La convicción de Hades

1312 Words
Era de mañana, podía saberlo fácilmente por la enorme cantidad de luz que se colaba por aquellas cortinas casi transparentes en aquel hotel de mala muerte donde había pasado la noche junto a aquella rubia Berlusconi que le había pedido cuidar de ella, no se haba negado, por supuesto, era un caballero tal cual su madre le había enseñado, mirando a Hilda dormir, pudo ver que, en realidad, era muy bonita, con un aire inocente que le gustaba. Levantándose del sofá, sentía su espalda demasiado dolorida, le había dejado la cama a ella para que no se lastimara la espalda, ese era su deber después de todo siendo un hombre, lavándose los dientes, se miro en un espero, estaba visiblemente mas delgado, era normal, no había comido nada bien esa ultima semana, incluso, se había visto en la necesidad de hurgar dentro de los contenedores de basura, tenia que cambiar su situación rápido, o no sobreviviría para cumplir su venganza. Había dejado una nota para Hildegard pidiéndole no salir del hotel, aun tenían algo de dinero pero, si querían permanecer bajo un techo, tenía que conseguir más, recordó que Franco le había pedido asistir al local de fruta rancia donde trabajaba, esa, quizás era la oportunidad que había estado esperando, apresurando sus pasos, no noto la mirada castaña de una joven que lo conocía bien y a quien había tenido demasiado preocupada por su repentina ausencia, aquella misma que comenzaba a seguirlo en completo sigilo.   Franco lo esperaba pacientemente fuera de aquel oloroso local, mirándolo llegar corriendo, miro directamente a los ojos color zafiro de aquel jovencito, por supuesto, no era ningún estúpido, sabia bien que se trataba de Hades Dogaru, el hijo perdido del millonario y ceo Krónos cuya esposa había muerto quince días atrás, sin embargo, había decidido guardarse esa información para si mismo. – Lo siento, ¿Llego tarde? – cuestiono Hades disculpándose. – Llegas justo a tiempo, acompáñame, te presentare con algunas personas, pero, antes de esto, se que no dirás tu nombre, ¿Has pensado en uno para compartir con todos? – cuestiono Franco. – No, no lo he hecho aun – respondió Hades con sinceridad. – De acuerdo, hoy no querrán saber quien eres, no aun, solo te presentare como mi ayudante, será suficiente para ellos por ahora, pero, será mejor que pienses en algo rápido, si quieres subir, debes tener un nombre por el cual se te reconozca – dijo Franco con una sonrisa hacia su joven protegido. – Lo es viejo, veré que será uno que inspire terror – dijo Hades con arrogancia. Entrando al edificio, el olor a fruta podrida era un mas insoportable que en el exterior, pero, aquello por supuesto tenia su porque, las redadas con perros policía que detectaban fácilmente cualquier estupefaciente, terminaban siempre mal, el olor demasiado penetrante de la fruta en putrefacción, despistaba un poco a aquellos animales entrenados para ello, aunque, desde su perspectiva, aquello era una completa pérdida de tiempo, no cabía duda que sus jefes no eran las personas mas inteligentes de la zona, la única ventaja real que tenían a su favor, era que a pesar de ser un barrio bajo, era de los mas tranquilos y por ello, no había demasiada presencia policial por esos lares. – Buenas, aquí traigo al chico que atiende el puesto, será mi nuevo ayudante, es joven y muy delgado, seguramente sabe bien como trepar muros, creo que hará un buen trabajo como repartidor en esta zona – dijo Franco empujando hacia el frente a Hades. Dos hombres de entre 30 y 35 años lo miraron con desprecio, eran solo un par de gorilones no demasiado listos, pero, aun así, tenían el control de reparto de estupefacientes en esa zona. – Bien, si confías en el por mi no hay problema, aun así, hay otro asunto que debemos tratar, el jefe perdió