Al menos tu conservas tus recuerdos, yo solamente dependo de lo que tu me dices.
Salvatore se giró de nuevo hacia mi , me sonrió con sus hermosos dientes blancos y negó con la cabeza.
—No pasa nada dulzura, lo único que te puedo prometer, es que todo va a estar bien, vas a recuperar todos tus recuerdos y lo que está sucediendo ahora, solo será un mal momento que olvidaras.
Me quedé mirándolo, sus sentimientos parecían tan sinceros, a mi lo que realmente me impresionaba, era su porte, su altivez, su magnificencia, parecía un modelo de televisión, aunque yo no tenía nada que envidiarle a otra mujer, porque apreciaba mi físico. Si me causaba tensión que él fuera mi prometido, sobre todo por los oscuros deseos que se me estaban comenzando a atravesar en mi cabeza.
Pase la lengua por mis labios, mientras lo observaba, era un Dios hecho humanidad, y me estaba invitando a seguir un juego del cual no tenía idea como participar, y eso me angustiaba.
Por un lado, estaba confundida, incrédula, y sobre todo temerosa, no sabía si Salvatore hablaba con la verdad.
Pero por el otro, algo me decía que podía confiar en él, y que era muy afortunada a tener un prometido de ese porte, lucía perfecto. Si así era vestido, no alcanzaba a imaginarlo desnudo. ¡¿Qué clase de pensamientos eran esos?!
Salvatore caminó a paso firme de nuevo hacia la camilla, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla, ahora permitiéndome el roce con la piel de su rostro. Era tan suave como sus manos, y su aroma, era espectacular.
—Debo irme cariño, hay pendientes que debo solucionar antes de venir por ti, pero mañana a primera hora regreso para llevarte a casa, mejórate pronto, obedece a los médicos y por supuesto, piensa en mí.
—Está bien —Dije de improviso.
De nuevo se acercó y me dio otro beso en la mejilla, ¡Puta madre! Deseaba que me lo hubiera dado en la boca.
Salvatore salió de la habitación sin decir una sola palabra más, solamente dejo el aroma de su perfume amaderado en el aire , recosté mi cabeza sobre la almohada, tratando de dormir, así tendría la leve esperanza de levantarme con mi memoria al cien por ciento.