Punto de vista Salvatore
El corazón iba a salirse de mi pecho, me latía con violencia, ¿Que locura tenía programada? sobre todo ¿Cómo iba a resolverla?
Salí a las afueras del hospital, y mi auto ya me estaba esperando, coloque mis lentes oscuros para que la luz del sol no incomodara mis ojos claros, y le ordene a Leonard que arrancará.
—Vamos a la bodega central
—Si señor...puedo preguntar algo señor
Rodé los ojos sabiendo que él igual lo preguntaría si yo no daba autorización.
—A Ja, igual vas a hacerlo Leonard, así que pregunta sin más
—¿Que hará con la señorita que está en el hospital ? es adecuado que busquemos a su familia, deben estar preocupados por ella.
Saque el teléfono de Violeta, y mire sus chats, para mí, Mía Branson murió en el accidente, ahora era Violeta, en una nueva vida y con un nuevo protector.
—A nadie le interesa, es la hora que ninguno a preguntado por ella.
Leonard subió las cejas mostrando preocupación
—Señor, no estará pensando dejarla con usted. ¿O sí?
Me quedé mirando al frente, ya le había dicho a mi madre que existía una prometida, también le había dicho a Violeta que llevábamos una relación, ¿Que podía perder? Si es que en ese momento yo era todo lo que le quedaba.
—Tal vez lo haga Leonard, pero por ahora, la dejaré las próximas dos semanas, mi padre está en sus últimos días, y mi madre insiste en que debo llevar una prometida
—Deberia conseguir una real señor
Miré a Leonard como si con mis ojos quisiera clavarle dos puñales, ¿Una prometida real? Ni loco, ni muerto lo haría, jamás iba a enamorarme, menos cuando tenía cientos de mujeres a mi alrededor.
—Deja de meterte en donde no te importa, ahora muévete, debo resolver muchas cosas, por cierto, mañana cuando vengamos por Violeta, solo hay dos opciones, la primera:
Que actúes como si la conocieras tiempo atrás, y la segunda que te quedes cayado el ocico siempre.
Leonard me miró de reojo y negó con la cabeza.
—Prefiero cerrar la boca señor.
—Mas te vale Leonard.
Tomé mi teléfono mientras él seguía conduciendo y empecé a enviar decenas de mensajes a mis empleados para que organizarán la repentina llegada de Violeta a mi mansión.
Armar una vida no era nada fácil, y más para una persona que ya tenía una propia.
Trague un duro nudo que invadía mi garganta y continúe tecleando en el teléfono, cada orden que daba era aún más bizarra que la anterior.
Sobre todo, al pedir que le compraran lencería femenina, ¿Para que pretendía comprar eso?
Al llegar a la oficina central, mis hombres estaban organizando cargamentos, armas y un nuevo asalto.
Por lo visto el día del ataque salieron triunfadores y no fue gracias a mi, pero sentía alivio.
Jordano, al verme se fue hacia mi, con pasó firme y mirada acusadora.
Me tomó con violencia por el cuello de la chaqueta y me acercó a él.
—¡Hijo de puta! ¿En dónde has estado?
—Ocupado —Respondí sin un apice de importancia, le tomé las manos y apreté sus muñecas para retirarla de los pliegues de mi chaqueta —Ten cuidado que arrugas mi traje.
Jordano, al sentir el dolor que le causaba el roce de mis manos sobre las suyas, me soltó. Sus ojos color miel se dilataron, y resopló
—Se supone que eres mi amigo, mi hermano y prácticamente te importó una mierda que vinieran por nosotros
—Soy tu amigo y hermano Jordano, pero tuve un accidente cuando venía para acá, atropellé a una mujer y tuve que hacerme cargo.
Jordano se giró de nuevo hacia mi y me miró todavía mas furioso.
—Como si matar para ti fuera problema, o hacerte cargo de esas estupideces fuera relevante.
Suspiré. Me cruce de brazos y recogí mis hombros.
—Que te dijera mi querido amigo, es que hay cosas que se salen de control, como mi compromiso con la señorita Harrys.
Jordano me miró confundido
—¿Compromiso? a ver idiota ¿Estás desvariando? me acabaste de hablar de un accidente y ahora de un compromiso. ¡No entiendo!
Sonreí
—Vamos a la oficina, debemos hablar. —Trate de coger a mi amigo por el brazo, pero él estaba tan enojado que no lo permitió y se zafó bruscamente de mi agarre.
Sin embargo, se sentó frente a mí.
Mientras que yo le contaba toda la locura que estaba creando, cada una de mis palabras era más intrigante que la anterior.
Haciendo que mi amigo palideciera incrédulo.
Jordano abría sus ojos con sorpresa y negaba con la cabeza.
—¡Estás completamente loco Salvatore!
—Sí, lo estoy, pero me encanta esa locura
—¿Que pasará si esa mujer recupera la memoria? Va a acusarte de secuestro, irás a la cárcel y no precisamente por mafioso. Eres un idiota, es mejor que la familia se haga cargo.
Me quedé pensando en sus palabras, tal vez mi amigo tenía razón, pero yo era fiel creyente del destino, o más bien un rebelde en contra de la situación. No quería dejarla ir, sería la prometida perfecta para presentarle a mi padre.
Además, era demasiado hermosa, el brillo de sus ojos combinado con sus curvas, enloquecía a cualquier hombre que se pasará por su frente. Y yo, me estaba convirtiendo en un fiel seguidor.
Chasquee los dientes y mire a mi amigo.
—No hay que preocuparse tanto, más bien ayudame a qué todo quede listo para que ella crea, que es verdad.
Jordano me miraba más intranquilo que si le estuviera pidiendo vender su alma al diablo o a algún clan enemigo.
Sin embargo, ahí estaba él, ayudándome a organizar la mejor bienvenida para Violeta.
Juntó a Jordano, contactamos a programadores, asesores de modas, todo aquel que pudiera hacerle creer a Violeta, que era mi prometida.
Inclusive, puse de acuerdo a mi empleada de servicio para que fingiera que la conocía.
Al finalizar el día, la habitación que estaba destinada para ella lucía como si Violeta llevará tiempo viviendo allí.
Gracias a las fotos en su teléfono pude identificar algunos de sus gustos, y eso me ayudó para poder elegir la decoración y sobre todo, el tipo de ropa.
Los programadores enviaron finalmente las fotos de los dos juntos, y nos veíamos regios, perfectos, pues reemplace el rostro del simio americano, por mi perfilado rostro europeo.
Me sentí un completo Adonis.
Me fui a mi habitación y desabroche mi corbata, me quite el traje y así, desnudo me recosté sobre mi gran cama.
La cabeza me daba vueltas, pues el precioso rostro de Violeta no salía de mi mente, era como si ella se hubiera clavado allí, en algún lugar en específico de alguno de los emisferios de mi cerebro y luchara por quedarse allí.
Esa noche me fue casi imposible conciliar el sueño, eran tantas cosas las que rondaban por mi cabeza, que me mantuve despierto hasta el amanecer.
¿Que pasaría si seguía adelante con esta locura?
A decir verdad, solamente deseaba que ella nunca recuperará la memoria, después de todo, al ver los chats en su teléfono, no le importaba a absolutamente nadie. Y yo... yo estaba aquí para ella.