a su hija, la esta buscando por toda la ciudad, será mejor ponernos en eso, se supone que la mocosa se casaría dentro de poco con el cuervo de Rusia, ya sabes, mejorar alianzas – dijo uno de los hombres de apariencia ruda y temible, tenia varias cicatrices en el rostro, marcas de guerra seguramente. Lo había escuchado por allí, los hermanos Sokolov Dimitri y Boris, de los mas sanguinarios mercenarios que tenia Luciano Berlusconi, el padre de la mafia La Sacra Spina, la mas poderosa de Italia, ambos hermanos no eran mas que un desperdicio de humanidad, nada inteligentes, pero bastante fuertes, todos les temían, debido a su crueldad. – Ya Franco, despide al mocoso, tu, chiquillo, mañana debes venir a primera hora, tenemos clientes que gustan de recibir su mercancía como de temprano reciben su diario, te entregare las rutas mañana y te prestare una bonita bicicleta para que hagas tu labor – dijo el mayor de los hermanos en tono de burla. Hades, deseo partirle la cara a aquel imbécil, pero sabía, aun no tenía la fuerza suficiente para derribarlo. – De acuerdo, así lo hare – dijo Hades reprimiendo aquel dese de golpear a ese insulto de hombre que tenia por delante, para luego salir hacia la calle con Franco detrás de él. – Chico, acabas de entrar en un mundo muy distinto a todo lo que conoces, será mejor que estés preparado – dijo Franco palmeando la espalda de Hades. Hades, se quito la mano del mafioso de encima suyo y luego lo miro desafiante. – No le tengo miedo a ese imbécil ni tampoco a ti, se bien en lo que me estoy metiendo y no me importa, les demostrare que no es bueno jugar conmigo, ese idiota de Dimitri Sokolov será el primero al que yo mate, ya lo veras – dijo Hades con suficiencia y arrogancia. Franco, sonrió ante aquella repentina explosión de valentía. – Dime muchacho, ¿Por qué piensas que te dejare con vida después de decirme esto? Acabas de admitir que planeas cometer traición – dijo Franco con curiosidad. – Eso es sencillo, se que no me mataras y por eso te lo he dicho, no te agradan los hermanos Sokolov, es fácil deducirlo por tus ademanes, ellos son un par de idiotas que jamás se darán cuenta de que planeas traicionarlos, pero para alguien que sabe observar bien, no fue difícil deducirlo, deberías aprender a despistar más – dijo Hades con burla y arrogancia. – Y dime, ¿Por qué es que piensas todo esto? – cuestiono Franco aun mas curioso. – Sencillo, porque si en verdad yo me hubiese equivocado, ya tendría una bala justo en medio de mis cejas – dijo Hades con una sonrisa sarcástica. – Eres bastante astuto, tienes razón, planeo un golpe contra ese par de imbéciles, me ahorras el discurso para pedir tu apoyo, sin embargo, aun así, pudiste haberte equivocado, ¿Tan poco vale tu vida para dejarla al azar en medio de suposiciones? – cuestiono Franco esperando la respuesta del joven Hades. El hermoso muchacho de ojos zafiro sonrió maliciosamente ante aquel cuestionamiento que Franco le regalaba. – Mi vida es lo mas valioso que tengo, por ello, la empeñare siempre que pueda para obtener un beneficio a cambio – respondió Hades con suficiencia. Franco, sonrió hacia aquel chico, era Hades Dogaru, lo sabia bien, pero, no actuaba para nada como esperaba que lo hiciera, un niño mimado que atravesaba una rabieta, había una fuerte convicción dentro de él, tenía un motivo poderoso para estar justo allí, en medio del peligro y empeñando su vida a cambio de un paso mas hacia adelante, no sabia que era lo que le había ocurrido para detonar en una actitud así, sin embargo, y aun siendo más joven que él, comenzaba a admirarlo.   La convicción de Hades, aquel joven desafiante que estaba dispuesto a devorar al mundo, en nombre de aquella venganza que clamaba la sangre de su padre. 
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